Por Rafael Bayed
La disidencia democrática debe establecer rutas de protestas democráticas hasta que los ladrones de los pueblos abandonen su odio contra quienes amamos la libertad.
A la caída del comunismo en Europa Oriental, el criminal cubano Fidel Castro y los malhechores de su dictadura fomentaron la reunificación del chiripero latinoamericano para seguir justificando su desestabilización de las democracias latinoamericanas. Así se fomentó y se formó el Foro de Sao Paulo.
Las democracias del continente americano no vieron mas allá de sus miopías y consideraron que el encuentro era una reunión de intelectuales de mal llamada izquierda, socialistas, comunistas, anarquistas, críticos de Estados democráticos; pero viviendo de ellos para seguir aspirando a una forma de gobierno en la cual solo el que está en el poder tiene derecho a los beneficios del Estado, así como algo para el lumpen, además de populismo y demagogia para mantenerse y vivir de la dádiva; pero eso sí eliminando la clase media, los profesionales, empresarios, comerciantes, productores, y cuanto ser humano que aporte algo al desarrollo económico y social de la nación, porque todo debe ser controlado por el régimen y el partido que están por encima del Estado, las leyes y los derechos humanos.
La elección del militar izquierdista Hugo Chávez en 1998 en Venezuela representó la llegada al poder del primer gobierno de izquierda en muchas décadas en Latinoamérica y el primer gobierno de un partido miembro del Foro de Sao Paulo (el entonces MVR futuro PSUV) después de Cuba.
La asociación con Hugo Chávez y su sucesor Nicolás Maduro y el «chavismo», por la pertenencia al Foro, ha reverberado en las campañas electorales de diversos países latinoamericanos, y a fuerza del apoyo económico de estos cuatreros, se establecieron regímenes terroristas ajenos a la idiosincrasia de los pueblos latinoamericanos.
En estos días vimos el encuentro, de un año más, de los parásitos, que en nombre de las necesidades sociales de los pueblos se enarbolan como defensores. Hubo discursos altisonantes, verbo destemplado, odio y resentimiento contra las clases sociales productivas de las naciones del continente.
Siguen los discursos pétreos, la oligarquía, los burgueses, la derecha, el imperialismo, los fascistas y criminales de los pueblos necesitados. Pero ninguno que haya llegado a una cuota de poder o al poder completo arrima una medida que mejore la condición intelectual y social del individuo, ese individuo que llaman pueblo, el lumpen, en nombre de quien se violan todas las normas de convivencia para instaurar sistemas totalitarios, en los cuales la minoría oprime y asfixia a la mayoría para satisfacer la perversión de los mandantes.
Ahora sin dinero, para la fastuosidad, se reúnen los hediondos a viejo, a retardo social, a los que quieren una sociedad promiscua, genuflexa, pordiosera y miedosa de reclamar sus derechos.
Ahí vimos a unos de los criminales más sanguinarios e hipócritas después de su hermano Fidel, a Raúl, quien hablaba de amor y diálogo cuando llevan 60 años exprimiendo al pueblo cubano y ahora a otros con la patente de corso de ser un régimen con la bendición de las grandes potencias, que lleva la violencia y el crimen a donde les viene en gana.
La disidencia democrática deberá con o sin dirigentes establecer rutas de protestas democráticas, que las hay, hasta que los ladrones de los pueblos abandonen su odio contra los que amamos la libertad.