Por.- Eduardo Martínez/ Corresponsal en Italia
El 5 de septiembre de 1938 se ejecutó uno de los sucesos más vergonzosos de la historia política italiana. Ese día el Rey Vittorio Emmanuel III firmó en su finca veraniega de San Rossore –a 16 kilómetros de la ciudad de Pisa, el Decreto Ley No. 1390 que fijó las “Medidas para la defensa de la raza en las escuelas fascistas”.
El fascismo, en sintonía con lo que ocurría paralelamente en Alemania y muy probablemente a pedido de Hitler, rompió la tradición de apertura de la sociedad italiana a la inmigración y desató una progresiva persecución de los italianos y extranjeros residentes de fe hebrea. Los hebreos en Italia, si bien constituían una comunidad muy reducida, acumulaban una historia de más de mil años en suelo italiano.
La ley fascista No. 1390 – aprobada por el Gran Consejo Fascista presidido por Benito Mussolini, y avalada por el rey con su firma- tuvo como consecuencia que 96 profesores titulares y asociados, 133 asistentes, centenares de profesores y más 1.500 estudiantes, fueran expulsados de las universidades italianas. En tanto, decenas de miles de niños y jóvenes de escuelas y liceos, también fueran expulsados de todas las instituciones oficiales italianas.
A 80 años de su aprobación, la conmemoración ha pasado casi desapercibida en la gran prensa italiana, a excepción de cortas reseñas en los noticiarios de la red televisiva oficial RAI, y dos notas en los diarios “La Repubblica” y “Abitare a Roma”.
Contrastando con este silencio, la Conferencia de Rectores de las Universidades Italianas (CRUI) ha convocado a una “Ceremonia de Disculpa y Conmemoración” para este 20 de septiembre, en la sede de la Universidad de Pisa.
Los rectores en este acto, que será transmitido en vivo, firmarán una carta de disculpa formal. Una disculpa que acepta la comunidad hebrea, si bien la considera “demasiado poco y demasiado tarde”.
“Juntos decidimos dar cuerpo a nuestras intenciones y a la conmemoración con un gesto tangible, creando un momento oficial, de ahí la idea de la ceremonia a la que se unirán los máximos representantes de las universidades italianas, ofreciendo un reconocimiento moral a todos los miembros de las comunidades judías que asistirán“, declaró el rector de la Universidad de Pisa, Paolo Maria Mancarella, al The Times of Israel.
Por su parte, el rector de la Universidad de Nápoles, presidente de CRUI, Gaetano Manfredi, ha señalado que: “Recordar lo que sucedió es triste, pero importante, no solo para reconocer la falta de respuesta de la academia en aquel entonces, sino también para recordarnos nuestras responsabilidades contra cualquier forma de intolerancia hoy y en el futuro”.
Esta ceremonia se desarrollará en momentos en que en Italia se ha desatado una ola xenofóbica, como resultado de una crisis de inmigrantes ilegales que llegan desde el norte de África.
Organizaciones judaicas italianas han señalado que sobre este hecho se ha producido un “silencio reverberante”. Lo que ha sido reproducido en redes sociales, páginas web y diversos blogs.
Entre estas publicaciones se destaca la web mexicana “enlacejudio.com”, que publicó: “La reacción del mundo académico italiano ante la persecución de sus pares judíos fue de silenciosa connivencia. De los 866 académicos “arios” a los que se les ofrecieron las posiciones de los profesores judíos expulsados, solo uno se negó”.
Igualmente cita del libro “La doble depuración”, de Francesca Pelini e Ileana Pavan, que “tampoco la situación estaba completamente corregida después de la guerra, cuando los académicos expulsados fueron reintegrados. Aquellos que habían reemplazado a los judíos mantuvieron sus puestos y permanecieron como los principales poseedores de las sillas. Los profesores judíos fueron considerados “personal adicional” y, a menudo, despedidos a la primera oportunidad”.
En todo caso prevalecen las declaraciones reflexivas de Noemí Di Segni, presidenta de la Unión de la Comunidad Hebrea Italiana (Ucei). “Hoy es un día histórico en el cual debemos demandar qué tipo de historia queremos comprender. Es el momento de hacer un balance, y es importante entender qué pasó en estos 80 años después de esa firma y en qué modo en aquel momento los italianos han asistido indiferentes a la introducción de las leyes raciales. Debemos hacerlo en modo que no suceda más”.
Sin embargo, las reacciones a 80 años de distancia pueden ser un tanto extremas. En 1944, las leyes raciales fueron anuladas por el gobierno que sustituyó al régimen fascista. En la Constitución republicana de 1948, los constituyentes incluyeron el artículo 34, cuyo texto señala que “La escuela está abierta a todos”, sin ningún otro vocablo que adjectivizara o limitara. Así lo señaló en su nota de prensa de este 5 de septiembre de 20018, el diario Abitare a Roma..
El diario La Repubblica se recogió este miércoles 5 de septiembre, las declaraciones del escritor y periodista Roberto Saviano, quien pidió a los italianos “expliquen a vuestros hijos cómo se llegó a este punto” del decreto Ley de 1938. Saviano saltó a las primeras páginas de la prensa en los últimos meses, por su polémica con Matteo Salvini, ministro del Interior, sobre la crisis de la inmigración.
El periodista ha denunciado una “deriva racista” de los italianos, y ha calificado a Salvini como “el ministro de la mala vida”. Lo que ha tenido como consecuencia el enquerellamiento en tribunales por parte de Salvini.
En sus declaraciones a La Repubblica, Salvini señaló que “el racismo es la búsqueda desesperada de la identidad y se manifiesta cuando fracasa la política”.
En el contexto actual de la crisis de los inmigrantes, la conmemoración de los 80 años de la promulgación de las leyes racistas, comienza a adquirir otro cariz más allá de lo meramente histórico. En Roma, la alcalde Virginia Raggi firmó una carta dirigida a los residentes de las calles Vía Arturo Donato y Vía Edoardo Zavattari, en la capital italiana, en la cual informa que se cambiará el nombre de esas dos calles. El porqué de la decisión pasa por conocer quiénes fueron estos dos personajes. Ambos firmaron el “Manifiesto de la raza”, del 5 de agosto de 1938. Un documento que daría origen a los decretos raciales fascistas del año 1938. Mussolini, ya desde agosto de ese año, preparaba el ambiente que al mes siguiente se establecería en decretos leyes. Luego de firmada la ley del 5 de septiembre, Benito Mussolini se dirigió en un acto de masas en la ciudad de Trieste. Allí defendió y justificó la aplicación de leyes raciales en contra de los hebreros italianos.
La gravedad de estas leyes es que no disfrazó la persecución, sino que vino acompañada de estudios seudocientíficos –firmados por reconocidos científicos- que la justificaban.
El Papa Pio XII se opuso pública y abiertamente a estas leyes, lo que desató amenazas por parte del propio Mussolini. La respuesta del Vaticano fue la de contratar, y proteger en su territorio, a varios profesores judíos, a la vez de reclamar oficialmente la violación los Tratados de Letrán de 1929, que el propio Mussolini había firmado con la Iglesia, y en donde se reconocía la jurisdicción vaticana.