Por Alfredo Michelena
Cálculo de tiempo y dinero para reparar el daño
Venezuela va camino al colapso. Cinco años de recesión económica y la más alta inflación del siglo presagian un quiebre del país. Pese a que esto no asegura una transición democrática, a fin de reparar el daño hecho, ya varios economistas han calculado el tiempo y el dinero que costará la reconstrucción de Venezuela.
Los vientos presagian borrascas en esta Venezuela que se hunde en un hueco negro. Los optimistas creen que estamos tocando fondo y que este colapso provocará un cambio y una resurrección, de la que saldrá una Venezuela muy distinta a la anterior. Los pesimistas creen que este régimen aferrado al poder preferirá seguir hundiéndonos en vez de permitir la recuperación del país.
La caída
Después de una década de bonanza por el incremento de los precios del petróleo, la cual terminó un año antes de la muerte de Chávez, a pocos les importó hacia dónde íbamos, pues la abundancia de dólares dio para robar y volver a vivir aquello del “ ’ta barato dame dos”.
Ahora estamos pagando las consecuencias. ¡Y de qué forma! Y es que no fue la caída de los precios del petróleo lo que trajo la crisis. Fue el no haber utilizado ese enorme ingreso de una manera racional y el haber optado por un modelo orientado a acabar con la iniciativa privada, concentrando todo el poder en el Estado. El economista Orlando Zamora en su estudio “Descubra cómo se dilapidó la más colosal riqueza jamás soñada por los venezolanos (1999-2015)” estima que el régimen gastó un poco más de US$2 billones. El famoso Plan Marshall, que reconstruyó a Europa después de la II Guerra Mundial, a precios actuales manejó apenas unos US$100 millardos.
Si para la muerte de Chávez estábamos ya mal, los seis años de Maduro han sido catastróficos. El hueco negro que forjó Chávez sigue succionándonos. Es el intento de imponer la teoría marxista (la teoría del valor), lo que Heinz Dieterich llamó el Socialismo del Siglo XXI, sobre una economía que se resiste. Ahora Venezuela está con nuevos genios como el español Alfredo Serrano o el fugaz ministro de economía y asociado a Serrano, Luis Salas, quien no cree que exista la inflación sino que esa fantasía es impuesta por la clase dominante.
Lo que nos espera este año
2018 será el quinto año consecutivo de recesión en Venezuela. El Fondo Monetario Internacional (FMI) calculó que la contracción económica sería de un 18%. Aunque según estudios de la Asamblea Nacional (AN), ya se llegó al 12% en el primer trimestre y se dirige a superar con creces lo previsto por el FMI. La artera política de acabar con la clase burguesa (teoría marxista de la revolución), es decir los propietarios de las empresas a través de fuertes controles e impuestos y expropiaciones, han producido la desaparición del 60% de las empresas según reporta Fedecámaras. La mayoría en el último quinquenio. Y unos 1.000 empresarios más podrían cerrar este año, según la organización patronal. Lo cierto según el FMI, es que desde 2016 hubo una contracción económica superior al 45% y la más grave predicción es que la inflación de 2018 terminará en 1.000.000%, “similar a la de Alemania en 1923 o la de Zimbabue a fines del 2000″, según el director del departamento del Hemisferio Occidental del Fondo, Alejandro Werner.
En estas condiciones deja de tener sentido el trabajo remunerado, pues aunque el régimen aumente el salario – lo hizo cuatro veces este año- estos no pueden compensar la espiral inflacionaria, sino que más bien la potencian. La moneda ya no tiene sentido pues no sirve como medio de ahorro, al menos en bolívares, que si Fuertes (F), que si Soberanos (s), cuando ya no sirven ni como medio de pago, ni como unidad contable. Al momento de escribir esta nota un dólar se cambiaba en el mercado negro en Bfs3,5 millones, que son Bs3,5 millardos de los de antes. El bolívar es un cadáver insepulto.
Por problemas contables se decretó un proceso de reconversión monetaria que quitará cinco ceros para que la moneda más pequeña sea de BsF 50.000, transmutada en la mitad de un bolívar soberano BsS 0,50. Para solucionar los otros problemas, Maduro anunció que se permitirán inversiones en moneda extranjera. Lo que seguramente dolarizará la economía y sin duda los precios.
La catástrofe
“Si se cumplen las proyecciones de los organismos multilaterales para 2018, el país habrá perdido cerca del 50% de su producto interno bruto en cinco años” según explican los economistas Ricardo Hausman, M.A. Santos y D. Barrios en un artículo publicado en el New York Times. Es una de “las catástrofes económicas más grandes de los últimos sesenta años, por encima de Zimbabue entre 2002 y 2008, y comparable solo con la de países que fueron soviéticos luego de la transición del comunismo. O a la de conflictos bélicos como los de Irak, Liberia, Libia y Sudán del Sur en las últimas tres décadas.”
En el centro de esto está el colapso de la industria petrolera. Cuando llegó Chávez al poder, Venezuela producía 3,5 millones de b/d, hoy produce un poco más de un tercio de esa cifra al alcanzar los 1,34 millones de b/d, cayendo en 42.000 de b/d en junio. Varios analistas sostienen que para fin de año bajará a menos de un millón de b/d. La justificación de que la crisis es por la caída del precio del petróleo se esfuma, pues el precio del barril petrolero se ha triplicado desde 2015, mientras que en Venezuela la crisis económica se acelera.
Venezuela se enfrenta a una deuda de unos US$150 millardos incluyendo los bonos soberanos, los de PDVSA y los comerciales, según la firma Síntesis Financiera. Para octubre de este año se deberán pagar US$4.533,8. Pero la casi única fuente de divisas, los ingresos de PDVSA, vienen cayendo de US$121.895 millones en 2014 a US$48.002 millones en 2016 y, según la firma Ecoanalítica, en 2017 habrían sido apenas US$28.000 millones. Lo que no da ni para pagar ni siquiera la deuda de la petrolera, que alcanzaba a $41.000 millones en 2016.
La posibilidad de embargos está a la orden del día como ya se comprobó en el caso de Aruba, cuando ConocoPhillips logró un embargo por una deuda de US$2 millardos y aunque este asunto se superó, ahora Conoco va “a por CITGO”.
Por su lado los tenedores de bonos se reúnen para protegerse del impago y Trump facilita el embargo de CITGO.
El cambio
Muchos analistas concuerdan en que en una democracia ya el gobierno debería haber renunciado como medio para superar esta catastrófica crisis. Pero nos enfrentamos a un régimen que sea por razones ideológicas, políticas o delincuenciales, no está dispuesta a hacerse a un lado y dejar el poder.
Los estados fallidos, como parece ser el caso de Venezuela, pueden mantener una élite en el poder si logran el control del aparato represivo del estado (militares y policías) y un cierto control del territorio por otros métodos no convencionales de represión (colectivos, guerrillas, comunas) con apoyo a mecanismos de subsistencias (CLAP, Carnet de la Patria), Es la tradicional combinación de la zanahoria y el garrote, además de diezmar y debilitar a la oposición.
Para la transformación política no sólo hacen falta las condiciones materiales del cambio, que ya existen y sobran, así como también existen las subjetivas a juzgar por la necesidad de cambio que reflejan las encuestas. Lo que falta son las acciones políticas que debiliten y eventualmente quiebren a las alianzas en el poder. El hambre, las penurias y las manifestaciones espontaneas no producen automáticamente el cambio del sistema. Como dice el economista y profesor de Harvard, Miguel Ángel Santos, la millonaria inflación que se avecina no necesariamente provocará un cambio político. Se requiere un esfuerzo organizado de las fuerzas que promueven el cambio con base a una estrategia orientada a contribuir a la fractura del régimen, con un liderazgo fuerte y una unidad de acción, condiciones que en este momento están muy mermadas.
Sin duda hay un cierto resquebrajamiento de la alianza en el poder a juzgar por las novedosas, pero tímidas críticas que surgieron entre dirigentes del partido de gobierno, a las puertas de su IV Congreso del PSUV, irónicamente interrumpido por un prolongado apagón que afectó a casi toda Caracas. Por otro lado, como dice el sacerdote Luis Ugalde s.j. “el gobierno sabe que los militares lo quieren sacar y tiene miedo y el régimen cubano lo sabe. En los cuarteles hay un malestar terrible”. A esto el régimen ha contestado con zanahoria y garrote. Lo primero con el desmesurado aumento de los sueldos a la casta militar, y lo segundo con el creciente número de oficiales presos acusados de traición a la patria. La decena de marinos apresados recientemente, sumados a los 73 que reporta el Foro Penal, alcanzan a ser un tercio de todos los presos políticos.
La resurrección
Pero asumamos que frente a la crisis, evitaremos terminar en un modelo tipo Zimbabwe o cubano, y se produce un cambio político que permite la reconstrucción de Venezuela en democracia y libre mercado. Ya algunos economistas venezolanos, entre ellos Hausman, Santos y Barrios, se lo han planteado y han estimado como será posible salir de este hueco negro.
Este grupo de economistas de Harvard ya venían haciendo propuestas muy concretas, pero en su última aproximación señalan que el deterioro reciente es tan grande que se requiere ajustarlas.
En los últimos doce meses la producción petrolera ha caído en casi un 30%, lo que “representa unos $12.000 millones anuales, cifra similar al total de las importaciones del año pasado, y equivalente a 140 % de las reservas internacionales del país. Además, han colapsado los sistemas de refinación, generación eléctrica, agua, gas doméstico y salud, y se han ido del país más de un millón de venezolanos”. Ya no basta con reestructurar la deuda y una tradicional ayuda financiera del FMI, que ellos ahora calculan en $60 millardos, sino que se requerirán “ donaciones de rápido desembolso por aproximadamente $20.000 millones, necesarios para financiar la importación de materias primas, insumos intermedios, repuestos, medicinas y equipos necesarios para iniciar la recuperación acelerada de la producción”. Este tipo de donaciones se han dado en casos recientes como Palestina (2008 -2010), Irak (2005-2007), Haití (2009 -2011), Zambia (2005 -2007) o Siria y Jordania (2013-2015).
Tiempos
¿ En cuanto tiempo nos recuperamos?, Miguel Ángel Santos y Douglas Barrios en un artículo en el portal de noticias Prodavinci nos dicen “si queremos recuperar el PIB por habitante que teníamos en 2013 en una década (2017-2026), deberíamos crecer como mínimo 4,63% anual (promedio geométrico durante diez años)”. Pero esta es una posibilidad bastante difícil. También estiman que la producción petrolera pudiera ser recuperada en 10 años. Ambas cosas con base a nuestra propia experiencia.
Al estudiar 50 casos de países que sufrieron descalabros semejantes al de Venezuela, los autores concluyen que 32% se recuperaron en una década, solo 8% en cinco años y 4% en tres años. De estos 50 países, 26 (42,3%) se recuperaron en diez años, con apoyo del FMI. Aunque Argentina lo logró en tres años, creciendo a una tasa anual de 3,7%.
Muchos nos preguntamos si en Venezuela como país petrolero no será más fácil recuperarse. Los tres autores han conseguido que “la frecuencia de recuperación en países petroleros no es mayor (31% en los países petroleros, 32% en los no-petroleros)”. Por lo que, es más bien el crecimiento de la economía no petrolera lo que más importa.