Cubazuela en veremos, a pesar de Díaz-Canel

Hay nuevo dictador en Cuba, pero el viejo dictador sigue mandando. Oficialmente, el secreto a voces fue confirmado la semana pasada cuando la Asamblea Nacional de Cuba nombró a Miguel Díaz-Canel como el sucesor de Raúl Castro, quien deja las funciones del día a día pero seguirá concentrando el poder en la isla como primer secretario de Partido Comunista.

Díaz-Canel será el primer mandatario cubano sin el apellido Castro desde Osvaldo Dorticós, que presidió nominalmente a la isla desde el 17 de julio de 1959 hasta el 02 de diciembre de 1976. «A Dorticós le decían ‘cucharita’, porque ni pinchaba ni cortaba. Era un hombre sin poder de decisión que vivía bajo la sombra omnímoda de Fidel Castro», nos recordó Oscar Haza, periodista dominicano radicado en Miami y experto en estas lides. ¿Será Díaz-Canel el nuevo ‘cucharita’?

Lo cierto es que Díaz-Canel fue preparado para el cargo. Este ingeniero de 58 años nació un año después del triunfo de la llamada Revolución Cubana, por lo que no es de los históricos que han gobernado a Cuba en una especie de gerontocracia desde hace casi sesenta años. Con una figura renovada, Raúl espera que su delfín pueda coronar el proyecto que sus colegas ancianos le bloquearon: la apertura económica mientras se mantiene el sistema donde el Partido Comunista domina la arena política sin rivales permitidos. Vamos, que el menor de los Castro sueña con una pequeña China o Vietnam anclada a 90 millas del imperio estadounidense.

«Él (Díaz-Canel), al igual que Raúl Castro, ha elogiado el sistema vietnamita de apertura económica pero sin moverse un milímetro en la apertura política. La apertura política no está dentro de su esquema. Si lo estuviera, no hubiera sido escogido, aseguró Haza.

El futuro de Cubazuela

El 20 de abril de 2010 Raúl Castro visitó en Caracas al fallecido Hugo Chávez. Ahí, el ex dictador cubano tuvo el tupé de asegurar que «me voy muy satisfecho porque se consolidan y avanzan las relaciones con nuestros hermanos venezolanos. Cada día somos más la misma cosa». En ese momento, la prensa hizo célebre el término Cubazuela. Al fin y al cabo, Castro había salido muy feliz de la visita al virreinato, porque de esa manera se comportan los cubanos con Venezuela. Al fin y al cabo, son «la misma cosa». ¿O eran?

Tras la misteriosa enfermedad mortal de Chávez, en Venezuela manda un agente formado en Cuba. Mucho más dócil o manejable que el fallecido, Nicolás Maduro se ha pasado seis años sorteando una crisis interminable con el único fin de mantenerse en el poder, y así pretende pasarse los próximos seis años. A pesar de la histórica crisis económica que viven los venezolanos, Maduro ha dejado hasta de pagarle a Wall Street, los únicos que pudieran seguirlo financiando, pero jamás ha dejado de enviarle el tributo en barriles de petróleo a los cubanos.

Además de tener a su hombre en Caracas, los cubanos controlan los servicios de inteligencia y de identidad en Venezuela. Por eso, en todos los análisis serios acerca de la salida del actual régimen se incluye al factor Cuba. Castro, o Díaz-Canel -son la misma cosa- han entendido que no se puede planificar en torno a la permanencia de Maduro en Miraflores. Los escenarios le son todos adversos al «veneco» al menos a mediano plazo, por lo que los cubanos buscarán convencer a Donald Trump de que entregarán la isla a los capitales extranjeros con tal de que no les toquen el poder. Con Obama tenían listo el acuerdo y lo hubieran rematado con Clinton, pero el catire dio la sorpresa y, por ahora, le hacen falta los votantes del sur de la Florida para las venideras elecciones legislativas estadounidenses. Un acercamiento a Cuba tendría que esperar, por lo menos, a que terminen esos comicios.

Trump ha atacado verbalmente varias veces al régimen cubano y ha echado para atrás varias de las concesiones de Obama. Sin embargo, más allá de respuestas diplomáticas, Castro se ha mantenido cauteloso al respecto. Ese paso de tigre se lo aplicó también a su hombre en Caracas, quien dejó de ser el virrey de El Dorado para ser el fardo más pesado. Con la cúpula de la dictadura venezolana arrinconada por las sanciones internacionales, convertidos en parias a nivel mundial, difícilmente La Habana logrará acercarse a Washington manteniendo la relación con Maduro y su combo. En todo caso, en una jugada clásica del castrismo, Díaz-Canel puede terminar entregando a Nicolás o facilitando su salida.

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