Leopoldo Puchi
***Una intervención no luce como algo inminente, pero sin dudas hay preparativos así como nuevas medidas de bloqueo económico.
Luego de las declaraciones del senador estadounidense Marco Rubio, en las que señala que estaría planteada una intervención en Venezuela, se ha incrementado la inquietud sobre las posibilidades de un conflicto bélico. En esa misma dirección se inscribe el reciente discurso del expresidente colombiano Álvaro Uribe, quien propone que su país realice una acción armada en el territorio venezolano.
Por otra parte, se desconoce aún cuál es la posición definitiva de Donald Trump, quien ha señalado que “ninguna opción está descartada”, pero que en días recientes dio un paso en el sentido del diálogo y las negociaciones al encomendarle a dos de sus funcionarios entrar en contacto con el presidente Nicolás Maduro y tratar una agenda de diez puntos. Esta reunión pautada para el sábado 8 de septiembre finalmente no se realizó, porque factores internos en Washington lograron bloquearla. Se trataba de una iniciativa oficial, en la que se preveía que participarían Michael Fitzpatrick y Pete Marocco, altos funcionarios del Departamento de Estado, al frente del cual se encuentra Mike Pompeo, un hombre de confianza de Trump.
Como se sabe, la lucha entre facciones tiene convulsionado al mundo político estadounidense. No hay claridad sobre las líneas de trabajo. Hay sectores en la propia administración que se han constituido, de acuerdo al reciente artículo publicado en el “New York Times”, en una red clandestina, organizada en las distintas oficinas para obstruir aquellos lineamientos de Trump que consideran errados.
Y el asunto se complica cuando se trata de Venezuela, ya que existe un grupo muy activo que gira en torno a los sectores cubanoamericanos opuestos a las políticas de apertura de Barak Obama. Tiene fisonomía propia y no responde a la visión que pudiera tener el Pentágono, ni se amolda exactamente a los intereses o al ritmo de Trump. Son muy radicales, partidarios de medidas extremas y de acciones de guerra. Tienen mucho peso y han incrementado su influencia con la designación de Mauricio Claver-Carone en el Consejo de Seguridad Nacional. De su lado se ubican otros funcionarios, como Nikki Haley y diversos cuadros en posiciones de mando, tanto demócratas como republicanos.
En medio de estas dificultades por las que atraviesa Washington, de órdenes y contraórdenes, es difícil saber a qué atenerse, de modo que una intervención no luce como algo inminente, pero sin dudas hay preparativos. Se prevén nuevas medidas de bloqueo económico que afectarían las condiciones de vida de la población y se acoplan dispositivos bélicos para potenciales actos de guerra.
Las probabilidades de un conflicto bélico dependen de quien se imponga en Washington. La iniciativa de Mike Pompeo de tomar el camino del diálogo con Venezuela no debe considerarse como descartada de forma definitiva. Se ha dado un paso atrás, pero ha habido encuentros de la cancillería con representantes del Departamento de Estado. Eso es lo razonable: explorar la vía de las negociaciones y buscar puntos de encuentro