Por J. Gerson Revanales
Haber solicitado la suspensión en la Organización de Estados Americanos es un autogol de la oposición.
La política exterior no se puede manejar con el populismo. El haber creado las expectativas de que se tenían los votos para la suspensión de Venezuela fue una irresponsabilidad del tamaño de la catedral de San Patrick y más de un alto funcionario diplomático acreditado ante la OEA.
Para un gobierno que no cree en el multilateralismo, en la responsabilidad internacional, en los componentes de la democracia como son: la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad del gobierno en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa. La subordinación constitucional de todas las instituciones del Estado a la autoridad civil y el respeto al estado de derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad, así como de sus elementos esenciales entre otros, el respeto a los derechos humanos; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos, definitivamente el gobierno no cree en estos principios y valores, por ello su suspensión le importa poco.
La suspensión es un arma de doble filo, por lo que plantearla desde el lado de la oposición puede ser utilizada por el gobierno en su contra, para justificar muchos de los grandes problemas que actualmente vivimos y de la crisis que atravesamos.
Como señala el Art 21 de la Carta Democrática, la suspensión acarrea la no participación en el sistema interamericano incluida la Cumbre de las Américas, lo cual implica que el país y los venezolanos dejaran de beneficiarse de la cooperación y asistencia que estos organismos brindan. Un ejemplo crítico y dramático es el retiro de la Oficina Panamericana de la Salud, en momentos en que enfermedades endémicas que desaparecieron hace más de treinta y cuarenta años como la poliomielitis, la fiebre amarilla, hoy nuevamente se han convertido en causas de muerte en zonas como el Amazonas afectando a venezolanos desposeídos como los Pemones.
Su misión es liderar esfuerzos colaborativos entre los Estados miembros y otros aliados para promover la equidad en salud, combatir las enfermedades, mejorar la calidad y prolongar la duración de la vida de los pueblos de las Américas. Igualmente se perdería la asistencia del Instituto Interamericano del Niño, la Niña y los adolescentes; de la Comisión Interamericana de Mujeres y del Instituto Panamericano de Geografía e Historia y del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura en momentos en que el poder comer se ha convertido en la razón de vivir. En este orden de ideas, el gobierno eludiría su responsabilidad alegando que es por culpa de la oposición que estamos fuera del sistema interamericano. En consecuencia, ya que el Sr. Maduro denunció la Carta de la OEA, dejemos que asuma su responsabilidad.