No ha habido algo más dañino a la democracia que los planes sociales

Por Rafael Bayed

No ha habido algo más dañino a la democracia que los planes sociales en detrimento de la producción de bienes y servicios para la nación.

En Venezuela se conoce el éxodo campesino o éxodo rural como la migración  de los campesinos hacia los campos petroleros y ciudades a mediados del siglo XX hasta la actualidad, motivado esto a los cambios económicos ocurridos a partir de la segunda década del siglo XX, e incluso antes, cuando se pasó de una economía basada en rubros del campo a una economía petrolera. Ya las ciudades y pueblos petroleros no tienen el mismo atractivo para los campesinos que tenían hace tiempo por el hecho de que la población rural ya no busca fuentes de empleo en la industria, sino en los servicios. De hecho, a escala mundial, el sector de los servicios es el que concentra la mayor parte de la población activa.

La mayor consecuencia de esta migración es la desaparición de poblaciones rurales enteras en diversas zonas, las cuales quedaron abandonadas como pueblos fantasmas. A ello se refiere Miguel Otero Silva en una de sus mejores obras: “Casas muertas”, que está ambientada en unos pueblos llaneros (Ortiz y Parapara de Ortiz), donde la emigración a las ciudades los convierte en despoblados.

Venezuela pasó de ser un país eminentemente rural a un país altamente urbanizado, con 87% o más de la población residenciada en áreas urbanas con Caracas, Maracaibo, Maracay, Valencia, Barquisimeto y Ciudad Guayana como las principales ciudades. Esta situación obedeció en un primer momento al desarrollo de la actividad petrolera, cuya exportación generó una gran cantidad de divisas que sirvieron para la inversión de recursos de capital (obras de infraestructura) en las ciudades más importantes, comenzando a incrementarse los flujos migratorios del campo a los centros urbanos. Aunque se trata de un texto de fines de los años 60 del siglo XX, la obra de Chi-Yi Chen “Movimientos migratorios en Venezuela” resulta, tanto desde el punto de vista metodológico como conceptual, una obra muy interesante para consultar el tema de la emigración rural en Venezuela.

Ya mucho antes, desde fines del siglo XIX, cuando comenzó a incrementarse la oposición ciudad-campo en Venezuela, se podía constatar un verdadero éxodo rural hacia las grandes ciudades del país, en especial hacia Caracas.

A la salida del poder de Pérez Jiménez, un demagogo populista, defendido por  las caricaturas de partidos democráticos, fomentó más migraciones a las ciudades, como también la vagancia, Plan de Emergencia, el primer plan social para fomentar pagar sin trabajar y mantener vagos seguidores de los políticos, de base, que aparecían como fomentadores de invasiones de tierras de lo ajeno.

No ha habido algo más dañino a la democracia que los planes sociales en detrimento de la producción de bienes y servicios para la nación. Eso quieren los políticos de todas las tendencias: vagos que obedezcan a quien les consigue una dadiva, y que voten por ellos en cualquier elección, eso sí, a través del sistema stalinista.

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