Por José Curiel
***La reconstrucción de Venezuela requiere del concurso de todos los ciudadanos, unidos en un solo objetivo común.
Hace poco vi, temprano en la mañana, una larguísima cola de personas de la tercera edad esperando pacientemente que el banco abriera sus puertas para poder cobrar una mísera pensión, la cual apenas sirve para pagar el transporte que los lleve al banco. Es un círculo vicioso –maligno. Una tortura colectiva.
El poder del dinero se devalúa cada día. Como se ha dicho, los salarios actuales suben por las escaleras y los precios suben por el ascensor. Esto es producto de una política económica absolutamente equivocada que el régimen actual se niega a reconocer y corregir. El régimen solo se limita a subir nominalmente los salarios pagados con dinero inorgánico, lo que acelera cada vez más el proceso inflacionario.
Esto está generando una hiperinflación que, según declaraciones recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI), será para diciembre de 1 millón por ciento, la mayor de la historia del mundo, solamente comparable a de Alemania antes de Hitler, lo que provocó la Segunda Guerra Mundial y más recientemente a la de Zinbabue en África. Toda esta tragedia es producto de un régimen incapaz en grado sumo, corrupto como el peor y comunista, al que solo le interesa mantenerse en el poder sobre los cadáveres de la población venezolana.
Es que la cabeza no les da para más o es simplemente que el régimen maligno solo pretende humillar a la población sometiéndola obedientemente a hacer cola para todo.
El pueblo venezolano unido, como fue el 23 de enero de 1958, con el respaldo de los países democráticos del mundo acabará con esta tragedia, para luego solidariamente emprender la reconstrucción de Venezuela.