Por Eddo Polesel
***Quienes decidimos quedarnos en Venezuela debemos resistir y eso significa seguir activos para superar este doloroso trance que vivimos y retomar el camino de la reconstrucción.
Compartimos las opiniones de analistas con credibilidad, quienes consideran que, a causa de directrices ideológicamente politizadas mantenidas por el régimen que nos ha malgobernado, no es exagerado considerar que Venezuela es un país en disolución. El dato más significativo es el que nos indica que el 83 % de la población ha caído por debajo de la línea de pobreza, que nos ubica en el rango de países del más bajo índice de desarrollo humano. Los argumentos que soportan esta calificación son:
La caída libre de la producción de petróleo de 2.5 millones de barriles por día en 2016. Para final de este año bajará a un 1.150 barriles por día. En la económica, el colapso de la producción alcanza los demás sectores. Tenemos cinco años continuos de depresión económica. Se estima que la economía nacional tuvo una caída -en ese lapso- del 57 % del producto territorial bruto (PIB). En la industria manufacturera y en la agricultura producen el 25 % de su capacidad. De las dieciocho mil industrias hoy solo se mantienen, medianamente activas, menos de tres mil.
La inflación -ya en su fase hiperinflacionaria- se estima que a final de 2018, por la explosión monetaria en curso, incluso por el pago de los aguinaldos y de las bonificaciones de fin de año en la administración pública, llegará a un monto descomunal de entre 4 a 10 millones por ciento (independientemente de los ceros que se le quiten). El enorme déficit fiscal que es lo que ha requerido la continua emisión de dinero inorgánico por parte del Banco Central de Venezuela, aunado a la pesada carga que origina el servicio, la deuda pública externa (pagadero en moneda extranjera) de lo que se pudo cubrir ha causado una severa baja en las reservas internacionales del país. El agravamiento del desabastecimiento generalizado de alimentos, medicinas e insumos varios profundiza el cuadro de crisis extrema de todas las actividades económicas afectando -cada día más- la salud de todos los venezolanos. Amén de los problemas de seguridad que se hacen cada día más dramáticos.
Lo aquí señalado (que nos es exhaustivo) debe hacernos entender la situación y aceptar el titánico desafío que los venezolanos -que hemos decidido quedarnos- debemos enfrentar y estar conscientes que dependerá de nuestro tesón en resistir desde nuestras posiciones principistas este accidente histórico, haciéndolo en forma tal que demostremos que estamos dispuestos a continuar luchando a pesar de las extremas dificultades que atravesamos. A los jóvenes les decimos que su país siempre será mejor que cualquier otro, porque aquí están sus raíces, sus afectos y sus amistades que nacieron en los colegios donde han cursado sus estudios y fundamentalmente porque el país los necesitará para la reconstrucción física y moral de sus instituciones públicas y organizaciones sociales de la cuales han sido parte activa en su juventud.
Resistir significa -entre otras cosas- que lo más importante es seguir activos y así continuar con nuestro ejemplo señalando el camino adecuado para superar este trance, que este vendaval que nos ha caído amaine para retomar el camino de la reconstrucción.