Fuera del marco electoral e institucional se visualizan como modalidades de lucha, la de un derrocamiento militar o una intervención extranjera

Por Leopoldo Puchi

Fuera del marco electoral e institucional se visualizan como modalidades de lucha, la de un derrocamiento militar o una intervención extranjera.

En medio del vendaval de grandes dificultades económicas y de la hiperinflación, la pugna por el poder político ha logrado mantenerse en Venezuela dentro del cauce institucional y electoral. Sin embargo, no es un terreno firme o definitivo, sino uno que se hace frágil y se agrieta a consecuencia de las sacudidas de la confrontación. Corresponde entonces analizar hasta qué punto y de qué manera han impactado sobre ese terreno los recientes resultados de las elecciones presidenciales celebradas el domingo pasado.

Con las cifras conocidas, se puede hacer el siguiente ejercicio porcentual: Maduro con 30% del registro electoral; la abstención nueva, seguramente producto del llamado a la abstención, 28.87%; Henri Falcón, 9.30%; Javier Bertucci, 4.78%; Reinaldo Quijada, 0.17%; votos nulos, 1.89%; abstención tradicional promedio en presidenciales, 25%. De estos porcentajes puede constatarse una elevada propensión de los electores  a mantenerse en la lucha política bajo la horma electoral. Pero también hay que señalar que una porción significativa (28.76%) se ha desplazado fuera del campo político del sufragio, aunque no ha ocurrido un movimiento pleno de ese segmento hacia otras formas de lucha.

Fuera del marco electoral e institucional solo se visualizan como modalidades alternas de lucha, la de un derrocamiento militar o la de una intervención extranjera, estimuladas por diversos tipos de acciones de calle. De modo que desde importantes sectores de la oposición se pudiera intentar enrumbar a esa porción del electorado abstencionista hacia esas opciones. Esto le daría apoyo social a la decisión ya tomada por esos factores dirigentes de la de apostar a nuevas sanciones y a un cerco internacional para propiciar un desenlace en esos escenarios.

Al evaluar las probabilidades de que esta estrategia se imponga y de que se desancle de forma definitiva la lucha por el poder del terreno del sufragio y las instituciones, habría que prestarle atención a la reacción del sector que respaldó la candidatura de Henri Falcón luego del revés electoral sufrido, ya que al parecer han adoptado la misma línea de los factores partidarios de la abstención al decidir desconocer el proceso electoral y levantar la misma lista de condiciones. Un descarrilamiento que puede conducir a que una fracción de quienes estuvieron a favor de la participación se coloque como un vagón a la cola del tren que está en marcha hacia los escenarios señalados. Ya hay quienes proponen la confluencia en torno a una estrategia fuera del marco institucional.

Pero también hay probabilidades de que se fortalezca el cauce institucional. Todo dependerá de que los sectores de base del abstencionismo no sigan el paso hacia el abismo y de que el sector de Falcón se mantenga dentro del sistema ejerciendo una oposición firme, crítica y constructiva. De no ser así, la horma del sistema y del sufragio puede estallar y entonces hablarán las armas, en lugar del voto.

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