Seremos arrastrados por la ignominia de una política oscura y absurda si no tomamos conciencia del interés colectivo por encima del interés personal.
Estamos entrando en una nueva ola desestabilizadora mundial originada por el ocaso de la economía global, la pérdida de credibilidad democrática de gobiernos de países del Tercer Mundo, el declive de EEUU como primera potencia mundial, la irrupción de nuevos actores en el marco geopolítico mundial, peligrosamente expansionistas, y la aparición de nuevas tecnologías para el control de las personas.
A esto hay que agregarle que las élites mundiales se acercan cada vez más a un gobierno mundial de signo ecologista autoritario, con una agenda de despoblación del mundo que implica pérdida de peso de las naciones y un control más estricto de la vida de los ciudadanos.
Como explica el escritor Samuel Huntington en su libro “La tercera ola”, el mundo ha pasado por tres olas de desestabilización y democratización. Una ola de democratización es un conjunto de transiciones de un régimen no democrático a otro democrático que ocurre en un determinado periodo de tiempo y supera a las transiciones en dirección opuesta durante ese periodo, y también implica la liberalización o la democratización parcial de sistemas políticos.
En el mundo moderno se habrían producido tres olas de democratización. Cada una de ellas ha afectado a un número escaso de países y durante su transcurso algunos regímenes de transición fueron en una dirección no democrática, pero no todas las transiciones hacia la democracia ocurren durante las olas democráticas, una especie de ciclo de Polibio pero sui generis.
Después de la caída del muro de Berlín vino la transformación de la URSS debido a que los países que permitían su aparente fuerza se separaron y quedaba esta Meca del comunismo desnuda y al descubierto. Hoy Putin, con ansias zaristas y conocimientos de espionaje y contraespionaje, trata de devolverle a Rusia su esplendor imperial.
China, con visión desarrollista, pero sin renunciar al dominio de sus ciudadanos, hace una apertura económica pero nada democrática.
Los satélites consecuencia de la guerra fría cuadran sus intereses particulares al de sus mandatarios a nuevas pretensiones en esta reestructuración de la geopolítica mundial.
Hoy se pretende, con el dominio de la información y la propaganda, desvirtuar los procesos reales de democratización, usando cualquier pretexto para imponer sistemas políticos que además de socavar los gobiernos democráticos desestabilicen las estructuras de repúblicas democráticas,
Para ello se va llevando en poco tiempo a la sociedad a participar de todos los vicios que puedan permitir destruir los gobiernos republicanos, justificándolos por cualquier razón.
Las repúblicas democráticas tienen dos enemigos: la interna, en la cual factores de poder pretenden (de cualquier forma) imponer sistemas de gobierno que satisfagan la corrupción, la incapacidad, las grietas graves de la convivencia de la sociedad y la externa, en la cual factores de geopolítica cercana o lejanas pretenden ubicar más países a sus intereses que a los intereses de sus ciudadanos.
Si no tomamos conciencia del interés colectivo por encima del interés personal seremos arrastrados por la ignominia de una política oscura y absurda de la cual nos costara salir.