Por.- Jaime Granda
La orden china es controlar la
corrupción y liberar la economía. El presidente chino,
Xi Jinping, advirtió que más que una reconversión
monetaria, es necesaria una reconversión mental.
Sobre el último e intempestivo viaje de Nicolás Maduro
a China se han escrito miles de páginas y millones de
caracteres, tanto en los medios convencionales como en las redes sociales, pero queda mucho por reseñar en lo que pudiera considerarse “chino simplificado”.
Para ello hay que poner las cosas en el tiempo y las
circunstancias que corresponden a 2018, es decir, 42
años después de la desaparición de Mao Zedong o Mao
Tse-Tung, quien fue el máximo dirigente del Partido
Comunista de China y de la República Popular China
de la cual se apoderó en 1949, tras la llamada
Revolución China, y hasta el 9 de septiembre de 1976,
cuando murió, impuso los planteamientos del
marxismo-leninismo con matices propios ajustados a
las características de la sociedad china.
Todo eso se acabó con la llegada al poder del
revisionista Deng Xiaoping, sucesor de Mao, bajo cuyo
liderazgo la República Popular China emprendió las
reformas económicas de liberación de la economía
socialista que han permitido que esa nación haya
alcanzado impresionantes cotas de crecimiento
económico.
Deng Xiaoping murió el 19 de febrero de 1997, pero
sus seguidores han mantenido sus reformas y han
mejorado la economía china año tras año, lo que
significa que todo lo de Mao, incluyendo su traje
parecido al liquilique venezolano, al igual que sus
estatuas que fueron derribadas, son cosas de un
pasado que nadie quiere.
En esas circunstancias, aparece Nicolás Maduro,
obligado por los chinos a enfrentarlos cara a cara para
precisar las condiciones en las cuales se le puede
ayudar para que solvente la situación económica
causada por sus malos manejos en Venezuela.
Trajeado con algo parecido a la vestimenta favorita de
Mao y creyendo que sería recibido con vivas y
aplausos, Maduro fue visto como un fantasma que
recorre el mundo sin entender que ya no es de este
mundo. Su empeño en visitar la tumba de Mao agravó
la impresión de su atraso histórico.
Los actuales dirigentes chinos entendieron que es
urgente tratar de actualizar al jefe de la cúpula que
maneja el Estado venezolanos y sus inmensas
riquezas para que haya entendimiento favorable para
ambas naciones.
Lea también: En brazos de China caímos de rodillas y con la cabeza gacha
Tuvieron que ser duros. Despertarlo e imponerle que
las ideas atrasadas de Mao impedían el progreso
económico de China. Mostrarle que la dirigencia china
de hoy viste formalmente con trajes y corbatas, como
se hace en todo Occidente.
Le dijeron que no es suficiente una reconversión
monetaria para superar la crisis en Venezuela. Es
necesaria una reconversión mental. Lo que debe
controlar es la corrupción que tanto daño ha causado a
los negocios de los mismos chinos y liberar la
economía. Le explicaron, una y mil veces, que el
socialismo en China fue sustituido por el pragmatismo.
Le insistieron en que los controles excesivos del
Estado siempre han sido caldo de cultivo para la
corrupción y la desviación de fondos hacia manos que
no aportan nada al resto de la gente.
Xinhua, la agencia oficial de noticias de China, fue
clara en su reseña, Nicolás Maduro aceptó el regaño
de Xi Jinping y le dijo que se compromete a aprender
más sobre la exitosa experiencia china en reforma,
apertura y gobernabilidad.
Xi Jinping le dijo que China y Venezuela deben mejorar
e innovar la cooperación pragmática.
Así que todo lo ocurrido en China fue consecuencia de
no haber concluido lo que ya habían exigido cuando el
régimen venezolano comenzó a descabezar a
chavistas veteranos de la industria petrolera. La idea
era atacar la creciente y destructiva corrupción, pero
también aprovecharon para sacar a quienes se oponen
a lo que a todas luces es la venta de PDVSA, tal como
lo dijo uno de los descabezados, el ex ministro de
Petróleo Rafael Ramirez en su acostumbrado artículo
de opinión dominical.
Confirmación
El miércoles pasado, el Fiscal General nombrado por la
cuestionada Asamblea Nacional Constituyente, Tarek
William Saab, informó sobre una nueva trama de
corrupción en PDVSA por la compra de 400 cisternas
de aluminio para el transporte de combustibles, lo que
provocó daños a la empresa por 18 millones y medio
de dólares americanos.
El funcionario comentó que en el marco de la
emergencia eléctrica de 2010 compraron por
adjudicación directa esas cisternas a la empresa
mexicana Trailers y Tanques de Aluminio S.A., a pesar
de que ya se habían hecho compras de eso a
empresas chinas.
Están investigando otras compras a empresas
mexicanas y libraron órdenes de aprehensión en
contra de: Pedro Jiménez y Carlos Brett, expresidentes
y gerentes generales de la Empresa Nacional de
Transporte, y Robert Korzaka también exgerente
general de la misma empresa. Asimismo Jesús
González, subgerente administrativo del Distrito
Barinas; José Márquez, gerente de Ventas
Industriales; José Maestre, gerente de Planificación
adscrito a Bariven y Mario Villamizar, gerente de
Mantenimiento de Flota de la División Boyacá.
También se requirió la aprehensión de Samuel García,
gerente de Mantenimiento y Angelina Peña, analista de
Contrataciones, ambos de la Empresa Nacional de Transporte.
Lo anterior confirma las exigencias chinas para que el
régimen venezolano controle la corrupción, no la
economía.
Otros detalles
La crónica sobre las interioridades del chavismo
incluye los recelos despertados por la reciente reunión
de los ministros de Defensa de Brasil y Venezuela, los
generales Joaquim Silva y Luna y Vladimir Padrino
López, aunque se dijo que el tema tratado tiene que
ver con el suministro de energía a Roraima, estado
brasileño afectado por el éxodo de venezolanos.
O’Globo habló del “viaje secreto” del ministro de Brasil
para reunirse con su homólogo venezolano.
Igualmente incluye la denuncia de Nicolás Maduro
sobre supuesto golpe de Estado en su contra que
debería ocurrir en octubre venidero. Acusó
directamente al general retirado de la Guardia
Nacional Bolivariana (GNB) Francisco Báez, quien,
supuestamente, se mueve entre Miami y República Dominicana.