Por Eddo Polesel
***Debemos regresar a un régimen democrático incluyente, que reúna los impulsos de las fuerzas políticas, económicas y sociales para lograr el bien común.
El laberinto dentro del cual nos encontramos los venezolanos, a esta altura, es el resultado del régimen castrochavista, copiado del socialismo del siglo XXI que destruyó el modelo político, económico y social que habíamos logrado establecer durante la denominada cuarta República. Un análisis de las causas revela que es resultado de la aplicación ideológica del socialismo del siglo XXI, que es una máscara para esconder la ideología comunista, la cual se ha venido tratando de imponer -a trocha y mocha- sin darse cuenta de que quienes en estos últimos veinte años nos han desgobernado, demuestran que lo que han tratado es de construir un nuevo modelo político que sustituyera el existente y han colocado el país en un círculo perverso que no encuentra soluciones a la problemática que ha heredado. En cambio las han agravado en forma preocupante, pues no se ve ni una salida hacia una posible solución. Esto le ocurre a quienes pretenden imponer soluciones utilizando la vía revolucionaria y no la adaptación progresiva de un sistema imperfecto pero perfectible.
Esto no es ningún invento sino lo que la historia nos indica; además, en contra de quienes han venido ejerciendo el poder. Están todas las acciones cuyos resultados hemos venido padeciendo y no amainarán sino todo lo contrario. Debemos regresar a un régimen democrático incluyente, que reúna los impulsos de las fuerzas políticas, económicas y sociales que interactúan en función del bien común y su mejoramiento progresivo sostenible.
Sin embargo, es básico tener en cuenta que retornar de donde estábamos a un sistema parlamentario democrático, resultado de un proceso electoral transparente no es cosa fácil; pues hemos llegado a tal gravedad que las dificultades, para retornar aunque sea a un sistema democrático imperfecto, es de tal magnitud que requiere de un esfuerzo nacional de las fuerzas democráticas. Para que interactúen en tal sentido no es fácil lograrlo, habida cuenta de las distintas posiciones que la partes en causa mantienen.
Si no se logra una unificación del esfuerzo nacional, concentrado en pos de alcanzar la presión necesaria para vencer las dificultades que hemos venido sufriendo, no saldremos de este cuadro sino que empeorará y esto no lo podemos aceptar, porque las clases menos favorecidas han llegado a un nivel de desnutrición inaceptable. Hay que recobrar las fuerzas que han venido mermando y devolverles al país y a su gente un futuro de mejores expectativas.