Maduro, en reunión con los asesores del Centro de Investigaciones para el Desarrollo del Consejo de Estado de la República Popular China.

Crónica chavista: negocios chinos no aceptan improvisados

Foto: Maduro, en reunión con los asesores del Centro de Investigaciones para el Desarrollo del Consejo de Estado de la República Popular China.

 

 

Por Jaime Granda.

La presencia de expertos rusos y chinos en Venezuela no debe interpretarse, taxativamente, que es para salvar al actual régimen.

La polarización en Venezuela no llegó con el chavismo, aunque en materia política la revolución cubana ya había sembrado parte de lo que después fue explotado al máximo.

Desde tiempos inmemoriales, los venezolanos no vemos los términos medios, nos han formado de tal manera que en materia religiosa, social, económica y hasta de salud, somos radicales.

Nos ubicamos y ubicamos a los demás en los extremos y eso ha dado pie para muchos idealismos ajenos a la realidad.

Durante mucho tiempo la polarización religiosa era entre católicos y evangélicos; en lo social entre señores y “patas en el suelo”; en lo económico entre ricos y pobres, y en la salud entre sanos y enfermos.

Casi 60 años después, comenzamos a ver claro que las religiones, como todo, tienen su lado bueno y su lado malo. Además, como se ha probado ya, todo en exceso es dañino.

En lo social vivimos que si todos tenemos oportunidades, los “pata en el suelo” de hoy pueden ser los señores de mañana si el sistema educativo lo permite. En lo económico está demostrado que quien se prepara y maneja bien el dinero puede cubrir todas sus necesidades y mejorar su aspecto recreacional. En cuanto a sanos y enfermos, son circunstancias que en un país con buen sistema de salud, todos podemos lucir sanos.

Luego de la revolución cubana la polarización creció entre imperialistas y revolucionarios. Para los imperialistas, Estados Unidos es lo mejor y Rusia era lo peor. China sonaba en esos tiempos solo como referencia de vieja cultura con muchas cosas positivas.

Hoy, es necesario ver la situación con menos prejuicios, tratando de ver lo positivo que tiene cada quien, de acuerdo con los resultados de su desempeño.

Es inocultable que ante la debacle que está sufriendo el proyecto ruso-cubano en todo el continente, Rusia y China salieron abiertamente a poner orden para no perder sus inversiones y planes con las riquezas del subsuelo venezolano.

Frente a eso comienzan los prejuicios a dominar el juicio. China y Rusia son malucos y solo quieren apoderarse de nuestras riquezas.

Con más calma deberíamos analizar las posibilidades de todo eso. Que China comience a manejar las industrias básicas de Guayana hay que suponer que es para bien frente al desorden implantado por todos los enviados desde Caracas en esa zona tan importante.

Para cierta tranquilidad, deberíamos aceptar que los chinos no aceptan improvisados en sus negocios y hasta tienen razón cuando se oponen a los sindicatos en sus empresas porque una cosa es lo que se dice en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y otra cosa es lo que hacen algunos sindicalistas sobre todo en las empresas manejadas por el Estado venezolano.

Es evidente que los chinos están tratando de superar los errores provocados por un grupo de improvisados que tomó por asalto el Estado venezolano y por ignorancia y prejuicios anticapitalistas destruyeron la industria petrolera y toda la producción agropecuaria.

Hay que suponer que si los chinos no aceptan improvisados en sus empresas y respetan la tan descalificada meritocracia, el grupo de improvisados y mentirosos que se dicen gobierno, tendrán que cambiar o apartarse para dar paso a verdaderos gerentes.

Así que la presencia en Venezuela de expertos chinos y rusos no es una tabla de salvación per se, para los que han puesto a millones de venezolanos a pasar hambre o a desafiar los peligrosos caminos hacia países vecinos.

 

Cambios visibles

Los remiendos al proyecto político impulsado desde la antigua Unión Soviética comienzan por corregir los errores económicos y es evidente que de esa parte se están ocupando los chinos en Cuba y en Venezuela.

Los rusos se ocupan más de la parte política, pero también arriesgan sus inversiones con dirigentes poco preparados para los cambios que inevitablemente vienen en toda América Latina.

Los chinos y rusos actualmente en Venezuela pueden apreciar el rechazo popular a los actuales aprovechadores del presupuesto nacional. Pueden apreciar las penurias por las que pasan los habitantes de las grandes ciudades hasta para trasladarse de un lugar a otro porque ni siquiera el servicio terrestre de transporte han podido resolver los improvisados “revolucionarios”. Los pragmáticos chinos saben desde hace siglos que la mejor negociación es aquella donde todos ganan, ganar-ganar es lo que debe prevalecer en toda actividad económica.

Para rusos y chinos no pasan inadvertidos el reclamo de dirigentes chavistas a sus gobernantes por los derechos del pueblo, por mejorar la producción nacional, por el abandono de los servicios públicos, por el desconocimiento de los derechos laborales a quienes hacen posible que un país funcione.

Lo que está ocurriendo con la presencia de rusos y chinos en Venezuela no debe convertirse en otra guerra polarizada manejada por reducidos grupos de aprovechadores, recomiendan expertos que aprecian los cambios que se han producido en China desde la desaparición de Mao Tse Tung.

Otros se detuvieron en un detalle que parece de poco valor, pero demuestra la capacidad de adaptación de los chinos. Hoy los funcionarios y empresarios chinos visten cumpliendo las normas del capitalismo. Hace tiempo que colgaron indumentarias estrafalarias que solo buscan mostrar desprecio por lo que viste el primer mundo.

Otros recordaron que en la lista de los más ricos del mundo, hay más de un chino y eso no debe despertar reconcomios, sino admiración en quienes aspiran a mejorar sus niveles de vida con trabajo honesto, aprecio para el vecino y sinceridad ante todo.

Nada de eso se ve en los actuales manejadores de las riquezas naturales de Venezuela sobre quienes se acumulan denuncias internacionales que no convienen a ningún inversionista internacional.

La orden del juez peruano el miércoles y la detención inmediata de Keiko Fujimori por delitos de corrupción que incluyen haber recibido aportes de la empresa brasileña Odebrecht para sus actividades políticas es otra señal que no ayuda a la salvación de los que encabezan el actual régimen venezolano.