Por Mitzy Capriles de Ledezma
El país está quebrado e hipotecado de modo que, cuando caiga la dictadura, debemos reestructurar la deuda y captar recursos internacionales para reconstruir Venezuela.
El espíritu de nuestro Libertador Simón Bolívar y de los Padres de la Patria debe estar atormentado de saber que las duras y cruentas batallas por ellos libradas, a lo largo de tantos años para lograr nuestra soberanía, se perdieron en La Habana, porque en la actualidad Venezuela está convertida en una colonia manejada por Raúl Castro desde Cuba.
Nuestro país no tiene soberanía alimentaria, porque nada producimos debido a que arruinaron la actividad agrícola y pecuaria y destruyeron el aparato productivo. Venezuela tiene en riesgo su Esequibo por culpa de la banda de asaltantes que está entronizada en el poder. El régimen no ha sabido defender nuestro territorio, y, al mismo tiempo, la fundamental empresa generadora de riqueza que es Pdvsa está en la ruina. El país está quebrado e hipotecado, y por lo tanto, lo que corresponde es estar preparados para que cuando caiga la dictadura iniciemos un proceso de reestructuración de nuestra deuda pública y captar recursos internacionales que permitan la reconstrucción de Venezuela.
Durante su reciente gira por Estados Unidos, Antonio ha hecho propuestas interesantes. Una de ellas consiste en que los dineros que puedan prestar el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, los tesoros de los gobiernos de Europa, Estados Unidos y otros países para el fin anteriormente señalado, podrán ser recuperados por estos gobiernos una vez que hagan los préstamos, en la medida en que se localicen los capitales robados que se encuentran en paraísos fiscales, o sea, que pagaremos los préstamos internacionales con la recuperación de las fortunas que han sido robadas al tesoro nacional.
El drama que vive Venezuela desborda todos los límites. En nuestro país son sancionados con pena de muerte miles de personas víctimas de la inseguridad, toda vez que existe un total y absoluto control por parte del hampa que maneja las fronteras, desde el ELN colombiano hasta los paracos, los colectivos, las megabandas, los pranes, los sicarios y los grupos que actúan controlando las organizaciones laborales en forma de para-sindicatos que actúan con toda impunidad.
Una de las tantas sanciones dolorosas para nuestro pueblo es tener que pagar diariamente la condena de tener que pasar horas y horas en interminables colas frente a un abasto, supermercado o farmacia tratando de conseguir alimentos y medicinas para sus familiares enfermos, a precios inalcanzables, y eso si logra correr con la suerte de conseguirlos.
El pueblo en general está sancionado por un gobierno que ha envilecido los ingresos al extremo. El salario mínimo integral, luego de la decisión del 20 de junio, es de 5 millones 196 mil bolívares, un poco menos de 1,70 dólares, y de acuerdo al nuevo aumento a la FAN, un coronel del ejército pasa a ganar 250 millones de bolívares al mes, unos 80 dólares, mientras que un médico o un profesor universitario devenga menos de dos o tres dólares. Algo verdaderamente indignante. ¿Por qué no se homologa el salario de los militares a todos los trabajadores venezolanos? No hay que profundizar mucho para conocer el motivo.