(Gobierno Constitucional –XVII–)
Por CARLOS CANACHE MATA
En el Collage anterior, número 54, me referí ampliamente a la sublevación de la Base Naval de Puerto Cabello, el llamado “porteñazo”. Antes de continuar con lo acontecido en el año 1962, es oportuno hacer el siguiente comentario.
30 años sin sublevaciones militares. En el año 1964, meses después de haber sido sucedido en la Presidencia de la República por Raúl Leoni, visité a Rómulo Betancourt en Nápoles, Italia, donde residió un tiempo antes de trasladarse a Berna. En el curso de la conversación entonces sostenida con él, le pregunté cuáles habían sido las sublevaciones militares más graves ocurridas en el ejercicio de los dos gobiernos que presidió. Me respondió que durante la Junta Revolucionaria de Gobierno (1945-1948) había sido la sublevación militar del 11 de diciembre de 1946, y en el período de la presidencia constitucional (1959-1964) había sido la que estalló el 2 de junio de 1962, la del llamado “porteñazo”.
Desde esa sublevación ocurrida el año 1962 en Puerto Cabello, no hubo más sublevaciones castrenses hasta el 4 de febrero de 1992, cuando Hugo Chávez encabezó la que en esa fecha se produjo contra el gobierno constitucional del Presidente Carlos Andrés Pérez. Así lo registra la historia. Al igual que otros historiadores, Manuel Caballero, Premio Nacional de Historia en 1994, lo precisa: “Sea como sea, en 1962 se cierra, por los próximos treinta años, un ciclo de intranquilidad militar que había comenzado en 1945” (cursivas nuestras) (1).
El Presidente Betancourt, en sus dos ejercicios de la primera magistratura, enfrentó y venció con habilidad y energía, a los golpistas, y aprovechó las sublevaciones de Carúpano y Puerto Cabello para profundizar la limpieza y depuración de las Fuerzas Armadas, apartando de sus filas a los oficiales enemigos del sistema democrático. Por eso, en relación a las insurgencias de Carúpano y de Puerto Cabello, en su Alocución de Año Nuevo del 31 de diciembre de 1962, pudo decir esto: “Es perfectamente lógica, y de ella me responsabilizo y de ella no me arrepentiré nunca, la posición del Gobierno que presido frente a los autores e inductores, militares y civiles, de los aludidos brotes facciosos. Fueron entregados a la jurisdicción de los tribunales militares, y no por acción arbitraria, sino de acuerdo con las leyes de la República; tuvieron derecho a la defensa; sus abogados pudieron presentar amplios alegatos. Unos fueron excluidos de responsabilidad; otros condenados a largas penas de presidio. Surgen ya voces pidiendo amnistía para ellos. Mientras yo sea Presidente de la República no será sobreseída su causa, como no ha sido sobreseída la causa de los insurgentes del 7 de septiembre de 1958 y del 20 de abril de 1960. Lo más fácil para un gobernante en vísperas de dejar el poder es dar muestra de humanitario espíritu frente a los autores de motines y sediciones, dejándole a su sucesor la peligrosa herencia de la impunidad del crimen político. Tengo demasiado sentido de responsalidad conmigo mismo y con la historia para proceder así. Estoy consciente de que por esta línea de conducta, indesviable e inmodificable, caerán sobre mí rencores familiares e individuales imborrables, pero gobernar con sentido de lealtad al país no es, en mi concepto, eludir responsabilidades, sino asumirlas ante la propia conciencia, ante la Nación y ante la historia” (2).
El destacado dirigente político socialcristiano Ramón Guillermo Aveledo, quien fue jefe de la fracción parlamentaria de Copei en el Congreso Nacional y dos veces Presidente de la Cámara de Diputados, al considerar la posición y esas palabras del Presidente Betancourt ante los que se rebelaron contra el orden constitucional, expresa: “Eso es duro, y más en los labios de un Presidente…pero yo me pregunto ¿Qué habría sucedido si el Presidente no hubiera actuado de ese modo? ¿Qué habría sido de la democracia?” (3). Por su parte, Luis José Silva Luongo, abogado especializado en Economía y Finanzas y ex-profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, cuando analiza la gestión presidencial de Betancourt, formula esta consideración final: “Cualquiera que sea la posición política que se haya mantenido o se mantenga sobre Rómulo Betancourt, no puede dejar de reconocérsele que su paso por el Gobierno Nacional ha sido de una importancia decisiva para el desenvolvimiento político del país en el largo período que va desde que deja la presidencia hasta el presente. Otra hubiera sido la evolución política de Venezuela si no hubiera ocupado la Presidencia de la República en el conflictivo período 1959-1964 un hombre de sus condiciones excepcionales” (cursillas nuestras) (4). El gran ensayista e historiador Mariano Picón Salas, también cree que la “energía” del Presidente Betancourt salvó la democracia: “El quinquenio ha sido extremadamente difícil…Él supo ser el piloto de la más rabiosa tormenta. Se había propuesto defender y afirmar –para que en nuestro país no hubieran más dictaduras- la democracia venezolana y demostró contra todas las propagandas de miedo, una energía serena que le ha permitido llegar, con mayor autoridad y respeto, al término de su gestión presidencial…La estrella de Betancourt, su talento y energía, y, sobre todo, su obra de gobernante, que a pesar de la ofensiva adversaria no retardó el progreso social, permiten decir que no se ha frustrado la esperanza democrática” (cursivas nuestras) (5).
Después de la sublevación de Puerto Cabello (“el porteñazo”). Fracasadas las sublevaciones de Carúpano y de Puerto Cabello, el protagonismo de la acción armada quedará a cargo de las FALN (que se forman, de hecho, a mediados de 1962, y de modo formal, el 20 de febrero de 1963), como brazo armado del Frente de Liberación Nacional (FLN). Los integrantes de esas FALN son las guerrillas, las UTC –Unidades Tácticas de Combate- y oficiales del Ejército participantes en las insurrecciones de Carúpano y Puerto Cabello, ahora en prisión.
Desde el comienzo de la lucha armada se presentaron “problemas y diferencias”: el PCV y el MIR mantenían comandos autónomos, con líneas partidistas organizativas propias, por lo que, al decir de Agustín Blanco Muñoz, “cada uno de estos partidos tiene necesidad de luchar en común, pero cuidando de mantener su identidad”. Blanco Muñoz, expresa: “Hay base entonces para pensar que ya para el momento existían grietas y que el organismo (las FALN), que se venía a colocar en lo militar por encima del PCV y el MIR, -comandado por personalidades militares que no militaban en ninguna de las dos agrupaciones- era para lograr la coherencia”, y añade: “Las FALN surgen entonces como un medio para superar la crisis que ocasiona el fracaso de ambos movimientos… Los movimientos insurreccionales fracasados son entonces la piedra de toque” (6).
El historiador Ramón J. Velásquez, hace consideraciones parecidas: “Los estudiosos de este período señalan a Carúpano y Puerto Cabello como el comienzo de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional o FALN. Es decir, de un organismo coordinador de la empresa revolucionaria en que estaban comprometidos el PCV, el MIR y los militares enjuiciados por las rebeliones de mayo y junio, así como el numeroso grupo de oficiales que en los años anteriores habían sido protagonistas de insurrecciones mlitares de signo derechista, pero que ahora se identificaban con la lucha sostenida por estos partidos de la izquierda. Este tipo de alianza era un factor novísimo dentro de la ortodoxia marxista y las corrientes internas que surgirán entre quienes creen posible el arribo al poder mediante la acción rápida del golpe militar y los partidarios de la guerra campesina larga, va a ser fuente de futura división. El Frente de Liberación Nacional o FLN es en lo político el equivalente de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional o FALN en lo militar, es decir un acuerdo de coordinación del PCV y el MIR para dar una apariencia política al movimiento guerrillero y permitir la colaboración de algunos grupos de simpatizantes independientes y de unos cuantos diputados y líderes urredistas” (7).
En el segundo semestre de 1962, las Unidades Tácticas de Combate (UTC), dependientes de las FALN y que tenían bajo su responsabilidad principal a la guerrilla urbana, protagonizaron disturbios en Lomas de Urdaneta, en Propatria, en los Magallanes, en Caracas; el 4 de junio incendiaron una bomba de gasolina y varios vehículos en Caracas; el 15 de junio hacen estallar bombas y petardos en Coro; el 8 de julio penetraron al aeropuerto de la Carlota, luego de cortar la cerca con una cizalla, con el objeto de practicar actos de sabotaje en las avionetas pertenecientes a la Agregaduría Militar Norteamericana que se encontraban estacionadas en dicho aeropuerto; el 12 de julio lanzan un niple al automercado Las Mercedes; en El Nacional, del 14 de julio, aparece un comunicado del Ministerio de Relaciones Interiores en el que “se llama la atención de la ciudadanía sobre la grave circunstancia ampliamente comprobada, de que en los últimos atracos y asaltos a bancos, abastos y casas comerciales, han intervenido brigadas de las bandas extremistas del Partido Comunista y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria”; el 25 de agosto lanzaron bombas contra la fábrica de Coca Cola en Caracas; varios sectores de Caracas quedaron a oscuras por la voladura del gasoducto de Arrecife; desde la azotea de la Maternidad “Concepción Palacios” atacan el Transporte Militar de El Paraíso (la llamada ‘batalla de la Maternidad’); el 17 de septiembre en la avenida San Martín de Caracas ocasionaron un muerto y dos heridos; el 30 de septiembre, alrededor de 40 individuos armados con ametralladoras y fusiles, en horas del mediodía, asaltaron el pueblo de El Hatillo, cerca de la capital, y toman la casa de Acción Democrática, la casa de Copei, la Prefectura, la Comandancia de Policía, la oficina telefónica, el telégrafo y la estación de servicio ubicada a la entrada de la población, situación que se mantiene por unos treinta minutos; colocan explosivos en Radio Tropical; el 4 de octubre asaltan las oficinas y talleres del “Daily Journal”; el 28 de octubre hicieron estallar tres bombas en Tía Juana, Estado Zulia; el 5 de noviembre lograron volar los oleoductos de la Texas y la Gulf, en el Estado Anzoátegui; el 16 de noviembre el profesor José Damián Ramírez Labrador es asesinado cuando explicaba su clase en el liceo Juan Vicente González, Estado Anzoátegui; hubo asaltos y otras acciones de violencia en algunas ciudades del interior.
Se informa el 1° de octubre que, en la Comisión Política Especial de la XVII Asamblea General de las Naciones Unidas, el canciller Marcos Falcón Briceño planteó la reclamación de límites que sostiene Venezuela con el Reino Unido en relación al territorio Esequibo “informando al mundo de las razones por las cuales no podemos reconocer como final al arbitraje de 1899” y que “todo lo que buscamos es una solución amistosa al problema con el Reino Unido”; reafirmó, además, el apoyo de Venezuela a la independencia de la Guayana Inglesa y que espera que un representante de ésta tome parte en cualesquiera conversaciones con la Gran Bretaña a ese respecto.
El 8 de octubre se suspenden de nuevo algunas garantías constitucionales, que habían sido restituidas el 31 de julio al haberse superado la crisis militar creada por las sublevaciones de Carúpano y Puerto Cabello. En los considerandos del Decreto de suspensión, el N° 870, se fundamenta la decisión en “que la actividad de los grupos que han promovido y ejecutado acciones de rebelión contra el orden constitucional y la organización democrática de la República se han intensificado en forma violenta y sistemática” y en “que los referidos hechos de violencia contra las instituciones y la tranquilidad ciudadana se han evidenciado en la continuación de actos de terrorismo, contra la vida, los bienes y los servicios públicos, por medio del sabotaje y acciones directas”.
El 15 de octubre, el Presidente Betancourt dirigió una Alocución al país, esperada por la opinión pública debido a la situación de violencia –arriba descrita a grandes rasgos- creada por los partidos de la extrema izquierda. La Alocución, transmitida por los medios de radio y televisión, la pronunció ante una amplia concurrencia en la que estaban representados los Poderes Públicos, las Fuerzas Armadas, Partidos de la coalición de Gobierno, personalidades independientes, sectores bancarios y económicos, sindicales, jerarquía eclesiástica e instituciones diversas.
Dijo que en la tarde de ese día se había una hecho una solicitud ante la Corte Suprema de Justicia: “En el escrito presentado por el Ejecutivo Federal a la Corte Suprema de Justicia, en su Sala Político-Aministrativa, se pide que se declare, con respecto a los partidos Comunista y Movimiento de Izquierda Revolucionaria, ‘la invalidación de sus respectivas inscripciones o autorizaciones como organizaciones políticas’…En el empeño, perfectamente justificable, de acorralar a los empresarios de la subversión y de hacer caer sobre ellos todo el peso de la ley, el Ejecutivo Federal ha intentado ante los tribunales penales una acción coincidente con el pedimento hecho ante la Corte Suprema de Justicia. Ha introducido ante los tribunales ordinarios una acusación, respaldada con pruebas abrumadoras e irrecusables, contra los dirigentes de los partidos de la extrema izquierda. ‘Por rebelión civil serán acusados ante el tribunal competente los dirigentes nacionales de la subversión’, prometió, a nombre del Gobierno, el Ministro de Relaciones Interiores…Y dos consideraciones finales. La primera se refiere a una supuesta presión que sobre mí han ejercido sectores militares para que actúe como lo estoy haciendo… Los errores y los aciertos de mi gestión de Presidente son míos propios, y no de personas o institución alguna… La segunda observación, y ya finalizadora de esta exposición al país, es la de que han resultado totalmente fallidos los propósitos de los empresarios del caos de paralizar con sus actos terroristas y con sus campañas de rumores, el indetenible y enérgico proceso de recuperación económica y de acción administrativa fecunda”, refiriéndose luego a realizaciones y expectativas en este aspecto. A otra acusación de la oposición, respondió: “Tentación de arrebatos dictatoriales no podría esperar el país de quien no los ha tenido en tres años y medio de muy difícil etapa de gobierno” (8), destacando, además, la unanimidad habida en el Consejo de Ministros al tomarse las medidas anunciadas.
En el próximo Collage continuaremos con los sucesos del difícil y tormentoso año 1962.
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Notas
1-Manuel Caballero. “Rómulo Betancourt, político de nación”. 1a edición: noviembre de 2004. Alfadil Ediciones y Fondo de Cultura Económica. Pág. 310.
2-Rómulo Betancourt. Alocución de Año Nuevo, 31 de diciembre de 1962. Antología Política. Volumen Séptimo 1959-1964. Fundación Rómulo Betancourt, Caracas, Venezuela, 2007. Pág. 336-337
3-Ramón Guillermo Aveledo. “La 4ª República, la virtud y el pecado”. Editorial Libros Marcados, C. A. Primera edición: octubre 2007. Pág. 94.
4-Luis José Silva Luongo. “De Cipriano Castro a Carlos Andrés Pérez 1899-1979”. 1ª edición. Monte Avila Editores Latinoamericana. 2000. Pág. 456.
5-Mariano Picón Salas, en “Un hombre llamado Rómulo Betancourt”. Apreciaciones críticas sobre su vida y su obra. 3ª edición, Catalá/Centauro/Editores/Caracas/Venezuela/1975. Pág. 218.
6-Agustín Blanco Muñoz. “Venezuela 1962-1963”. El Porteñazo Trágica expresión de una aventura. Copyright 1994. UCV. Caracas. Pág. 104-105.
7-Ramón J. Velásquez. “Aspectos de la evolución política de Venezuela en el último medio siglo”. Venezuela Moderna. Fundación Eugenio Mendoza. Caracas 1976. Pág. 230.
8-Rómulo Betancourt. Alocución dirigida al país el 15 de octubre de 1962, en “La Revolución Democrática en Venezuela”. 1959-1964. Tomo III. Caracas/1968. Pág. 246-252.