Por.- Alfredo Michelena
-Esta vez el tema en la OEA no fue la aplicación de la Carta Democrática o las violaciones de los derechos humanos en Venezuela, sino la crisis humanitaria que está golpeando a la región, tanto que ni el mismo régimen la pudo negar, después de haberlo hecho por años. La crisis ha desbordado las fronteras y golpea a los vecinos, que quieren que se haga algo para mitigarla.
Luego de los cuatro informes del secretario general (SG) de la OEA sobre Venezuela, las cientos de páginas escritas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y otras agencias de Naciones Unidas así como las diversas denuncias de ONGs y de los países del Grupo de Lima, el Consejo Permanente (CP) de la OEA trató el tema de la crisis humanitaria. Hubo pocos avances prácticos, pero el régimen por fin habló del tema.
La reunión
Por solicitud de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, EE.UU. Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú se reunió el 30 de abril el Consejo Permanente de la OEA, para deliberar sobre «la situación humanitaria que vive la población venezolana y su impacto en los países de la región». A estos fines fueron invitados varios expertos. Se anunciaron cuatro: Diego Beltrand, director general de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM); la doctora Susana Raffalli por Cáritas Venezuela; el doctor Julio Castro, venezolano, experto en enfermedades infecciosas; y Mauricio Rands, secretario de la OEA para asuntos de Acceso al Derecho y la Equidad. Finalmente expusieron tres de ellos, pues la Dra., Raffalli de Caritas no asistió, sino que presentó un informe que fue leído parcialmente por el presidente del CP, el embajador colombiano Andrés González. Es interesante señalar que Luis Almagro, secretario general de la OEA, en su presentación lamentó que se hayan ejercido presiones a los panelistas.
La reunión comenzó con el eterno baile de retraso que realiza Bolivia que no fue muy largo, al no tener cacofonía en la sala. Por lo que decidió retirarse.
La migración.
Dos temas fundamentales guiaron las diferentes presentaciones: la migración y la salud. Sobre ellos se refirieron tanto los expertos, como los embajadores que intervinieron.
El representante de la OIM alertó que la migración venezolana está en un proceso de aceleración y esto puede afectar a sus vecinos. Sólo en 2017 habrían salido del país 1,5 millones de venezolanos, según esta organización, mientras que en 2005 había medio millón de venezolanos viviendo en el exterior. Beltrand reconoció el esfuerzo de los países receptores por “diversidad de instrumentos se han venido otorgando, y no precisamente refugios. Países como Argentina, Uruguay y Brasil han implementado el convenido del Mercosur para poder ayudar a los venezolanos, mientras que Chile cuenta con el trámite de visado”. Advirtió que “de continuar la migración venezolana, pudiera mermar la capacidad de la región para abordarla”. Encuestas recientes (DatinCorp) muestran que 6 de cada 10 venezolanos está dispuesto a irse de su país, de tener la oportunidad.
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El director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU señaló que la estampida migratoria venezolana puede convertirse en “un desastre humanitario de proporciones nunca antes vistas en el hemisferio occidental”. Y ACNUR, al comparar nuestra migración con la de Italia «en el punto álgido de la crisis europea” dijo que mientras “… Italia recibía, anualmente, 180,000 personas. Colombia está recibiendo por mes 130,000 [venezolanos]”. Esta estampida migratoria la han contrastado con la de Siria y encuentran equivalencia del número de sirios que ingresaron a Alemania (600.000) con el de venezolanos que han huido a Colombia.
Los embajadores que intervinieron mostraron sus cifras. A Chile entraron 105.000 venezolanos en 2017, el doble que en 2016; a Perú entran al día más de 2.000 venezolanos; en Paraguay hay 4.700 venezolanos; en Colombia permanecían 550.599 venezolanos en 2017, para este abril había 762.000 e informó que el 57% de los migrantes entraron en 2017; en Argentina habrían más 170.000 venezolanos y ellos han crecido 344% entre 2015 y 2018.
La salud
Otro tema que preocupa a la comunidad internacional es la salud. El Dr- Castro describió la crisis venezolana con algunos indicadores claves. Entre ellas “la mortalidad materna que aumenta 25 % por año” en el último decenio y la infantil aumentó más del 60 %, entre 2015 y 2016. También habló de las epidemias de malaria, difteria y sarampión. Sobre la malaria explicó que “En el último trimestre de 2017 Venezuela reporta el 60% de los casos de la región” e informó que los casos de difteria y sarampión están en aumento. Esto ha afectado a los vecinos pues muchos de los casos de estas enfermedades en sus respectivos países son producto de la migración.
En Venezuela hay una crisis por las carencias de medicamentos, por ejemplo hay 75.000 pacientes con VIH que no han tenido acceso a sus medicamentos, por la escasez de estos. También mencionó las dificultades para los enfermos de cáncer y los trasplantados. Se estima una carencia de medicinas del 90%.
En el informe de Caritas se resalta que “entre 2015 y 2016, once mil niños murieron antes de cumplir su primer año de vida, aumentó la malaria y otras enfermedades; y aumentó el riesgo para las personas con VIH, pacientes trasplantados y quienes necesitan medicinas de altos costos”. En relación a la mortandad, un total de 11.400 niños murieron antes de cumplir su primer año de vida y 35% de mujeres perdieron la vida durante el embarazo o el parto”, dice el texto.
No nos importa
Lo de Venezuela ya no es la violación de los DD.HH. o que hay una dictadura, tragedias circunscritas a nuestro territorio. Ahora la tragedia se internacionaliza en las realidades concretas de una estampida migratoria que golpea de manera exponencial a la región. Sin embargo, mientras un nutrido número de gobiernos mostraba preocupación por la crisis interna desbordada que los afecta cada vez más, otro grupo de países se mantuvieron callados durante toda la reunión. Es como si esta tragedia no les importara. Entre ellos: los gobiernos caribeños, algunos de los cuales han comenzado a deportar a migrantes venezolanos sin cumplir los acuerdos internacionales, como es el denunciado caso de Trinidad y Tobago y las Antillas Neerlandesas, aunque estas últimas no pertenecen a la OEA.
Sí hay crisis
Lo que sí fue novedoso, ha sido escuchar al representante del régimen, Samuel Moncada, quien aceptó que la crisis existe, luego de varios años de negarla. Primero lanzó su usual perorata de que la idea es tumbar a Maduro y que «se está construyendo un caso de intervención en Venezuela» con la ayuda de EE.UU. y la derecha internacional al estar » tratando de hundir a Venezuela en una crisis para presentarse como salvadores». Llegó a decir que la idea es prepararse para no reconocer las elecciones del 20 de mayo, como si eso no fuera algo público, por parte de al menos 16 países del continente.
«No voy a desconocer la crisis, es ridículo”, aseveró Moncada y reconoció que Venezuela vive “un grave problema” e incluso afirmó que “hace falta una refundación económica, un cambio profundo de la economía, cambiar los modelos que fracasaron“, pero se negó a aceptar cualquier tipo de ayuda: “nosotros con nuestro dolor, con nuestro sufrimiento veremos como salimos de la crisis”.
Esta vez nadie salió en defensa del régimen y por primera vez a éste no le quedó más remedio que aceptar que hay una crisis y que deben cambiar. ¿Ese cambio sería para una sociedad democrática y una economía competitiva de mercado, como espera la comunidad internacional? Hasta ahora no parece posible si no se sale del régimen aunque sea por una transición en la cual habrá que “mordernos los labios un poquito para aceptar una fórmula que tenga algún grado de perdón”, pues incluirá a militares e individuos que muchos con razón quieren ver detrás de las rejas, como declaró Juan Cruz, asesor clave de Donald Trump sobre temas latinoamericanos.