Un café con… el Profesor Briceño

Por Lorena Arraiz Rodríguez.- José Rafael Briceño Pulido, mejor conocido como Profesor Briceño, es un orador, comediante y, por supuesto, profesor, que se caracteriza por su agudeza, inteligencia e ironía a la hora de analizar la realidad que le rodea. Ha dado clases en la Universidad Católica Andrés Bello y en el grupo de Teatro de dicha institución, ha sido profesor de oratoria del Miss Venezuela y tantas otras cosas ligadas al área de la comunicación oral. Actualmente, se encuentra en Europa para presentar su show Briceño Stand Up Comedy en España y Portugal. Para conocer más sobre su salto de las aulas a la comedia y para escuchar su visión sobre lo que ocurre en Venezuela, hemos querido tomar “Un café con… el Profesor Briceño”.

Madrid, Barcelona, Valencia y Madeira serán los escenarios donde el Profesor Briceño le hablará a europeos y venezolanos “con un bálsamo de optimismo para los cínicos y una dosis de cinismo para los optimistas”, según él mismo afirma. “Una de las cosas que más disfruto de la comedia, es que yo puedo decidir de qué hablar. Aquí yo hago muy pocas referencias políticas porque creo que somos mucho más que política y una de las cosas que me molesta más del régimen bajo el cual vivimos es que toda la conversación es política, entonces otras áreas del ser humano, como la sexualidad, la familia, quedan por fuera porque hoy hay que hablar del apagón de más de 18 horas y mañana hay que hablar de las enfermeras que metieron presas en Maturín (…) entonces es un show donde yo me doy el lujo de hablarle al ser humano en general, al ser humano del siglo XXI. En definitiva, yo lo que hago es hacer comedia, sin ignorar lo que está ocurriendo, pero sin quedarnos en el loop de la denuncia, sobre todo porque estamos frente a un Gobierno que no le importa”, asegura.

¿Se puede hablar en Venezuela en tono de humor? Sí, lo que no puedes es burlarte de ciertas situaciones (…) se está haciendo mucha más comedia desde la ira, desde el absurdo de hablar de un país potencia el mismo día que hay un apagón en 14 estados”.

Emigrar a un país llamado Venezuela

“Yo, como dice mi esposa, Ingrid, tuve que emigrar a un país llamado Venezuela. Mi proyecto de vida colapsó y no fue que yo dije se acabó este proyecto de vida, ahora, viene este otro proyecto de vida. Nada es un plan estructurado, pero lo que sí hay son unos principios básicos: me gusta la comunicación oral, en todos sus ámbitos y por eso he terminado siendo asesor de vocería en prácticamente todos los ámbitos y particularmente disfruto el de la comedia y  si bien estoy matando tigres en distintas en varias áreas, me he centrado en aquella que más disfruto”, aseguró el Profesor con respecto al giro que ha dado su carrera en los últimos años, que al final tampoco dista mucho de lo que siempre ha sido: un profesor de oratoria.

Y como buen profesor, Briceño nos ha explicado cómo hemos llegado hasta donde estamos como sociedad. «Hemos vivido bajo dos mitos peligrosos: El primero es que éramos un país rico y el segundo es que éramos una democracia hiperfuncional, no, éramos una democracia que a duras penas funcionaba, con instituciones que estaban forjándose, tratando de consolidarse, con vaivenes dependiendo de quienes estaban en esas instituciones (…) y también teníamos una oposición -en aquellos casos, la izquierda- sumamente prepotente, con eso de “nosotros tenemos la razón” y así cada uno creía que tenía la razón y por lo tanto iba cada uno con diez candidatos siempre, hasta que llegó Caldera y los reunió en “El Chiripero” y luego Chávez, en el 98 en el MVR y luego la MUD de hoy en día, que es como los comunistas de los años 80, que están yendo divididos, todavía están esperando un hombre fuerte que los cohesione y vienen más “en contra de” que con una propuesta (…) Entonces, la forma de explicarlo es dejar de oírlo solo con la voz de la centro izquierda o la centro derecha que decía que teníamos una cuarta república perfecta, que es tan abierta que le da la oportunidad a Chávez… ¡Mentira! Esa cuarta república “perfecta” se enamoró de la antipolítica, se enamoró de Chávez, pedía que perdonaran a Chávez, que eso no fue culpa solo de Caldera, sino que todo el mundo estaba encima de eso y generó lo que generó porque le teníamos rabia a esa “democracia perfecta” y los medios se enamoraron de Chávez”, explicó.

Briceño también dio su opinión sobre cómo podemos avanzar socialmente hacia la transición democrática que tanto hemos mentado los últimos años, pero que, al parecer, no hacemos sino alejarnos de ella. “Si caemos en la trampa de ´yo todo el que haya tenido relación con el gobierno de Chávez no lo voy a escuchar´ (…) no vamos a llegar a nada. Vas a tener que tragarte esos sapos, porque si lees la historia de las transiciones democráticas, los polacos tragaron sapos, los chilenos se tragaron el sapo más grande que fue Pinochet, los argentinos tragaron sapos y luego vino un proceso en el que la gente se dio cuenta de que no cabían las leyes de amnistía, gracias a Dios y empezó a salir toda la gente que había estado metida en algo”, dijo.

Víctimas y verdugos

En esa misma línea de la transición, Briceño hacer un análisis de lo que, a su juicio, tenemos que hacer como sociedad para poder reconstruirnos: “Es importante ver la historia sin los mitos que te ayudan a creerte simplemente una víctima, no, todos hemos sido protagonistas de algunas de las taras que nos llevaron hasta donde estamos ahora. Y aunque usted no haya votado por Chávez, tal vez sea de los que le dijo a sus hijos o aceptó el consejo de sus padres de “no se meta en política porque eso es sucio” y en el momento en el que dejamos la política solamente a un sector d ella sociedad y la gente que se estaba formando en las universidades -mis alumnos, a quienes yo les preguntaba y nadie tenía un pensamiento político- entonces en esa medida todos somos protagonistas y uso la palabra protagonista por ser gentil y no decir culpable, porque compartir culpabilidad con alguien que ha matado, es muy rudo, pero hemos sido protagonistas del proceso que permitió esto”, sentenció.

Finalmente, el profesor Briceño nos dio su última lección en su paso por Madrid: “Mandela dijo que de nada iba a servir salir diciendo que los blancos son culpables de la miseria de los negros, porque ese país también lo construyeron los blancos (…) y el planteamiento de él es entender que todos somos víctimas. El chavista pega gritos o el funcionario que tiene que salir a marchar, es tan víctima como tú y eso es horrible de aceptar porque uno siente una mayor dignidad porque uno tuvo la posibilidad de salir, o porque uno no tiene la necesidad de tener ese trabajo, pero si tu planteamiento es “yo no voy a estar tranquilo hasta que todos los del otro lado mueran” -y no importa del lado que estemos hablando- es imposible proseguir, ese proceso no lleva a nada, o lleva a una guerra civil que luego va a explotar por otro lado con una venganza 30 años después, 40 años después». 

«A partir del odio no vamos a construir nada, entonces hay que entender que la inclusión del otro en lo que vaya a venir, es importante (…) en el monopolio de la violencia que tiene el otro, nuestra fuerza tiene que ser el argumento, tu fuerza no tiene que ser el odio. Yo sé que esto es difícil, pero el papá de uno de los muchachos asesinados el año pasado me dijo, en el velorio de su hijo “no odies, nadie se merece que lo lleven a odiar, Yo no voy a odiar” y a mí me parecía tan impresionante ese discurso el día que estaba enterrando a su hijo, pero claro, es que ese discurso no es popular y entonces cierro pidiendo a los políticos que dejen de darnos el discurso que queremos oír y digan el que tienen que decir, que dejen de comportarse como rockstars, como influencers, como entretenedores y le digan a la gente lo que tiene que oír para la construcción de una democracia que va a implicar unos grandes sacrificios”, terminó.

Y, como ya es costumbre, acabamos este Café con… haciendo las preguntas ping pong a nuestro invitado. Estas fueron sus respuestas:

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