Por Alfredo Michelena
***El nuevo Presidente de Colombia quiere abanderar la cruzada por la democracia en Venezuela y su objetivo es llevar a Maduro a la Corte Penal Internacional o fomentar la disolución de organizaciones multilaterales procastrochavistas como UNASUR.
Todo se dio como estaba previsto en la ceremonia de toma de posesión del nuevo presidente de Colombia Iván Duque. Su discurso fue muy ponderado y muy dirigido hacia Colombia. Mas en una directa pero velada referencia a Venezuela dijo que no permitiría “cualquier forma de dictadura en el continente americano”, y él mismo ha dicho que Maduro es un dictador. Pero también es una advertencia para otros gobiernos como el de Bolivia y Nicaragua.
No hubo representación oficial del gobierno venezolano en el acto, aunque fueron invitados y estuvieron presentes diputados de la Asamblea Nacional incluyendo su presidente. Maduro ya no se aparece por las reuniones de presidentes de la región. No se siente bienvenido.
Pero mientras Duque se juramentaba, ya Maduro tenía otra acusación contra Colombia; otro intento de “magnicidio”. Acusaba al presidente saliente de estar en la conspiración. Estas acusaciones contra los presidentes y expresidentes colombianos es algo recurrente para el chavismo.
Para Venezuela, la hipótesis de guerra ha sido siempre la confrontación con Colombia. Antes era por problemas limítrofes y ahora por alianza con un imperio norteño dispuesto a atacar en cualquier momento. Pamplinas.
Pero el tema militar no se reduce a esta gran invasión desde el norte y el oeste. La injerencia política del castrochavismo en el vecino país ha sido una constante, pero el tema militar/policial entre ambos países es muy grave, pues la frontera común está controlada por las narcoguerrillas de los disidentes de las FARC, el ELN y los Pelusos entre otros así como las bandas criminales muchas de ellas relacionadas con carteles internacionales. Y lo más grave es que todos ellos se articulan con la Venezuela chavista.
Al replantearse las conversiones de paz con el ELN, dado que el peso de la guerra contra las FARC está al mínimo, es muy probable que el nuevo gobierno ponga mayor interés en la frontera. No solo para mantener la tesis de Santos de negociaciones pero sin concesiones militares, es decir, continuar la guerra; sino porque hay una presión desde los EE.UU. para que Colombia baje la producción y tráfico de estupefacientes. Y en esto el maridaje entre estos grupos delincuenciales, sean políticos o no con, el régimen o nuestros carteles propios como el Cartel de los Soles, es un elemento clave a desarticular.
Pero no se trata solo de que hay campamentos del ELN en nuestra frontera, es que se han adentrado hasta las zonas mineras de Amazonas y Bolívar para controlar y predar de esos negocios ilícitos.
Sin la ruptura de este cordón umbilical con la Venezuela chavista, ni la paz de Colombia estará siempre segura ni el negocio del narcotráfico amainará. Para no hablar de otros negocios ilícitos como el lavado de capitales.
Duque quiere abanderar una cruzada para devolver la democracia en Venezuela. Insiste en que no es un tema militar y lo ha dicho y demostrado al enfocarse en otros aspectos como llevar a Maduro a la Corte Penal Internacional o fomentar la disolución de las organizaciones multilaterales procastrochavistas como UNASUR.
Pero el tema militar no se puede descartar. Hay preocupación en Colombia y en la región a juzgar por el último comunicado del Grupo de Lima. Aunque el régimen tema poner a prueba su control real sobre los militares venezolanos. Baste recordar a los “militares de carrera” el día del atentado.