Por Rafael Bayed
***Hugo Chávez Frías es el padre de la corrupción y de la violencia, con las cuales sumió a los venezolanos en el peor drama de nuestra historia republicana.
Chávez era un militar tropero, osado, megalómano y atrabiliario, que por ello fue presa fácil de la inteligencia -esa sí de las grandes ligas- de Fidel Castro. En su entrega bobalicona al monstruo convirtió a Venezuela, el país con las mayores reservas de petróleo en el mundo, en una colonia de Cuba.
Como caído del cielo para Castro, Chávez le firmó en el año 2000 un convenio de cooperación médica, deportiva y técnica que puso 40 mil asesores cubanos en Venezuela y a ese país a transferir a la isla 100 mil barriles de petróleo al día (bajó a 70.000 en estos tiempos difíciles).
Chávez es el responsable directo del pavoroso deterioro de la seguridad en su país. Desarticuló la Policía y con su insensata “doctrina social” del crimen, el “si yo fuera pobre, robaría”, dio bríos a los delincuentes. Los temibles “pranes” comenzaron a dirigir, desde las cárceles, la delincuencia organizada y sus macabras empresas crecieron con total garantía de impunidad. Venezuela, que era un país apacible y tranquilo, se convirtió en uno de los lugares más peligrosos del planeta con proliferación de asesinatos, robos, secuestros, atracos y masacres.
Fue igualmente quien desató la corrupción. Bajo su sombra surgió la “boliburgesía”, los militares y civiles que hacen grandes fortunas especulando -con el dólar, con los suministros, con las decisiones. Pero, además, él mismo fue un hombre corrupto que enriqueció a su propia familia y entregó cuotas de poder a su padre, a su mamá y a sus hermanos.
Pero donde mostró, desde el comienzo, su mayor nivel de incompetencia, fue en el manejo de la economía. Chávez impuso un control de precios que desató el mercado negro y la actividad de mafias en el ámbito productivo. El control del tipo de cambio y los límites a la adquisición de dólares a las empresas y a las personas atizaron la corrupción, el desabastecimiento y la inflación. Dilapidó las reservas de oro y llevó el gasto público y la emisión monetaria a niveles muchos más que irresponsables. Las expropiaciones y la irracional militarización en los altos cargos de las empresas asfixiaron la actividad productiva y deterioraron la industria petrolera que pasó de producir más de 3.6 millones de barriles diarios a 2 millones.
La cereza con la que coronó el pastel fue dejar en su reemplazo a Nicolás Maduro, más incompetente que él aunque no responsable del modelo y quien se ha limitado a seguir el vasallaje con Cuba y administrar el deterioro con un concierto de malas decisiones -la burla de la Constitución, la violenta persecución de los opositores y sus asesinatos, la entronización de la justicia de bolsillo, la consagración del delito, la impunidad, la corrupción y la persistencia en el ruinoso modelo económico cubano- que tienen a la gente en pie de lucha en todo el país.
Hoy se destapan los negociados de los ladrones de la cúpula del poder en Venezuela con los escándalos de Argentina, Brasil, Ecuador y veremos más.