Por Rafael Simón Jiménez
El apoyo de la cúpula militar más el fraccionamiento e incompetencia de una dirección opositora confundida sustentan la prolongación del régimen.
A medida que Venezuela sufre desgarradoramente los efectos de un gobierno cada vez mas depredador, incapaz y perverso, se hace imperativo la construcción de una unidad política y social que pueda agrupar y dar organización y direccionalidad a la inmensa mayoría de los ciudadanos que en medio de la angustia, la desesperación y los padecimientos cotidianos claman por una salida democrática a la tragedia actual.
El apoyo de la cúpula militar convertida en factor efectivo de gobierno, y el fraccionamiento y la incompetencia de una dirección opositora confundida y atomizada, son las únicas bases de sustentación que permiten la prolongación de un régimen, cuya continuidad es directamente proporcional al sufrimiento de los venezolanos y a la destrucción material, institucional y moral de la República.
De allí que el reclamo de enmiendas, rectificaciones y reformulaciones de las visiones, políticas y estrategias asumidas por los distintos grupos que se oponen a la prolongación del régimen, sea clamor de la sociedad venezolana, y condición indispensable para viabilizar la transición democrática. Solo con una solida y efectiva unidad y con una estrategia certera, eficiente e inteligente es posible avanzar en la dirección de los cambios.
La unidad hay que construirla elevando y dando prioridad a las coincidencias y visiones compartidas, por encima de las diferencias o rivalidades. Hoy es posible que los distintos agrupamientos opositores (MUD-FRENTE AMPLIO, CONCERTACION POR EL CAMBIO, SOY VENEZUELA, CHAVISMO DISIDENTE ) puedan suscribir un programa y una hoja de ruta en torno a objetivos comunes: el acompañamiento y promoción de las luchas reivindicativas y sociales, la defensa de la gente frente a la tragedia social que se padece, la libertad de los presos políticos, el respeto de los fueros y competencias de la Asamblea Nacional, las reformas del poder y del sistema electoral para devolver la confianza de los ciudadanos en el poder de su voto, son todas iniciativas donde no existen notorias diferencias, y desde donde pudiera avanzarse de inmediato para crear un amplio campo de coincidencia que abone las bases solidas de la unidad nacional.
No existen razones, distintas a las siempre solapadas de ambiciones, proyectos personales o deseos de prevalecer, que puedan impedir avanzar en la dirección unitaria. Incluso para quienes tienen fundamentadas aspiraciones de protagonismos, tiene que existir la elemental conciencia de que mientras no coloquemos los intereses supremos de Venezuela por encima de cualquier pretensión individual, para lograr salir de este malhadado régimen, tendrán que seguir postergando por tiempo indeterminado sus aspiraciones de poder, pues la prolongación del gobierno actual significa la liquidación de cualquier alternancia democrática.
Sobre el amplio campo de entendimiento y coincidencia que abre la desastrosa situación que hoy se vive en Venezuela, podemos forjar una auténtica unidad que acerque posiciones y que nos permita dilucidar nuestras diferencias tácticas y estratégicas en relación al camino democrático, electoral, cívico y constitucional proclamado por los factores opositores más importantes y que se constituyeron en factor de controversias y desencuentros a propósito de los comicios del pasado 20 de mayo y que deberán ser objeto de consideración y debate de cara al futuro inmediato de Venezuela y sus posibilidades reales de impulsar con fuerza la transición que impostergablemente reclama la inmensa mayoría de los venezolanos.