Por Fernando Luis Egaña
***El debate con que Rafael Ramírez reta a Diosdado Cabello, no tendría desperdicio. Uno supone que se acusarían de todo. Y de hecho, ya lo empezaron a hacer.
Rafael Ramírez, Zar de Pdvsa durante muchos años con el predecesor y una parte con el sucesor, ha retado públicamente a Diosdado Cabello, presidente de la llamada “constituyente”, a un debate sobre la corrupción en el país, entre otros temas. Eso no va a ocurrir en tanto intercambio de acusaciones en vivo y directo en el formato de un programa mediático. Pero sin duda que sería una situación de interés, porque el retador y el retado deben conocer a fondo la materia correspondiente.
Ahora bien, de muchas maneras esa metralla de denuncias recíprocas ya viene aconteciendo de manera pública, notoria y comunicacional. Lo que cada uno dice del otro, es cada vez de más grueso calibre. Y no se trata de una cuestión bipartita, porque Maduro también es acusado por Ramírez, y éste a su vez es acusado por Maduro. Se trata, entonces, de una cuestión, al menos, tripartita.
Para nadie es un secreto que la hegemonía despótica que ha venido imperando en Venezuela a lo largo del siglo XXI, es uno de los regímenes más corruptos del orbe. Y repito, que no es un secreto ni tampoco especulaciones maliciosas de los opositores de verdad, porque varios importantes jerarcas de los gobiernos de Chávez y Maduro, encabezados por Jorge Giordani, presentaron una denuncia por estafa cambiaria ante la “Fiscalía General de la República”, por el orden de 200 mil millones de dólares, presuntamente cometida en un período de dos años.
Es probable que sea la denuncia de corrupción más colosal en la historia planetaria de la corrupción, y eso que se limita a una sola categoría: estafa cambiaria, y sólo a dos años. ¿Cómo será lo demás? ¿A cuánto ascenderá el monto sideral de la corrupción roja-rojita? ¿Cuáles son sus enjambres con la criminalidad organizada a nivel global? Preguntas que serían pertinentes para el referido debate y que, de todos modos, aunque el debate como tal sea una quimera, ya se vienen respondiendo a través de investigaciones periodísticas, administrativas y judiciales –fuera del país, desde luego–, que, así mismo, están revelando siquiera la punta del iceberg de la corrupción bolivarista, acaso sin par en el mundo.
Cuando la hegemonía sea superada, y pueda conocerse la verdad general y particular de la depredación perpetrada a la nación venezolana, sus protagonistas no podrán evadir el peso de la justicia, dentro o fuera del país. Ya no hará falta un debate. Lo que vendrán son condenas.