La crónica menor – CARDENAL BALTAZAR PORRAS CARDOZO
El cuarto domingo de pascua está dedicado a la jornada de oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas, bajo la figura de la perícopa del buen pastor que se lee en dicho día. Pastor es quien cuida con cariño y esmero, a tiempo completo, por la necesidad de que no se pierda nada de lo que se la ha confiado. Esta imagen campesina, bucólica, tierna, encierra una realidad mucho más compleja. Es un oficio que si no se vive a plenitud, con entrega total, se convierte en una carga insoportable.
Jesús es el buen pastor, se lo dice a los fariseos que buscaban descalificarlo. Sólo es buen pastor el que da la vida por sus ovejas. En días recientes hemos llorado la muerte de tres obispos, Helímenas Rojo, Tulio Chirivella y César Ortega; y la de cuatro sacerdotes: Miguel Vargas, Miguel Pan, Bruno Masiero y Luigi Verdecchia. Con excepción del primero, todos por efectos de la pandemia que nos azota. En todos sobresale la entrega generosa, misionera, con un profundo amor por la gente de esta tierra venezolana, sostenidos por la fe y el amor a Dios.
De julio del 2020 hasta abril de 2021, han fallecido por Covid, 25 sacerdotes, tres de ellos obispos. De los 2000 sacerdotes en Venezuela, se han contagiado 201, es decir el 10% del total, lo que representa un 11% de contagiados y 1.1% de fallecidos. Desgrano sus nombres como una letanía para que los tengamos presente en la oración de estos días. A los arriba nombrados, añadimos de la Arquidiócesis de Maracaibo, Antonio Benito Villasmil y Jesús Quintero. De la Diócesis de Cabimas, Andrés Eloy Montero. De San Cristóbal, Edixandro Morán y Roberto Arellano. De Valencia, Alex Guillermo González, Julio Rodríguez y Moisés Pérez Lugo. De Barcelona, Arvicen David Ramos y Gregorio Finol. De Barinas, Adelfo Trejo y Robert Ramírez Mayorga. De Trujillo, Argenis de Jesús Delgado y Mons. Castor Oswaldo Azuaje. De Machiques, Francisco Javier Pérez. De Coro, Carlos Arellanes Reyes y Robert Ramón Medina. Del Caroní, José Taguaruco. De Tucupita, José Nóbrega. Los arriba nombrados pertenecieron a Barquisimeto, Calabozo y Caracas. Del clero diocesano (19) y religioso (6).
Rindamos el cálido homenaje del agradecimiento y de la solicitud al Señor para que la semilla que cae en tierra fértil y muere, produzca fruto abundante. Y unamos nuestra plegaria a los muchos que en cumplimiento de sus obligaciones profesionales, o en el ejercicio de sus funciones ordinarias, encontraron la muerte a manos de este terrible virus. Cuidarnos y respetar las normas de bioseguridad es importante. Pero mucho más que el derecho a la vida, la propia y la ajena, pasa porque vacunarnos sea una realidad cercana para que la vida brille y el trabajo produzca el bienestar material y espiritual que nos devuelva la alegría y la paz. “Reconozcamos que el Señor es Dios, que él fue quien nos hizo y somos hijos suyos, que somos su pueblo y su rebaño” (salmo 99).