Por Elizabeth Burgos.
En la entrevista de Lorent Saleh, publicada el 28 de octubre (El Mundo, España), el joven narra las torturas y vejámenes a los que fue sometido durante los cuatro años que permaneció prisionero del régimen venezolano. Además de dar una prueba detallada del grado de deshumanización del sistema carcelario del régimen, es sin lugar a dudas un documento probatorio de los métodos que usa “la base de delito organizado y de terrorismo” que es el Estado venezolano (dixit Padre Ugalde, UCAB)). Y más allá de la narración de las crueles experiencias vividas en La Tumba y en el Helicoide, son una prueba documental sobre la naturaleza del régimen, por lo que debería servir de fuente de reflexión, en particular, para aquellos que todavía dudan sobre si el régimen es o no es una dictadura y a qué categoría de dictadura pertenece. Aclaratoria indispensable, porque todavía en Venezuela se sigue tomando como ejemplo de comparación a las dictaduras militares que imperaron en el cono sur durante los años 1960-1980. Lo primero que debería tomarse en cuenta, es el contexto en el que tuvieron lugar los golpes de Estado que llevaron al poder a los militares y el contexto de la lucha que se lleva a cabo hoy en Venezuela.
Los golpes de Estado en el Cono Sur, se dieron en el contexto del desencadenamiento de una guerra de guerrillas que luchaba contra “la democracia burguesa” y el capitalismo, y las Fuerzas Armadas, “cómplices del imperialismo”, a semejanza de la guerra de guerrillas de las FARC y del ELN contra el Estado colombiano. Por el contrario, la lucha que se lleva a cabo en Venezuela, es una lucha pacífica por el restablecimiento de la democracia. Las circunstancias y los objetivos, no son los mismos. Son opositores que luchan desde dos ópticas totalmente diferentes y con objetivos diametralmente opuestos. La guerra de guerrilla luchaba por instaurar un régimen a imagen del de Cuba. En Venezuela, se ha luchado y se lucha por la restauración de la democracia. La legitimidad de Fidel Castro provino del hecho de luchar y derrocar una dictadura. En Venezuela Chávez llegó disfrazado de manso cordero para destruir la democracia. La legitimidad de la oposición venezolana se origina en su lucha pacífica contra el poder que llegó a destruir la democracia; por lo que su legitimidad es mayor que la de todos los movimientos que han protagonizado luchas en el continente.
El testimonio de Saleh demuestra, en particular, el grado de mimetismo al que ha llegado el régimen de Maduro con el de Cuba. La metodología del sistema de torturas narradas por Saleh que emplean en La Tumba, coincide punto por punto con los testimonios de ex prisioneros políticos cubanos que he logrado entrevistar. La marca de fábrica de la sofisticación “científica” de las torturas aplicadas en el Sebin, es cubana. Como bien dice Saleh : “Se huele perfectamente el tufo extranjero”.
Pero en este caso debemos abordar el tema del intercambio de técnicas, como se estila en los análisis antropológicos. La tortura científica o la tortura blanca, aquella que no deja marca, es el sistema de tortura elaborada por los servicios de represión política de la Alemania del Este conocidos bajo el apelativo de STASI. Esos métodos fueron trasladados a Cuba en el marco de los acuerdos de cooperación con la República Democrática de Alemania. Las técnicas de Alemania del Este cobraron un alto nivel de sofisticación por tratarse del país comunista más cercano a Europa Occidental, condición que compartía con Cuba como país comunista, que más que ningún otro, forma parte del mundo occidental y situado en el vecindario de la potencia rival de la ex URSS.
En ambos países, si bien desde el punto de vista geoestratégico, su situación geográfica significaba un avance innegable en el marco de la expansión del comunismo, era necesario mantener un mayor control de sus habitantes para evitar fugas y infiltraciones y la organización de grupos de oposición. El otro elemento no menos importante, crear un ambiente de terror, el mejor medio para que los ciudadanos se conviertan en su propia policía.
Saleh en su entrevista, traduce perfectamente la diferencia de técnicas entre las venezolanas : “el Helicoide es criollo, el garrote la costilla rota, el bate.” En La Tumba, se persigue el mismo objetivo, “pero la estética y los métodos son diferentes“. “La Tumba es la tecnología y la tortura psicológica. Todo brilla. Todo es limpio y blanco.” “Son los espejos, las cámaras, las paredes blancas”. “Te extraen sangre antes del interrogatorio para debilitarte”. Es la tortura que cuida no dejar huella. Es la misma tortura que se aplica en La Habana en Villa Marista. Es la tortura que le aplicaron al general Arnoldo Ochoa cuando el famoso juicio en el que fue condenado a muerte junto al Coronel Antonio de La Guardia. Ambos fueron sometidos a esos mismos métodos : pérdida del sentido del tiempo, de la memoria, debilitamiento físico, de allí que cuando los presentaron ante el tribunal que los condenó a muerte, más parecían zombis que los altivos oficiales de las FAR que habían sido.
La dinámica de la relación mimética entre ambos regímenes, sin que la gente se percate, ya ha cumplido con las diferentes fases necesarias al montaje de la arquitectura institucional del nuevo régimen. La radicalización ideológica, un sistema legal a la medida de la naturaleza del régimen, movilización permanente del pueblo convertido en masa, la ruptura con EEUU, la inserción en el bloc al que pertenece Cuba, el éxodo de las clases indóciles, concentración del poder en el Líder Máximo. A la muerte de Chávez, ante la ausencia de carisma y su falta de legitimidad por no pertenecer a la FAN, todo parece indicar el surgimiento de una especie de poder bicéfalo, aunque públicamente no se admite. Nicolás Maduro y Diosdado Cabello se reparten hoy el poder.
El modelo de represión destinado a instalar un clima de terror es una de las condiciones para que el régimen se solidifique y se perpetúe en el poder. Para ello es necesario articular una forma nueva de tejido social, nuevas formas de acción colectiva; lo judicial puesto al servicio del régimen y así un nuevo régimen político y social se instaurará.
¿Por qué, – como lo declara el Padre Ugalde -, un diálogo no puede dar resultado con el gobierno?
Porque toda iniciativa que pueda apartar al régimen y a Cuba del proyecto continental que desde el comienzo de la llegada al poder de Castro ha sido su guía motriz, no tiene ningún futuro. El régimen lo empleará como un medio para ganar tiempo. Todo esto parece demasiado obvio, pero parecería que ciertos sectores no lo ven así. Es cierto que la ilusión permite vivir con cierto entusiasmo, pero lo ideal sería aprender a luchar en diversos frentes a la vez, construyendo estrategias diferentes para cada escenario que se presente.