A dónde va la política exterior

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Félix Plasencia, nuevo ministro para Relaciones Exteriores designado por Nicolás Maduro. Foto cortesía.

Por J. GERSON REVANALES M

La Política Exterior es un asunto de Estado en particular del presidente de la República; la intromisión de otros poderes pone en riesgo y peligro la seguridad y soberanía nacional.

En la tarde del viernes 22, no sabemos si como un travesura más del duende de las redes, circuló la información sobre la designación, por parte de la Asamblea Nacional del régimen, del diputado Timoteo Zambrano como presidente de un comisión para coordinar “el restablecimiento de las relaciones con Colombia”. Es decir, pone de lado la funciones y responsabilidades del Ministro del Exterior. Entre los integrantes de la Comisión se encuentra aquel diputado que en una oportunidad reveló información sensible y estratégica, cuando advirtió que “Venezuela plantaría su bandera en Colombia, debido a que contaba al menos con veinte cazabombarderos Sukhoi Su-30 rusos, los cuales en once segundos estaban en capacidad de trasladarse hasta Bogotá.

La noticia, si es falsa, no ha pasado nada, pero si es cierta, es sumamente delicada, tanto desde el punto de vista del secreto militar como político, al ser una zancadilla bien pensada contra el recién juramentado ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores, Félix Plasencia. Por cierto, esta semana la Directora General de la Oficina de Gestión Humana del MPPRE, en supino desconocimiento de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, firmó una circular No 05 S/F en nombre del “canciller”. ¿Sabrá esta señora que en el ordenamiento jurídico no existe el cargo de “Canciller y que los documentos oficiales no pueden referirse a cargos inexistentes o con apodos?

La política exterior es una e indivisible, y es responsabilidad directa del presidente de la República según el artículo 236, numeral 4, de la Constitución. El nombramiento de esta Comisión deja muy mal parado al nuevo Ministro del Poder Popular para las Relaciones Exteriores (MPPRE), debido a que uno de los temas cruciales, álgidos, son las relaciones con Colombia, para que una Comisión de una Asamblea de cuestionado legalidad en su origen, cuya función es hacer leyes y servir de contrapeso al Poder Ejecutivo, se esté ocupando de temas que no son de su competencia, aunque al presidente de esta Comisión se le pongan los dientes largos por ocupar la atractiva silla de la Casa Amarilla.

La complejidad y dimensión de las relaciones con Colombia, con sus 2 mil 200 Km de límite terrestre y sus más de 10 millones de habitantes en ese tercer país que es la frontera, con una delimitación marítima pendiente, con temas como la migración, economías interdependientes, comercio, guerrilla y narcotráfico, va más allá de un anuncio de una comisión integrada por expertos con experiencia poco comprobada en los temas anteriormente señalados.

Efectivamente los mecanismos de las comisiones parlamentarias son positivas, pero no en este caso, cuando no hay relaciones diplomáticas. Hace más de 30 años, luego de la crisis del Caldas, los presidentes Virgilio Barco y Carlos Andrés Pérez crearon la Comisión presidencial de asuntos fronterizos colombo-venezolanos (COPAF) con el Acta de San Pedro Alejandrino. Entre sus resultados estuvo llevar el comercio binacional a más de 9 mil millones de dólares, cuando salí de la Embajada en Bogotá en 1999.

En este momento la política exterior y las relaciones internacionales se encuentra a la deriva a pesar de haber sido Maduro el ministro de exteriores con mayor tiempo en el cargo, posiblemente porque Hugo Chávez era la “mente maestra» detrás de las operaciones. Venezuela es el único país que enfrenta juicios en las dos más altas cortes internacionales (CPI y CIJ), además de los problemas y conflictos con los tres países con frontera terrestre y con los cuatro de los cinco con frontera marítima (Trinidad y Tobago, Estados Unidos, Francia y Holanda).

Recientemente, un nuevo ministro asumió la jefatura de la Casa Amarilla y nos habíamos comprometido a respetar la luna de miel correspondiente a todo recién llegado a un cargo público, además de ser colega. Sin embargo, ante lo apremiante de la situación, vemos que hasta ahora su gestión se ha limitado a viajar por el mundo, asistir a reuniones de sectas como los NOAL, hacer visitas de protocolo a los Ayatolás y fotografiarse con los representantes de regímenes nada democráticos.

La agenda internacional requiere de mayor atención y profesionalidad. Desafortunadamente, el anterior ocupante de la Casa Amarilla se dedicó más a insultar a sus colegas que a buscar soluciones a la problemática internacional. La agenda internacional requiere atender temas medulares, cuyo decálogo comienza por revisar las relaciones con EEUU, Colombia, la UE, responder a los señalamientos y acusaciones ante la CPI y la CIJ. Se deben incentivar las exportaciones, la expulsión de grupos irregulares en territorio venezolano, definir la estrategia para la recuperación del Esequibo y, si le parece, como funcionario de concurso, rescatar la profesionalización del Servicio Exterior. Usted dirá, señor Ministro.

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