Antes era cada tres meses, pero ahora las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), darán estimación de voto cada mes. Aunque esto no es lo único que tiene a toda España pendiente de las nuevas estadísticas electorales y políticas, sino que también se acusa al nuevo presidente del CIS, José Félix Tezanos, de cocinar el barómetro en favor del PSOE, cambiando la metodología y los modos de estimación a los que estábamos acostumbrados. Por ejemplo, por primera vez una encuesta general y periódica ofrece datos por regiones, sobre las posibilidades de cada uno de los partidos.
Según la última encuesta publicada el martes 25 de septiembre, el PSOE sale fortalecido de sus primeros 100 días de gobierno y el PP no logra rentabilizar el efecto Casado, es decir, los socialistas aumentan ligeramente su liderazgo con un 30,5% de intención de voto, a casi diez puntos de distancia de los populares, que apenas avanzan cuatro décimas (hasta el 20,8%) desde que Pablo Casado se hizo con la presidencia del partido. Ciudadanos cae a la tercera posición, pisando los talones al PP, con un 19,6%, y Unidos Podemos y sus confluencias quedan en cuarto lugar con un 16,1%.
La controversia se centra en la llamada cocina, término que para los sociólogos no es peyorativo, sino que hace referencia a las técnicas que permiten corregir falsas impresiones que se pueden colar en un sondeo. La novedad del CIS sería precisamente renunciar a la cocina. Lo explicó en la cadena SER el miércoles su nuevo presidente en una entrevista que avivó aún más la polémica, porque además se descolgó con valoraciones políticas. Y el CIS tuvo que volver ayer sobre la cuestión con una nota de prensa: «Con esta proyección se evita eso que se llama cocina (…), el CIS recoge lo que opina y dice directamente la población encuestada, sin ninguna distorsión ni reelaboración no explicada».
En este sentido, el politólogo Lluis Orriols dijo en Twitter que «la cocina del CIS ha muerto». Mientras que Antonio Alaminos Chica, director de investigación del CIS y segundo de Tezanos, ha defendido la nueva metodología, sin dudar: «El problema es que los que estaban haciendo cocina no quieren explicar qué hacen, no sea que pase como en ‘El mago de Oz’, que detrás de la gran cortina haya un enano con un altavoz» y ha continuado defendiendo que ya no hay cocina en el CIS, con la siguiente explicación: «No se debe hacer cocina cuando no existe un modelo que ajuste correctamente con las tendencias que se están produciendo. La cocina significa, en términos claros, que entre la información que llega objetiva de lo que opinan los ciudadanos a los resultados que se exponen hay un proceso intermedio desconocido por el cual no se puede verificar ni reproducir ni testar qué es lo que se ha hecho con los datos. Eso se llama cocina. Lo que ha hecho el CIS no es cocina. Ahora hemos hecho ciencia. Tienes los datos, dices lo que haces con ellos y expones hasta dónde puedes llegar con la información que tienes. Es la diferencia entre cocina e investigación científica. El CIS no ha hecho cocina porque ha hecho investigación«.
Otro tema de debate es la muestra. Resulta que los nuevos datos publicados por el CIS tienen una muestra que no es representativa, es decir, que todos los datos ofrecidos esta semana por el CIS en lo referido a regiones concretas deben ser puestos en cuarentena. En el caso de Extremadura, por ejemplo, solamente se ha entrevistado a 76 personas, lo que da un error de muestra superior al 11,5%. Hay que tener en cuenta que en toda España, el número de encuestas es de 2.972, una cifra suficiente a la hora de realizar estimaciones dentro del conjunto del país pero del todo insuficiente para trasladar los datos a cada uno de los parlamentos regionales.
De hecho, el propio informe del CIS alerta en su preámbulo que «el tamaño muestral de las comunidades autónomas es insuficiente para que los estimados que muestran las distribuciones alcancen significación estadística. En otras palabras, no hay suficientes casos (personas entrevistadas) para poder obtener conclusiones estadísticamente válidas». Añade asimismo que «esta acumulación de datos es apropiada si la situación es relativamente estacionaria, es decir, si no existen cambios de tendencia importantes (en su dirección o intensidad) en el transcurso de los meses acumulados». Es decir, los datos de las próximas encuestas se acumularán a los de esta.
En definitiva, los cambios en el Gobierno de España han venido acompañados de un barrido de rutinas y costumbres de todo tipo. Y eso está trayendo y traerá consecuencias. De modo que debemos estar alertas, no vaya a ser que se cambie la ley electoral -por decir algo- y luego no sepamos cómo votar.