Por Williams Dávila
***Hay que establecer una pausa en las discordias y ponerle el hombro a Venezuela para no seguir recostados en el muro de las lamentaciones de lo que no hemos hecho por nuestro país.
Hablar de la historia política contemporánea de Venezuela, obliga necesariamente a pasearse por las páginas trazadas por el partido Acción Democrática (AD), que este 13 de septiembre arriba a su aniversario 77. AD es un partido que está presente en la memoria profunda de los afectos de todos los venezolanos, pues siempre ha sido vanguardia de la lucha por las libertades políticas y el avance de nuestra nación.
En su momento, citando a González Prada, Rómulo Betancourt llamó a asumir la consigna de “romper el pacto infame de hablar a media voz”. En AD hemos sido leales a ese compromiso, evitando ponerles sordinas a nuestras palabras. Somos un Partido con historia y principios. Hemos extraído del corazón y de la conciencia del pueblo sus angustias, apetencias y esperanzas, sus actitudes serenas o sus protestas para verterlos en orientación. AD hoy representa el ejemplo de la lucha pacífica, cívica y contundente, en defensa de las libertades públicas. AD representa avance, bienestar y oportunidades para todos por igual, un ideal perenne de una mejor Venezuela. Democracia y participación. Pan, tierra y trabajo, eso es AD.
Estamos llamados como partido a ser como lo dijo nuestro fundador Rómulo Betancourt, un paradigma de dignidad social; estar al servicio de la gente, de sus luchas; acompañar a nuestro pueblo en sus anhelos y aspiraciones. La gran tarea del mundo político de hoy es reencontrarse cada día con la gente, con el pueblo humilde, cuya mayor aspiración es que no lo olviden, que no nos olvidemos de ellos.
Si algo ha hecho daño a este país, gobernado tantas veces en su dolorosa historia por déspotas y dictadores, ha sido en sus momentos de democracia las facciones que alimentan agrias controversias interpartidistas. Hay que establecer una pausa en las discordias y ponerle el hombro a Venezuela para no seguir recostados en el muro de las lamentaciones de todo cuanto no hemos hecho por nuestro país. La unidad existe y es una necesidad que debemos resguardar de ambiciones personalistas. AD está llamado a ser un gran constructor de la unidad no solo política sino social. Hay que ir hacia la gente. Un gran consenso nacional. Si no fortalecemos el contacto con la gente generando sincronía entre sus aspiraciones y la actuación de sus dirigentes, sencillamente estamos condenados al fracaso y el país a la ignominia.
AD, cónsonos con sus principios, está llamado a ser un paradigma de dignidad social; estar al servicio de la gente, de sus luchas; acompañar a nuestro pueblo en sus anhelos y aspiraciones. La gran tarea del mundo político de hoy es reencontrarse cada día con la gente, con el pueblo humilde, cuya mayor aspiración es que no lo olviden, que no nos olvidemos de ellos.
AD es el gran partido de la integración, del nacionalismo evolutivo, de la democracia participativa y social, del respeto de los derechos humanos en toda su densidad. En consecuencia, tenemos el compromiso histórico, hoy más que nunca, de liderar el proyecto de redención social y eso no significa bajo ningún concepto que estemos compitiendo o luchando contra nadie que no sea el régimen corrupto, depravado y totalmente antivenezolano que actualmente ejerce el poder de forma autocrática en Miraflores.
El país demanda coherencia, unidad y esfuerzo pleno para acompañar a nuestro pueblo en sus penurias. Desde Acción Democrática somos creyentes del valor de la unidad, por eso vamos a promoverla donde hace falta: en la base. Nuestra postura es clara: hay que salir de Maduro y para ello hace falta conducción, esperanza y determinación de lucha. Auténtica unidad popular. ¡Combatir hasta triunfar!
Acción Democrática nació para hacer historia. Hoy son 77 años luchando por Venezuela y por los venezolanos. Mañana serán mayores. Hemos escrito las páginas más hermosas de nuestra historia contemporánea y nos sentimos profundamente orgullosos de que así sea. Hoy AD es un sentimiento vivo de inspiración y trabajo, de libertad y bienestar. Sí hay futuro y vamos a conquistarlo. No dejaremos que nadie nos robe el sueño de una Venezuela próspera y democrática, donde los venezolanos nos reencontremos como hermanos, hijos de una misma tierra y juntos trabajemos por salir adelante. Unidos nos vamos a maravillar de las grandes cosas que somos capaces de hacer.