Por Ramón Guillermo Aveledo
No hay incertidumbre el 20 de mayo ni tampoco el 21. El domingo ocurrirá lo que el poder ha preparado y el lunes la crisis venezolana amanecerá peor.
Amigos a quienes aprecio, demócratas sinceros para quienes no votar es muy difícil, me han manifestado dudas acerca de lo que sería correcto hacer ante la convocatoria electoral. Me lo plantean, claro, porque saben que nuestras perspectivas son muy similares. Les digo que en realidad estoy muy definido en mi decisión de no participar ese día precisamente porque soy demócrata y como tal, no me conformo con imitaciones. Por eso acompaño la línea de la Mesa de la Unidad Democrática y la política y socialmente plural del vasto movimiento nacional representado en el Frente Amplio Venezuela Libre.
En toda elección hay incertidumbre. En este caso no es así, porque no se trata de una elección, sino un montaje de quienes han privatizado el Estado en su exclusivo provecho y por eso han violentado todos los lapsos técnicamente necesarios, ilegalizado partidos y tarjetas, inhabilitado líderes y apresado y perseguido a otros, y persistido impunemente en el abuso de los medios de comunicación públicos. Ejecutar ese plan exigía evitar todo cambio que allanara la desconfianza en el CNE, negar el derecho a votar a millones de venezolanos en el exterior, impedir una verdadera observación electoral.
¿Y no es mejor participar que no hacerlo? Al fin y al cabo, argumentan, ya antes les hemos ganado en desventaja. Pero todo los cerrojos a la participación democrática que recién enumeré, los puso el grupito atrincherado en el poder de diciembre de 2015 en adelante. Además de lo más grueso, que es asegurarse a la brava un TSJ dispuesto a cualquier tropelía, incluso esterilizar la Asamblea Nacional legítima.
¿Hay candidatos que no son oficialistas en esta campaña? Sí, pero han aceptado participar sin garantías mínimas suficientes y las que se les han ofrecido no se les han cumplido, lo cual los coloca ante la decisión de denunciar la farsa o acabar atrapados como sus cómplices aunque sea involuntariamente.
Si el 20 de mayo hay lo previsto, lo que todavía está por verse, no habrá sorpresas. Siguen los que están y punto. Pero la cosa no seguirá igual sino peor. El 21 la crisis que vive nuestro país será más grave porque un gobierno desprestigiado, carente de la credibilidad necesaria, interna y externamente, para afrontar la crisis que sus políticas han causado, habrá concretado un fraude a la Constitución. El perjuicio para nuestro país es obvio.
El civismo venezolano no debe rendirse y no se rendirá. La voluntad democrática, pacífica, legalista no es debilidad. Así quedará demostrado.