Por .- Jaime Granda
La desunión opositora, dentro y fuera de Venezuela, alarga la crisis humanitaria en Venezuela y la aprovecha totalmente el régimen.
Terminaron las vacaciones escolares y el regreso a clases muestra el deterioro del sistema educativo en Venezuela, mientras la lucha política acapara casi todos los espacios.
No solo son las dificultades de padres y representantes para cubrir las necesidades de uno o más muchachos en la escuela, también hay deterioro de la infraestructura escolar, hay carencias en las escuelas, carencia de comida, carencia de respeto a los educadores y carencia de seguridad personal en casi todos los centros educativos.
Sobran motivos para la ausencia de estudiantes y educadores al comienzo de este año escolar que refleja lo que está pasando en Venezuela al agravarse en los últimos cinco años el abandono de valores y misión de gobernantes a quienes no les importa la suerte de los ciudadanos. Así, Caracas es un ejemplo de esa irresponsabilidad de funcionarios que llegan a los cargos y siguen dedicados a la lucha política mientras las calles son basureros, los delincuentes hacen lo que quieran, los servicios públicos son cada día peores y hay dificultades hasta para pagar sus tarifas.
Padres, representantes y niños que no se han ido del país tampoco pueden atender sus empleos y escuelas porque se sigue haciendo cola para cualquier diligencia bancaria, comprar comida, comprar un boleto del Metro o comprar alguna medicina.
Ese es el panorama general de Venezuela, incluyendo los frecuentes apagones, suspensión del servicio de agua, caída de Internet, de señales de teléfonos celulares y calles sin mantenimiento que con cada aguacero quedan intransitables.
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La política
En el panorama político se observa que el grupo que maneja el Estado está buscando corregir los errores acumulados en medio de sus parcelas de poder. Las cosas no salen todo lo bien que les gustaría, pero están admitiendo que estaban errados.
En la acera del frente, lo que llaman oposición, la cosa se ve peor porque ni hay unión ni hay rectificación de errores, sino todo lo contrario.
Tema trajinado en los últimos días ha sido el aparente distanciamiento del excandidato presidencial Henrique Capriles con el partido Primero Justicia, además del enfrentamiento de los opositores que están en el país con los que están operando desde el exterior y dominan la escena mediática.
En lo interno dicen que Capriles, aunque diga lo contrario, se está desmarcando de los radicales que quedaron fuera de toda posibilidad de participar en elecciones como las municipales previstas para el 09 de diciembre.
De 21 organizaciones políticas validadas nacionalmente, solo cinco son de tendencia opositora, son ellas Avanzada Progresista de Henri Falcón, Copei, MAS, el partido del diputado Timoteo Zambrano, Movimiento Ciudadano por el Cambio y Lápiz de Antonio Ecarri (hijo).
Pero dicen los que conocen la materia que Henrique Capriles capta la atención con una tolda propia ya validada por el Poder Electoral bajo el nombre La Fuerza del Cambio con permiso para entrar a la contienda del 9-D. A la fecha Capriles no admite públicamente ser la cara de La Fuerza del Cambio, pero fuentes serias lo sostienen.
Diosdado Cabello, presidente de la ANC y vicepresidente del Psuv, opina que “ese partido es de Capriles, se fue de PJ, todos los saben, claro que es de él”, afirmó recientemente en su programa “Con el mazo dando”.
Horas después que el Poder Electoral informara sobre las organizaciones validadas para participar en las municipales, en las que se incluía a La Fuerza del Cambio, Capriles declaró que seguía en PJ. “Yo estoy en Primero Justicia, mi partido el cual fui cofundador y sigo militando es el partido Primero Justicia, nos ilegalizaron pero eso no significa que dejemos de compartir la organización”, dijo en su programa radial.
Y lo más reciente al respecto fue que se preguntó: “¿Que yo me fui de Primero Justicia? ¿Eso le interesa a los venezolanos? Ese no es el tema de conversación. Allí es donde creo que hay un gran problema porque hay una desconexión absoluta entre los dirigentes y la población”.
Capriles viene recalcando que “en la oposición hay dos visiones: una con matices, pero que cree que hay que rescatar el poder del voto en el país, y otro sector muy activo que cuando lo increpas, recibes respuestas de insultos”.
La desunión opositora también se manifiesta fuera de Venezuela y eso lo aprovecha totalmente el régimen y sus asesores financiados desde Rusia.
La guerra contra Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), porque dijo que no se debe descartar ninguna opción si se quiere sacar del poder al grupo de Nicolás Maduro, es parte de esa desunión de los que supuestamente quieren que en Venezuela regrese la democracia.
Esa desunión alarga cualquier posibilidad de superar la crisis humanitaria en Venezuela, a pesar de la poca efectividad de las correcciones que el régimen anuncia sobre sus viejos errores ideológicos y económicos.
Lo demás, incluyendo las rabietas de Nicolás Maduro por los bomberos que pasearon un burro en su cuartel y lo ocurrido con el famoso cocinero turco, son distracciones que no dejan de aliviar la situación del grupo dominante.