La derrota del régimen no será posible si no se apunta a zafarnos del síndrome de la resignación

Por Alfredo Michelena

La derrota del régimen no será posible si no se apunta a fracturar al pranato en el poder, a zafarnos del síndrome de la resignación y a mostrar que la oposición es una alternativa de poder.

Ganó Maduro. Nada de que sorprenderse. Muchos dirán que las encuestadoras se pelaron pues predecían que Falcón ganaría, como se pelaron en las anteriores elecciones regionales y locales. Pero una cosa es la “intención del voto” y otra es el voto. Sino pregúntenme a mí que cada domingo estoy convencido que el lunes empiezo una dieta y nada que pasa.

En lo que las encuestas no se pelaron – o se pelaron menos- es que Maduro es una solemne minoría pues solo obtuvo el 30% de los votos del total de votantes. Aunque en realidad debe ser menos del 20%  pues muchos votaron por él por hambre (CLAP) y el control social (Carnet de la Patria).  Eso es lo sorprendente. Se pensaba que a Maduro le adjudicarían al menos  los 7,5 millones de votos que sacó en 2013 o los 8 millones de la ANC. Pidió 10 millones de votos y sacó menos de 6 millones. De poco le sirvieron los cacareados16 millones inscritos en el Carnet de la Patria y los 4 millones de familia que recibirían las CLAP.

Muchos dicen que nada ha cambiado, pero sí que ha cambiado. En el ámbito internacional la tuerca se aprieta cada vez más contra el régimen y sus funcionarios corruptos.  El Grupo de Lima decretó una cacería contra ellos y no podrán esconder el dinero robado ni disfrutarlo en esos países y prontamente en toda Europa. También ha cambiado la percepción del régimen, si la gente se lo imaginaba ahora está muy clara que el régimen es una exigua minoría, que subsiste montado en las bayonetas, los métodos represivos de los cubanos y los apoyos internacionales del Club de  regímenes totalitarios , que incluyen dos potencias como China y Rusia. El régimen no pudo comprar  a los venezolanos con las migajas que dejaba caer desde sus opulentas mesas (CLAP). La gente exhausta se reveló silenciosamente. Ahora la pregunta clave es ¿qué hacer para detener esta desgracia antes que Maduro acabe con lo que queda de país?

Muchos quieren volver a la calle y desde allí repetir los sucesos de abril de 2002, pero es que la gente no quiere salir; otros que los militares den un golpe, pero si a Chávez le costó años en prepararlo para fallar estrepitosamente, ahora con el control cubano eso será más difícil; otros esperan que se dé una invasión que nos libere, pero qué  país va aponer los muertos por algo que nosotros debemos hacer; y finalmente están los que buscan otro chance negociado para unas elecciones “libres y justas”, cuando hasta ahora eso no ha sido posible, con un régimen que sabe, y ahora más que nunca, que contarse es suicida.

Aun así, no critico a los que las promueven estas u otras alternativas, pues en realidad no sé cuál de ellas dará al traste con estos secuestradores y así poder liberar este campo de concentración en que han convertido a Venezuela. Lo que sí sé es que la derrota del régimen no será posible si no se apunta a fracturar al pranato en el poder, a zafarnos del impuesto síndrome de la resignación y a demostrar que la oposición es más que una mayoría, una alternativa de poder. Y si no es posible la unidad al menos la coordinación de acciones que devuelva la esperanza esos millones que a pesar de todo no le respondieron a Maduro.  Ellos cuando venga la batalla final estarán allí.