Leonardo Padrón: Venezuela es un país en guerra; los bombardeos son emocionales

Los venezolanos conocemos su pluma reflejada cada noche durante años en las pantallas del prime time nocturno. Hemos seguido sus agudos análisis en la prensa. Hemos disfrutado de sus letras. Leonardo Padrón es un ícono de la palabra en nuestro país y en su paso por Madrid, nuestra Jefa de Información en España, Lorena Arraiz Rodríguez, ha conversado en exclusiva con el poeta y escritor, sobre el país y sobre su propia experiencia en el exilio.

Como es evidente, Padrón insiste en la necesidad casi imperiosa de escribir sobre el país y sus desdichas, sobre sus nostalgias, sobre su dolor. “Nos han pasado tantas cosas en estos últimos 20 años, que es cada vez más perentorio escribir, dejar por sentado lo que está ocurriendo, lo que ha ocurrido, de dónde viene esta pesadilla, no olvidar el epicentro, no olvidar los errores que nos trajeron aquí. La diferencia es que pierdo la inmediatez que te da vivir en la zona de guerra, porque Venezuela es un país en guerra, a pesar de que no suenen los bombardeos, porque los bombardeos son emocionales, internos, psíquicos, cotidianos, mínimos, pero contundentes”, aseguró con ese dejo en la mirada de quien extraña hasta los tuétanos y precisamente por eso, su compromiso es más fuerte.

Pero, por supuesto, existen tantos niveles de compromiso como venezolanos dentro y fuera del país y cada quien elige la trinchera desde la cual dar la batalla en esta guerra. “Sin duda los venezolanos tenemos una misión imperativa de cara al futuro, que es justamente la reconstrucción. Un país devastado moralmente, económicamente, incluso en términos de densidad poblacional es un país que ha sido vaciado y es nuestra casa, es decir, nosotros tenemos que reconstruir nuestra casa que fue arrasada por un tsunami absolutamente sórdido, llamado Socialismo del siglo XXI, encarnado -nunca lo olvidemos- por uno de los personajes más siniestros que ha vivido en América Latina, que con la bandera del populismo hipnotizó a buena parte del país, se ganó su fervor, su confianza y básicamente el libreto que ha cumplido el socialismo mal interpretado en tantos países, ocurrió en Venezuela. Entonces nosotros, una vez salidos de la pesadilla, tenemos que emerger, reconstruirnos a nosotros mismos, volver a tener fe en el territorio que ocupamos”, ha dicho el escritor, con su voz grave y su visión aguda.

Siempre creo que voy a fracasar cuando me enfrento a una página en blanco

Luego de hablar sobre el país y sus resquicios de esperanza, democracia y reconstrucción, hemos abordado al propio Leonardo Padrón desde una perspectiva más personal y humana, para conocer a la persona que hay detrás del personaje, lo que lo emociona, lo que lo conmueve, lo que lo seduce.

Yo soy una persona en permanente asombro ante el hecho de estar vivo, es decir, me parece un acontecimiento sensacional estar vivo, entonces tener consciencia de eso, desde siempre, creo que me hizo aproximarme al arte para celebrar el misterio de la existencia, sus complejidades, sus zonas oscuras, sus zonas luminosas, y dentro de eso, lo que más me exalta es la belleza en todas sus manifestaciones:  la belleza en un poema de Borges o Vallejo, en una mujer, en una catedral, en los alardes de la naturaleza, en el ejercicio de la amistad, en los rincones del sexo, es decir, creo que hay muchísimas cosas de la existencia que nos deberían seducir y deberíamos hacer el ejercicio de devolverle el cortejo al mundo”, ha expresado el poeta, que vive desde hace un año fuera de Venezuela, no por elección: salió de gira y no pudo volver.

Hemos querido saber cómo vive su experiencia como parte de esa diáspora venezolana que abarca generaciones enteras, que ha separado familias y unido continentes. ”El Exilio implica volver al punto cero de muchas cosas, por las que uno pensaba que ya había pasado. Para mí el exilio me ha significado una cantidad de primeras veces. En términos de trabajo me supone escribir por primera vez escribir para un público que no es mi público habitual, no es el venezolano de a pie (…) sino para el hispano que habita en EEUU y eso implicó modificar mi manera de abordar el hecho dramático para contar una historia. Una primera vez en el desasosiego del exilio. Primera vez metido dentro de la palabra exilio que genera una asfixia emocional tremenda. Yo lo he asumido con cierto sentido lúdico: toca y es otro desafío en mi recorrido por la vida y entonces le busco la maravilla a algunas de esas cosas”, explicó con el optimismo de quien ha entendido que la desesperanza aprendida no es el mejor lugar que podemos tener como nuevo punto de partida.

Al parecer, en Venezuela nadie escapa del exilio, sea el propio o el de algún familiar, amigo o conocido. Todos sufrimos los embates de la distancia. Leonardo Padrón también. El mismo que siempre ha nutrido sus letras con la cotidianidad de nuestro gentilicio, ahora se ha tenido que ver en otro contexto, retado a seguir haciendo Patria, pero desde otras latitudes. “Yo sigo haciendo exactamente lo que hacía cuando estaba en Venezuela, sigo escribiendo mi columna semanal donde el 99% de las veces hablo sobre el país y sus avatares , sobre el estatus emocional de los venezolanos, sobre las dosis de cinismo que recibimos a paladas llenas cada día, en fin, siempre tratando de señalar, de subrayar, de poner en negro sobre blanco lo que ha veces la desmemoria lleva a un rincón peligroso que es el olvido”, ha dicho el escritor desde Madrid, donde estuvo asentado dos meses debido a la gira internacional de la obra de teatro musical que escribió hace poco más de dos años, “Piaf, voz y delirio”.

Contar la vida de la artista francesa Edith Piaf ha sido su primer reto teatral y ha sido un espectáculo que ha traspasado fronteras. Nos emociona saberlo pero no nos sorprende. Lo que sí sorprende -un poco- es que el orfebre de la palabra asegure con un dejo de nostalgia en la voz, que siempre que se enfrenta a una página en blanco tiene miedo de fracasar. ¿Será ese miedo al fracaso lo que le hace esforzarse más para crear historias que nos erizan la piel?

“A la palabra siempre me acerco con inmenso respeto, con la debida devoción y con pánico. Siempre creo que voy a fracasar cada vez que me acerco a la página en blanco (…) escribir tiene una buena dosis de sufrimiento, de lidia con la palabra. La palabra está llena de actos fallidos. Cada quien busca su territorio, el mío ha sido la palabra, con los riesgos, los abismos, las dificultades que tiene. A veces me vence, pero creo que es la mejor aventura en la que me he metido y es la que va a surcar mi existencia entera (…) Hay proyectos secretos a los que todavía no les he dado forma porque me abisman,  siento que son más grandes que mis posibilidades. La poesía, que es quizás el momento de la palabra que más busco y que más añoro, siempre es esquiva, siempre tengo que seducirla con todas las mañas posibles. A ve4ces digo “perdí la voz poética, ¿dónde está el poema?” Son muchos más los poemas que he querido escribir  y no he escrito, que los que escribí”, dice con absoluta honestidad, de esa que se nota en la mirada.

Y como no podía ser de otra manera, hemos querido dejar para el final las palabras que Leonardo Padrón dedicó a hablar de la esperanza, porque nos hace mucha falta  volver a creer en nuestro gentilicio, en nuestras posibilidades, en nuestro país: “La esperanza es un acto de fe individual (…) Hay gente que sigue apostando –desde su trinchera, desde la humildad de su oficio, seguir haciendo país. Los países no se acaban, se transforman, mutan, sus ciudadanos muchas veces se van, vuelven algunos, otros no, pero nadie deja de crear si es un verdadero creador. Entonces la esperanza es que crear siempre va a ser nuestro pasaporte para regresar a la mejor zona de nuestro gentilicio”.