El fin justifica (el control de) los medios

Alberto D. Prieto

Por.- Alberto D. Prieto

Estos días no dejan de contratar a compañeros en la nueva Administración socialista para formar los equipos de cada departamento. Yo, si tuviese la suerte de que Josep Borrell me llamara para Asuntos Exteriores le daría una vuelta a lo de Gibraltar. Así, con un plan a largo plazo. Eso vende, y está visto que este Gobierno, que no podrá sacar leyes nuevas adelante por su raquítica minoría parlamentaria, ha decidido vivir de los gestos. ¡Ea! Recuperemos la colonia.

Estoy leyendo sobre Winston Churchill últimamente, un genio creando la realidad a su imagen y semejanza valiéndose de discursos y escritos… lo que tenía a mano en en aquella Inglaterra imperial de la primera mitad del siglo XX. Comparando aquella grandeza, yo alimentaría la sensación de desamparo de los gibraltareños respecto a su metrópoli por ejemplo, porque el 95,91% de ellos votó por permanecer en la Unión Europea en el referéndum de hace dos años y porque los perjuicios para la Roca serán mayúsculos cuando el Brexit. No soy Churchill pero hace sólo un año que acabé un master de marketing digital, así que algo sé de cómo poner en práctica esa estrategia.

Pero hay dos problemas. El primero, que Borrell no me ha llamado ni Gibraltar es prioritario. El segundo, que hace unos días una amiga me pateó la dignidad como estratega. Me agradecía por WhatsApp mi sincera alegría por ella tras un reconocimiento profesional merecido, rodeada como está de mediocres en su trabajo. Y me dijo “cómo eres de puro, Prieto”. ¿Puro? “Sí, buena persona… puro”.

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¡Tócate las narices!

O sea, que ni quienes bien me quieren piensan que yo sea capaz de montar un equipo de desinformación en las cloaquillas del Ministerio de Exteriores para intoxicar con miles de noticias sesgadas, reportajes pagados y discursos compuestos en los que el buen fin justifique los medios perversos. Está visto que los puros nos debemos contentar con elogios biempensantes vía teléfono móvil y que jamás en la vida pillaremos un puesto como, por ejemplo, sí ha hecho Andrés Gil, el elegido para presidir RTVE.

Porque para dirigir la corporación de radio y televisión públicas en España, el PSOE y Podemos han elegido a un tipo que no tiene experiencia alguna en televisión ni en radio, por lo cual uno colige que a lo mejor su mayor mérito es otro. Probablemente, su adscripción ideológica, que aunque yo sí sea un puro no soy gilipollas y Gil era hasta ahora el jefe de la sección de Política de ‘eldiario.es’, un medio cuya línea editorial tiene claras simpatías con el partido de Pablo Iglesias.

Precisamente fue el secretario general de Podemos quien anunció públicamente este jueves que Gil era el señalado, término adecuado para quien es elegido a dedo y en reuniones clandestinas. En ellas, Podemos se ha cobrado el precio de su apoyo a la moción de censura de Pedro Sánchez a Mariano Rajoy: elegiremos el nombre y lo anunciaremos nosotros, si la comunicación es poder, que se note.

Pese a que no hace un mes desde el cambio de Gobierno, los tiempos del PP parecen ya tan lejanos que los recién llegados han olvidado aquella “emergencia de higiene democrática” que exigía una radiotelevisión pública “independiente” cuya dirección fuese “elegida por concurso público”.

La verdad, la pura verdad, es que controlar los medios públicos era el fin de Podemos desde el principio, por mucho revuelo que haya formado el ‘dedazo’ de Andrés Gil. En enero de 2016, después de que un Rajoy sin apoyos declinase el encargo del rey para formar Gobierno, Sánchez se empeñó en hacerlo y entabló negociaciones con Ciudadanos y Podemos. Albert Rivera negoció y logró cerrar un acuerdo titulado “140 medidas para un gobierno reformista y de progreso”.

Pablo Iglesias, no. Es más, salió de su audiencia con Felipe VI en el Palacio de la Zarzuela y, sin llamar siquiera por teléfono a Sánchez [léalo aquí], anunció públicamente los cargos que se pedía: la vicepresidencia —para él, claro—, los ministerios de Economía, Defensa, Educación, Justicia, Interior… y el control de RTVE. Ya entonces estaba faltando a sus promesas, pues sólo seis meses antes había “garantizado” que Podemos “jamás entraría en un Gobierno que él no presidiera”.

Pero si algo dominan los chicos de Coleta Morada es el marketing digital: desarrollan estrategias adoctrinando a sus trolls, pontifican posverdades que marcan la agenda y señalan objetivos para su hordas de bots en las redes. Su labor es tan eficaz que, desde su irrupción hace ya cuatro años, radios, televisiones y periódicos utilizan la terminología que ellos deciden —“asaltar los cielos”, acabar con “la casta”…— y hablan de los asuntos que ellos pergeñan —el “saqueo de los de arriba”, los “desahucios contra los de abajo”…—. Porque saben generar verdades alternativas a partir de realidades manipuladas.

Así que controlar RTVE será coronarse, no hará falta forzar la verdad, bastará con decir cuál es.

Mi verdad, mi pura verdad, es que ni me llamará Borrell para montarle un lío en Gibraltar ni lo hicieron los del otro lado cuando mandaban, pese a que mi currículum fue movido en algunos buenos despachos. A lo mejor, además de puro sí que soy algo gilipollas y por eso mi amiga, que es más lista que un diablo disfrazado, me lanzó ese elogio de advertencia el otro día. El fin sí justifica los medios, sobre todo si son los de comunicación masiva.

 

Alberto D. Prieto es Corresponsal Internacional de OKDIARIO

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