Bill Gates Miami

Bill Gates a Andrés Oppenheimer: Miami se quedará sin playas

Por ANDRÉS OPPENHEIMER

Bill Gates. Foto cortesía Getty Images.

Publicado originalmente en El Blog de Andrés Oppenheimer.

Cuando entrevisté recientemente a Bill Gates sobre su nuevo libro sobre el calentamiento global, no esperaba que mencionara a Miami como su primer ejemplo de lo que podría convertirse en una “catástrofe” del cambio climático. Pero fue, precisamente, el primer ejemplo que me dio.

“Habrá lugares cerca del océano que desaparecerán por completo por la subida del nivel del mar”, me dijo Gates, hablando en términos generales. “Miami no se va a parecer para nada a lo que es hoy. Esas playas desaparecerán”.

Puesto que vivo en Miami Beach, en un edificio cerca del mar, se imaginarán que levanté las cejas y le pregunté de inmediato cuándo cree que sucederá eso.

“Bueno, eso es algo bastante gradual, empeora cada año. Ya sabes que en Miami hay períodos en los que el agua sube cuando se dan ciertas condiciones climáticas. Por eso, cada año, el océano subirá vez más. Y para fines de siglo, eso va a ser muy, muy dramático “, dijo.

“Me encantan las playas de Miami, ya sabes, andar en bicicleta, caminar, es tan hermoso y toda la energía de la gente allí”, agregó. “Y pienso, guau, eso no estará ahí. Sabes, es algo triste. No es el más alto en la lista de cosas malas del cambio climático, pero lo convierte en algo con lo que podemos relacionarnos”.

En su nuevo libro, titulado “Cómo evitar un desastre climático”, Gates hace una predicción terrible no solo para Miami, sino para el mundo, si no hacemos algo para reducir el calentamiento global.

Habrá huracanes, inundaciones, incendios forestales y sequías extremas cada vez más fuertes, migraciones masivas, crisis económicas y muertes por desastres naturales. Para 2050, es probable que el cambio climático sea tan letal como el COVID-19, y para 2100 podría ser cinco veces más letal, dice.

La expansión de las fuentes actuales de energía verde, como la eólica y la solar, no será suficiente, dice. Estas fuentes de energía son intermitentes: el viento no siempre sopla y el sol no siempre brilla. Y todavía no hemos inventado baterías asequibles que puedan almacenar suficiente energía limpia.

Además, las metas de reducción gradual de gases de efecto invernadero del Acuerdo Climático de París, de 190 países, tampoco alcanzarán para resolver el problema, dice Gates. La única solución es reducir las emisiones a casi cero por el año 2050, me dijo Gates.

Gates compara los acuerdos globales existentes para reducir el cambio climático con una bañera que se está llenando lentamente de agua: incluso si reduce el flujo de agua a un goteo, la bañera eventualmente se desbordará.

Cuando le pregunté qué pasará con países como México, que actualmente está invirtiendo en refinerías de petróleo, Gates respondió que es probable que los autos eléctricos dominen el mercado automotriz en diez o quince años, y “los países tendrán que dejar de esperar ganar mucho dinero con la venta de petróleo o gas natural “.

La mayoría de los expertos en cambio climático con los que hablé no creen en los pronósticos de que Miami desaparecerá del mapa (aunque, para ser justos, Gates se refería solo a las playas de Miami, y dijo que podrían desaparecer por el año 2100).

Lo que sucederá, si no se hace nada, es que Miami tendrá que construir sistemas de drenaje mucho más costosos, y los residentes tendrán que pagar mucho más en impuestos inmobiliarios.

En ese escenario, Miami podría convertirse en una ciudad en que solo los mega-millonarios podrán vivir. Como en Venecia, Italia, que ha estado bajo el agua durante mucho tiempo y es una de las ciudades más caras de Italia, las propiedades en Miami estarían entre las más caras de los Estados Unidos.

Me sumo a quienes piensan que Miami no desaparecerá bajo el agua, ni caerán en picada los precios de sus inmuebles, aunque me pregunto si lograrán sobrevivir sus playas.

Gates razón en advertir que los esfuerzos actuales para controlar el calentamiento global no son suficientes, y que cuanto más esperemos para solucionar el problema climático, más costoso será hacerlo.