Por.- Alfredo Michelena
Nadie quiere que esto termine en una fratricida guerra interna. Pero mientras el régimen de Maduro se está preparando, la oposición deshoja la margarita.
El régimen está desarrollando la Red de Articulación y Acción Sociopolítica (RAAS), modelo equivalente a los Comité de Defensa de la Revolución cubanos. Su objetivo es acabar con el enemigo interno, es decir la oposición.
La “invasión yanqui”
Casi desde la llegada de Chávez al poder, el tema de la guerra ha estado planteado. No solo han militarizado al Estado, sino que han expandido los hombres en armas en el país.
Para Chávez la invasión norteamericana era más que una posibilidad. Para él era una probabilidad y para eso se preparó de dos formas: para una guerra convencional y para una guerra de cuarta generación o asimétrica.
Para la guerra convencional Chávez buscó armarse en Rusia, Bielorrusia y China. Aún antes de que EE.UU. prohibiera la venta de material de guerra a Venezuela en 2006, por no contribuir con la lucha contra el terrorismo, ya Chávez había pactado la compra de material bélico sofisticado a Rusia. Para esa fecha Rosoboronexport, la agencia rusa de exportación de armamento, señalaba que había acuerdos por US$3.000 millones para proveer 24 aviones Sukhoi y 53 helicópteros de combate. Rusia se convertía en el primer proveedor de armas a Venezuela. Entre 2008 y 2012 Rusia proveyó 66% del armamento que compró Venezuela.
La milicia
En 2008 se crearon las milicias como «un cuerpo especial» dependiente de la Presidencia y destinado a «complementar a la Fuerza Armada en la defensa de la nación». Maduro la ha comparado con el Viet Cong (o Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Viet Nam -PLAF) y en este sentido afirmó: «El pueblo debe aprender, como hizo el pueblo de Vietnam, a defender su tierra con un cuchillo, con una piedra, con un garrote, con un palo, con su propio cuerpo, con lo que haga falta».
Las milicias están formadas por civiles entrenados para estos menesteres. Es “el pueblo en armas”, parte de la estrategia “cívico-militar”. En abril del año pasado, en plena efervescencia de las luchas callejeras de una oposición unida y combativa, Maduro anunciaba: “He aprobado (…) los planes para expandir la Milicia Nacional Bolivariana durante este año a 500.000 milicianos y milicianas con todos sus equipos, y garantizar a través de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) un fusil para cada miliciano”.
Claro una cosa es lo que se declara y otra la que se concreta. Para varios analistas esa cifra no se ha concretado. Lo que si es cierto es que muchos han sido entrenados, aunque no exhaustivamente, en el uso de armas, algunas un poco antiguas, como el fusil ruso Mosin-Nagant M91/30, un diseño de fines del siglo XIX. Otros en modelos más modernos como el fusil automático de asalto FN FAL belga, que era el arma de reglamento del ejército hasta que cambiaron para el AK-103 ruso.
Control de la población
Para el control político de la población, el régimen ha ensayado y desarrollado varios métodos. Ya pasó el tiempo del convencimiento, con los famosos Círculos Bolivarianos que expandían su “ideología” entre la población. Ahora se están utilizando otros métodos, como el carnet de la patria, el Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP ) y las Comunas.
Los CLAP fueron creados en 2016 para ser “la garantía, incluso mediante la intervención de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y los órganos de seguridad ciudadana […] de la correcta distribución y comercialización de alimentos y productos de primera necesidad”. Son en realidad el mecanismo por medio del cual se vende una bolsa o una caja de alimentos a la población que comulga con -o se somete- al régimen.
Para tener acceso a estos alimentos a precios subsidiados, como ahora para obtener gasolina también subsidiada y otras prebendas, los venezolanos debemos sacarnos el “carnet de la patria”. Una combinación de estos dos instrumentos ha sido utilizada en las dos últimas elecciones para asegurarse el voto rojo para los candidatos del régimen. Y ha dado resultados.
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Control de la pajarera
Para muchos analistas la guerra de Vietnam la perdió los EE.UU. más en los medios de comunicación, que en el campo de batalla. Controlar lo que se conoce y modelar lo que se piensa, es lo que Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, desarrolló para crear una Alemania compactada alrededor del nazismo. De todo esto estaban convencidos los comunistas creadores del Iskra, periódico ruso, hace más de 100 años, publicación que tanto ponderó Lenin en su libro “¿ Qué hacer”.
Por eso para el chavismo es vital ganar la “guerra mediática” en todos los campos. No bastó acabar con el papel para los periódicos y revistas opositoras, sino que ahora se preparan para la guerra 2.0, es decir la guerra en internet, donde revistas como esta se han refugiado.
Para los que viven pegados a Twitter y sienten que hay una cayapa contra la oposición o al menos una parte de ella, deben tener en cuenta que el régimen ha creado el Ejército de Trolls de la Revolución Bolivariana para enfrentar la guerra mediática. Están organizados militarmente en escuadras, pelotones, compañías, batallones y brigadas. Una brigada está compuesta por 500 personas, que maneja 11.500 cuentas de twitter, Instagram, Facebook, youtube, google y whatsapps. Los grupos están compuestos por cinco tipo de escuadras: prensa, diseño, incubadoras (crean cuentas y le dan personalidad) y ataques ( confundir al enemigo). Hay cinco tipos de escuadras según su objetivo: pro-gobierno, detractores, neutros ( temas no políticos), pro gobierno, distracción ( deportes, sociales, etc.) y fakenews (falsos positivos).
Además se preparan para crear páginas web, comprar de cuentas de Twitter con más de 400k seguidores y de Instagram con más de 100k seguidores, para convertirlas en influenciadores e invertir en publicidad en Google, entre otras cosas.
Al final estos mecanismos permiten que una noticia, una opinión, una posición, una discusión se convierta en tendencia o se crean dudas sobre algo o alguien. O simplemente las personas repitan “fakes news”, que al final dañan a la oposición.
La militarización del control social
Pero ahora los mecanismos de control político se han revestido de un tenor militar. Se trata de la implementación de la Red de Articulación y Acción Sociopolítica (RAAS) en toda la geografía del país. La gran justificación: el fantasma de la invasión yanqui. En especial pues ahora ella se ha puesto sobre el tapete no solo por el propio presidente de los EE.UU., con aquello de que todas las opciones están sobre la mesa, sino con la insistencia de un sector de la oposición de que la única salida es la intervención humanitaria externa. Y ella será militar necesariamente, pues el régimen se opone incluso a un canal humanitario, por lo que la idea de la intervención humanitaria tiene implícita el cambio político del régimen.
Para esto el RAAS. Esta red, es definida como un “modelo de unidad y de organización superior para la defensa integral de la nación”. Para eso cuentan con 13.682 Unidades de Batalla Bolívar Chávez (UBCh) desplegadas en todo el territorio nacional. A este fin cada UBCH debe seguir los siguientes pasos: definir su área de influencia territorial;
“definir las calles que conforman cada comunidad”; y “desplegarse calle por calle, casa por casa, para la caracterización sociopolítica de los habitantes y el conocimientos pleno del territorio”. Es decir, ubicar cual es el enemigo de la revolución en su área de influencia. A las UBCH se les orienta a realizar cuatro acciones: identificar con claridad quien es su enemigo; fortalecer la unidad para enfrentarlo; “Elevar al máximo su voluntad de lucha contra el enemigo”; y organizarse y conocer todo de él para vencerlo.
Es decir, que en cada área de la UBCH tendrán ubicados a los enemigos, que sin duda serán opositores o comerciantes o pastores o sacerdotes, entre otros. Entonces se unirán y se organizarán para enfrentarlo, o sea lo espiarán, lo infiltrarán – se acuerdan del “patriota-cooperante”- y lo más grave: elevarán su rechazo al enemigo, es decir retroalimentarán su animadversión hacia esa persona o institución, que en el fondo es crear odio. Al final el objetivo final será “neutralizar” al enemigo.
La guerra está planteada
Para el régimen ya no está planteada una confrontación política, sino guerra donde el que pierde es eliminado y están preparados. A este fin es todo este tinglado de organizaciones para enfrentar al enemigo interno, bajo la excusa de una invasión externa. Nada nuevo, pero es algo que cada vez se hace más cotidiano. Y lo más grave no es solo que la oposición frente a esto sigue siendo no solo un mar de contradicciones y desacuerdos, sino que no tiene la fuerza para enfrentar esta “militarización de la política”.
La oposición no se tiene respuesta a la pregunta clave: ¿Cómo enfrentar la militarización de la política que cada vez más profundiza el régimen? En corto, ¿ Cómo enfrentar a un enemigo que piensa y actúa para la guerra con métodos pacíficos?
Por esto, cada vez más en la mente de los venezolanos está la idea de una salida militar, sea desde afuera o desde adentro, o una combinación de ambas, frente a un estado y una política que ya están militarizados.