Por Jaime Granda
La hiperinflación debería unir a todos para evitar que más gente siga muriendo de hambre y desidia. Hay que salvar lo que queda de país.
Cuando un país llega a tan alto nivel de crisis humanitaria, la censura oficial y la represión sirven de poco para ocultar esa realidad.
Cada día crece el número de chavistas que percibe la gravedad de lo que está ocurriendo sin que haya excusa válida para que un gobierno que aparenta ante el mundo disponer de suficientes recursos, no puede pagar lo necesario para que millones de venezolanos puedan medio comer.
El debate político no puede seguir girando sobre temas secundarios. La oposición no puede seguir dividida o mediatizada por líderes que no reconocen sus errores, lo que los acerca demasiado al gobierno.
No podemos seguir otros 20 años en esta incertidumbre, entre insultos de una oposición sin objetivos transparentes y un gobierno sin controles. Tiene que consolidarse una fuerza que sirva de equilibrio entre esos dos polos, cuyos intereses están alejados de lo que requieren las mayorías, ahora sufriendo la peor crisis humanitaria de toda la historia de Venezuela.
Muchos expertos hablan sobre la hiperinflación, sus posibles causas y sus posibles soluciones, pero lo dicho el martes por el ex alcalde de Chacao Ramón Muchacho retrata la triste realidad, más allá de todas esas teorías. Muchacho comentó: La hiperinflación es mortal. Peor que una bomba de neutrones, esa que llaman sólo-mata-gente porque mata sin dañar construcciones ni edificios.
Agregó que la hiperinflación ha matado, y sigue matando, a mucha más gente que la bomba y planteó que si una criminal hiperinflación de 25 mil por ciento al año, sumado a todo lo demás, no es razón suficiente para unirnos y pedir juntos una intervención internacional por razones humanitarias, pues nada lo será.
Son millones de venezolanos que coinciden con lo dicho el lunes pasado por la rectora de la UCV, Cecilia García Arocha, quien recalcó la necesidad que tiene Venezuela de «un refrescamiento a nivel político» e instó a la oposición a realizar los esfuerzos necesarios para reorientar al país hacia el cambio.
Los chavistas, por su parte, deben asimilar lo que dicen muchos estudiosos del socialismo y admitir lo que dijo esta semana Mario Vargas Llosa que la Unión Soviética cayó por su incapacidad para crear justamente una sociedad moderna, eficiente, con trabajo para todo el mundo y con unos niveles de vida aceptables, y China se vuelve capitalista por la incapacidad del sistema estatista y colectivista de crear trabajo y condiciones de vida aceptables para todos sus ciudadanos. Creo que esa es la prueba más contundente y definitiva de que el socialismo, sobre todo en su versión comunista, no funciona, remató Vargas Llosa.
Por todo eso, es necesario que el país busque la estabilización de todas sus instituciones, hábitos y costumbres para que pueda buscar su necesario y obligado progreso. Es imprescindible que el gobierno y toda la oposición se pongan de acuerdo para atacar las verdaderas razones de la crisis económica y humanitaria que ocasiona hambruna y muertes por falta de medicinas y buenos servicios hospitalarios. La muerte por desnutrición de la elefanta “Ruperta” es parte de lo inocultable.
La triste realidad venezolana no permite más rodeos: Ni el gobierno ni la oposición sirven y ambos deben buscar un punto medio que salve lo que queda de país.