Cementerio de instituciones

Por.- Jaime Granda.  

-Los altos sueldos a militares son parte de la destrucción institucional. 

Lo que está pasando en Venezuela no es fácil de entender y eso lo demuestran las contradicciones visibles en decisiones de organismos internacionales y de gobiernos que aseguran que quieren ayudar al pueblo de Venezuela.

Una reciente y extensa nota preparada por el equipo del portal El Cooperante muestra una realidad innegable. En las elecciones del pasado 20 de mayo hubo un suicidio opositor. Unos se mataron por abstenerse y otros por participar. Se dejaron chantajear por el Twitter y algunos analistas consideran que la disidencia se va a reorganizar más temprano que tarde. Sin embargo, esa esperanza parece ignorar que lo que domina en Venezuela es un proyecto internacional con obvias ventajas sobre los que creen que la lucha es solo entre grupos nacionales.

Esa nota asoma que frente a los que buscan salidas violentas o intervenciones extranjeras, la oposición local parece que ha entendido que la salida es electoral y por eso los esfuerzos dentro de la MUD y el Frente Amplio, pero antes deben superar la necesidad de reencontrarse.

Frente a esa realidad, luce interesante lo planteado el domingo pasado por el analista Carlos Blanco en extenso artículo de opinión en El Nacional bajo el título “Plegaria por la lucidez”.

Blanco recuerda que hace pocos años dijo a jóvenes venezolanos en Estados Unidos que “el régimen que gobierna a Venezuela no dilucida la historia y suma voces a su visión; sencillamente, suprime datos, cercena las imágenes para excluir personajes, falsifica las voces: no trabaja con los acontecimientos, sino que los fabrica o los aniquila. Hace collages con la historia; pero llega a creer que solo la relata”.

Más adelante precisa: “Destruir la historia implica la destrucción de las instituciones que son la memoria viva de las sociedades. Como en toda revolución, el régimen venezolano destruyó las instituciones; pero a diferencia de las revoluciones, no construyó otras nuevas. El país es un cementerio de instituciones entre las cuales destacan PDVSA, el Banco Central y la Fuerza Armada que de sus funciones originales se convirtieron en las financistas del régimen, las primeras; y ejecutora de la represión, la última.

“De este modo, el país es un amasijo de escombros institucionales, incluido el Poder Ejecutivo. Se ha dicho que éste no es eficiente, como si pudiera serlo; en realidad, está también destruido y solo se escenifica su ficción, un teatro que Chávez llevó al paroxismo con sus presentaciones diarias en televisión y que Maduro imita con más pena que gloria.

“La muerte de las instituciones y su sustitución por simulacros, deja a la sociedad sin densidad, sin estructura, es decir, sin historia”.

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Carlos Blanco no lo dice abiertamente, pero es obvio que en esa destrucción de instituciones están incluidos los partidos políticos anteriores, opuestos al proyecto castro-chavista.

Así las cosas no es fácil que la mayoría pueda ver la realidad con toda su crudeza y sin adornos, de acuerdo con los intereses del observador.

Blanco se plantea: ”¿Dónde se funda la incomprensión? No lo sé. Pueden ser intereses y no lo dudo, pero me inclino mucho más por una negligencia fundamental en buena parte del liderazgo político-intelectual de Venezuela y, tal vez, de América Latina. El dispositivo conceptual dominante solo podía ver democracias o dictaduras, sin atender a las nuevas formas de autoritarismo.

“Eran democracias más o menos imperfectas, pero perfectibles, o dictaduras militares tradicionales, de derecha o con veleidades izquierdizantes como las de Juan José Torres, en Bolivia, y Juan Velasco Alvarado, en Perú.

“Pero ese dispositivo conceptual tiene una fundación más profunda y es la debilidad intelectual de la dirección política del país. Como se sabe, los partidos venían mal y su incapacidad para promover las reformas y reformarse a sí mismos, condujo a Chávez; durante este régimen los partidos no han podido hacerse mejores, dadas las condiciones de represión, las limitaciones financieras y la carencia de programas.

“La dirección política, con sus excepciones, expresa estas limitaciones. No suele comunicar ideas frescas, no hay esfuerzo de investigación, las encuestas han sustituido el contacto con el país real, en general los nuevos dirigentes políticos tienen que tener mecanismos de financiamiento propios para dedicarse a la política y hay más ambición que propuestas.

“Esta ausencia de una renovación sustancial ha llevado a muchos a pensar que lo que Venezuela necesita son mejores políticas públicas y las proponen, como si el régimen imperante pudiera adoptarlas o como si su carencia fuese debido a ignorancia o falta de expertos a su lado”, dijo Blanco.

Revolución de desigualdades

Si no hay instituciones, tampoco hay Constitución ni ley que la sociedad pueda invocar para reclamar sus derechos. Día tras día hay decisiones del Poder Ejecutivo que niegan todo lo que dice la Constitución de 1999, especialmente su artículo 2: “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”.

Todos los presos políticos han comprobado que no somos iguales ante los organismos de justicia, pero esta semana el Poder Ejecutivo separó a los militares del resto de la sociedad al asignarles sueldos miles de veces por encima de lo que gana el resto de los venezolanos. Por supuesto que eso no es gratuito y se habla de una carta de lealtad al actual jefe de Estado para obtener el ascenso deseado.

Sobre esa evidente desigualdad, el médico y diputado a la legítima Asamblea Nacional  José Manuel Olivares, presidente de la Comisión de Desarrollo Social, planteó el lunes que los maltratados trabajadores del sector salud también merecen sueldos similares.

Desde el Hospital El Algodonal, en Caracas, donde había una protesta de sus trabajadores por los bajos salarios que perciben, el diputado dijo: “Si un coronel de la República va a ganar 240 millones de bolívares, un médico también merece ganarlo; si un teniente va a ganar 230 millones de bolívares, una enfermera también lo merece, si un Mayor va a ganar 148 millones de bolívares, un bioanalista también y si un Capitán va a ganar 118 millones de bolívares, nuestro personal obrero, técnico y administrativo del sector salud, también lo merece”.

 

 

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