Foto Cortesía La Nación /AP

River se lleva la “final eterna”

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Por Roberto Mansilla Blanco, Corresponsal en España

         La surrealista final de la Copa Libertadores de América, por primera vez definida fuera del continente americano y tras 20 días de incertidumbre, le dio al River Plate su cuarto título en este torneo, tras una intensa final contra su histórico rival Boca Juniors, jugada en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid.

 

El epílogo de la Copa Libertadores de América 2018, la última cuya final se disputaría a doble partido, curiosamente fue la primera que, hasta el momento, se ha disputado fuera del continente americano.

La primera final de la Libertadores entre dos equipos argentinos, siendo ellos además el River Plate y Boca Juniors, considerados los dos grandes del país sudamericano y una de las mayores rivalidades del planeta futbolístico a nivel mundial, finalmente se tuvo que definir en Madrid tras el bochornoso ataque hooligan de los “barrasbrava” el pasado 24 de noviembre contra el autobús de Boca, en las inmediaciones del estadio Monumental de Buenos Aires.

La que durante mucho tiempo fue publicitada como “la final del siglo” se convirtió súbitamente en la “final eterna”, la “final interminable” y la “sin final” porque durante varios días no se sabía incluso si “finalmente” se iba a disputar. El misterio se resolvió el pasado 26 de noviembre, cuando la CONMEBOL, la confederación sudamericana de fútbol, se decantó por jugarla en el mítico Santiago Bernabéu de Madrid, sede del Real Madrid, actual campeón de la Champions League.

 

Más garra  que juego

Y la “final eterna” entre River y Boca, se vivió el pasado 9 de diciembre, en un estadio Santiago Bernabéu abarrotado por ambas aficiones, purgados de “barrasbrava” (la policía española devolvió a Argentina a centenares de ellos apenas aterrizaron en Madrid) y bajo un exhaustivo dispositivo de seguridad considerado de máximo riesgo, según las autoridades españoles, con más de 2.000 efectivos desplegados.

Un partido histórico que tampoco se lo perdió el astro argentino Leo Messi, presente en la zona VIP del Bernabéu.

El ganador fue River Plate, por tres goles a uno, en un intenso partido, muy disputado, que también parecía eterno, porque se tuvo que definir en la prórroga, tras el empate a un gol en los noventa minutos reglamentarios.

Pero el análisis de esta final demostró el verdadero nivel que tiene actualmente el fútbol argentino. Precisamente: poca calidad, pero mucha testosterona. Mucha garra y emoción, pero poco “tacto” y sutileza con el balón.

River y Boca saltaron al Bernabéu en un partido intenso y emocionante, de ida y vuelta, motivado por la histórica rivalidad mutua y la tensión generada por las constantes suspensiones de esta final. Pero un partido igualmente plagado de imprecisiones de juego y de visibles sentimientos de “miedo a perder”, por encima de la motivación de ganar.

En una capital del fútbol como Madrid, el desconocimiento de los 22 jugadores de esta final fue una constante en los medios españoles y europeos. Probablemente, a muy pocos aficionados les suenen los nombres de los goleadores de esta final, siendo estos el atacante de Boca, Darío Benedetto (abrió el marcador a los 44 minutos), su homólogo de River, Lucas Pratto (igualó a los 68 minutos), o del colombiano Juan Quinteros, quien decantó la final a favor de River en el minuto 109 de la prórroga con un auténtico golazo.

El tercer gol de River, a los 122 minutos, obra de Gonzalo Martínez, fue prácticamente anecdótico, ya que Boca, oficialmente con uno menos tras la expulsión del colombiano Barrios pero de facto con otros dos jugadores “fuera de combate” en la cancha (tras la lesión de Gago y el desgarre del uruguayo Nandián) estaba instalado en el arco de River, atacando incluso con su portero Andrade como improvisado delantero, para intentar conseguir el empate que “amenazaba” con otro interminable final, esta vez por la vía de los penales. Un final de emoción ante la garra “boquense” y la angustia de River, que le otorgó mayores ingredientes de testosterona en directo.

River y Boca se enzarzaron en un duelo de emociones, con mucha intensidad en cada balón disputado, como si a los jugadores se les fuera la vida en ello, jalonados por el incesante aliento de la afición argentina presente en el Bernabéu. Fue como si Buenos Aires se trasladara momentáneamente a Madrid.

Pero también fue igualmente visible la escasa calidad técnica e individual exhibida a nivel global por los jugadores, un dato preocupante que revela el verdadero nivel del fútbol argentino actual, exportador histórico de talentos. El propio Messi debió notar esta evidencia desde el palco.

 

¿El negocio de Florentino?

Pero el “final feliz” para River y la CONMEBOL también tienen otras claves. El éxito organizativo por parte de la Comunidad de Madrid, de las autoridades españolas y del propio Real Madrid como facilitador de la sede de la final, de forma súbita e inmediata con escasas dos semanas de antelación e incluso en medio de una jornada de Liga española, fue quizás lo más resaltante de una final ya precedida por el vergonzoso estigma de la violencia radical de los “barrasbrava” gauchos.

Pero otros vieron en esta final otro tipo de intereses. Tal y como resaltó el escritor gallego Suso de Toro, quien tuiteó el mismo día de la final que la misma era una especie de negocio para Florentino Pérez, presidente del Real Madrid. Argumentaba que la sede madrileña de esta final “absolutamente anormal” (de Toro dixit) buscaba aparentemente profundizar los negocios inmobiliarios de Florentino en Latinoamérica y de convertir a Madrid en la “capital sudamericana”, a través de un presunto “plan de la oligarquía de la corte” (monárquica, suponemos).

Un medio digital español publicó que detrás de la decisión de realizar la final en Madrid estaría igualmente la presunta mano del presidente argentino Mauricio Macri, quien fue presidente de Boca Juniors en la década de los noventa. También se dice que Daniel Angelici, sucesor de Macri en la presidencia de Boca, es amigo personal de Florentino. Varios tuiteros criticaron la sede madrileña de esta final, tildando esta operación de “Mega Spot” publicitario de Florentino para sus negocios sudamericanos.

Una final de la que tampoco escaparon otras protestas vía twitter de ciudadanos madrileños indignados ante las autoridades españolas por el despliegue organizativo de seguridad y, principalmente, por saber “si eso lo paga la CONMEBOL” o finalmente “lo pagaremos todos los madrileños con nuestros impuestos”, como comentaban algunos en las redes sociales.

Lo cierto es que la “final eterna”, de la que se hablará de por vida, tuvo “colorín colorado” para River, la CONMEBOL y, si se certifican esas presunciones, para los presuntos negocios de Florentino.

Especulaciones aparte, la Copa Libertadores 2018 cerró su telón en Madrid, donde nadie lo esperaba. Ya hay campeón sudamericano y, si se cumplen esas expectativas, posible rival curiosamente para el Real Madrid para la final del Mundial de Clubes de la FIFA que comienza el próximo 12 de diciembre en Emiratos Árabes Unidos.