No es cierto que Pinochet salió por el voto; si las Fuerzas Armadas no hubieran respaldado la decisión popular, probablemente el dictador todavía estaría despachando desde la Moneda.
Niguas y garrapatas, dos incómodos y repulsivos insectos del medio rural. La nigua pertenece a la familia de los Trombiculidae y la garrapata a la de los hematófagos. Ambas se adhieren al cuerpo de los animales y en algunos casos a los humanos para chuparle la sangre, al igual que lo hacen algunos homosapiens pertenecientes a la familia revolucionaria. Esta referencia tiene su razón y está en el enquistamiento de esos políticos que como parásitos le cogen el gusto a la vida fácil, al escocés de 18 años, a las camionetotas y casas en Miami, sin importarles ni el mal, ni el desangre que le causan al pueblo.
En el caso de los insectos, la creolina, el kerosene o la punta ardiente de un tabaco son la forma común de arrancarlos; en cambio, uno de los mecanismos para salir de quienes ejercen el poder por el poder es a través de las instituciones del Estado, siempre y cuando éstas cumplan con su deber de equilibrio y control constitucional. Son las instituciones a las que les corresponde extraer a estos chupasangres de la política, responsables del lavado de dinero, del tráfico de drogas, del enriquecimiento ilícito y de la corrupción.
La historia tiene casos relevantes: en el 2002 Fernando Lugo de Paraguay fue expulsado de la presidencia mediante un juicio, al considerar el senado que “desempeñaba mal sus funciones”; en Honduras el Parlamento destituyó a Zelaya en el 2009 por incurrir en «reiteradas violaciones» de la Constitución y más reciente es el caso del presidente de Guatemala Pérez Molina, quien en el 2015 debió renunciar a la presidencia para hacer frente a un juicio por corrupción.
Además, “Brasil o maior país do mundo também tem a maior corrupção do mundo”. Collor de Melo, en 1992, se convierte en el priemer presidente latinoamericano en ser sometido a juicio al establecer un gran esquema de corrupción política, utilizando el tráfico de influencias, los sobornos por medio de un sistema de lobby gubernamental para obtener dinero de empresarios a cambio de favores. Paradójicamente, por cosas de la vida, Collor de Melo le ganó la justa presidencia a Lula en 1989 y por estos mismos delitos que Melo fue removido. Hoy, el presidente obrero Lula mafioso da Silva está en la cárcel y su heredera Dilma Rousseff fue destituida por un ‘impeachment’ al ser condenada por maquillar las cuentas públicas.
Coincidencialmente, todos estos exmandatarios (Lula, Zelaya y Dilma) tienen un común denominador: son militantes de una izquierda corrompida crematísticamente a la sombra del socialismo del siglo XXI y Odebrecht, la gran multinacional brasilera del crimen, responsable de inocularle el virus de la corrupción a estos gobiernos.
Gracias a las instituciones parlamentarias y judiciales más el respaldo de las Fuerzas Armadas, responsables de hacer cumplir la constitución, Brasil, Guatemala, Honduras, Paraguay y Ecuador pudieron deslastrarse de estos parásitos chupasangre que, como las garrapatas, se agarran al poder para sacarle la sangre al pueblo en nombre de la revolución y el socialismo.