Por.- Jaime Granda
Lo que vienen son protestas por los eliminados derechos laborales y por el derecho a vivir en paz y con suficiente abastecimiento de lo que cada humano necesita cada día, incluyendo buenos servicios públicos.
Las expresiones soeces, grotescas y reñidas con el horario infantil de los medios audiovisuales, ofrecidas por personajes simbólicos del régimen chavista como Pedro Carreño e Iris Varela durante la marcha oficialista del 11 de septiembre, revelan simple desesperación porque la situación nacional e internacional se les está escapando de sus manos.
Pero más allá de su reacción incontrolada, el ataque y las amenazas contra los “escuálidos” coloca una verdad sobre el tapete. La definición de escuálidos que cualquiera puede leer en los diccionarios autorizados por la Real Academia de la Lengua Española es de personas que tienen una delgadez muy acentuada.
A simple vista se nota que Carreño, Varela y el resto de
Partiendo de allí la gente puede apreciar que estamos frente a un régimen gordo y un pueblo escuálido, un pueblo con serias dificultades para conseguir la comida que necesita cada día y por eso está con una “delgadez acentuada”.
Contradicciones
Siguen multiplicándose las contradicciones entre los voceros del régimen y acentuándose la negación de lo que antes aseguraban que era la vía para conseguir el bienestar de todos los oprimidos por el imperialismo, el capitalismo y sus vasallos en estas tierras que vivieron 40 años de prosperidad que hoy añora la mayoría.
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Fueron 40 años descalificados por los que hoy han destruido todo lo que se construyó en esa breve incursión de los venezolanos en el mundo de las libertades y una democracia cuyo camino hacia la perfección fue interrumpido en 1998 con las consecuencias que hoy hasta los mismos voceros del régimen aceptan como errores que es necesario corregir para que la gente sencilla, la gente que manipularon, pueda volver a comer, estudiar, laborar, producir para cubrir sus necesidades, como ocurría antes de 1998.
Tienen que aprender y corregir que todo control en exceso produce corrupción. Cualquiera sabe que cada puesto de control tiene tarifas para las ilegalidades. Al lado de cada alcabala hay pasos ilegales. Muy importante que aprendan es que en economía los precios no se pueden decretar. Si el productor y los vendedores del producto no reciben a cambio de sus faenas los recursos para seguir disfrutando lo mejor de la vida, suspenden esas faenas y se dedican a cualquier otra actividad. Cada vez que un productor deja de llevar sus cosechas al mercado, eso se refleja en el pueblo consumidor. Estos aprendices de brujos políticos tienen que asumir y aceptar que el producto más caro es aquel que no se consigue.
Las contradicciones de quienes aspiran a seguir manejando los recursos del Estado venezolano llegan a tanto que antes juraban que el Socialismo del siglo XXI era para rescatar a los trabajadores de las manos de las clases dominantes que los explotaban y darles un mundo mejor.
Ahora, están coqueteando con los supuestos explotadores de los trabajadores a quienes ofrecen el oro y el moro, villas y castillos, siempre y cuando los ayuden a seguir llenando sus bolsillos.
Para congraciarse con los futuros “socios”, el régimen ha eliminado de facto los sindicatos, los contratos colectivos, los salarios máximos y mínimos porque todos los empleados y obreros cobrarán lo mismo, lo que varios expertos califican como “la cubanización del salario en Venezuela” sin importar lo que diga la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Esos cambios en sus teorías supuestamente socialistas vienen como consecuencia de haber destruido la producción nacional de comida, medicinas, vehículos, repuestos, y de haber destruido la industria petrolera de la cual caía el maná que hizo multimillonarios a unos pobres de solemnidad que ahora lucen lo que se produce en el odiado imperio, incluyendo viviendas, vehículos, vestimenta y prendas costosas.
Por eso, la cabeza más visible del régimen tuvo que viajar esta semana de manera urgente a China porque había enviado a su segunda a rogar por préstamos para cubrir lo que ya no cubre la renta petrolera. Los chinos, con su complicado idioma, le dijeron a la enviada que ellos no hablan con payasos, sino con el dueño del circo.
En resumen, al régimen se le está cayendo también su estrategia de viralizar promesas en las redes sociales porque el pueblo escuálido exige comida concreta, visible y táctil, no monedas ni nada que sea virtual.
Lo que viene son protestas laborales para defender los liquidados derechos reconocidos internacionalmente y protestas populares para defender el derecho a vivir en paz y tranquilidad con buenos servicios públicos y abastecimiento adecuado de lo que cada humano necesita cada día.