El aislamiento internacional a Maduro debe ir de la mano del contundente aislamiento interno. REUTERS/Carlos Garcia Rawlins (VENEZUELA - Tags: POLITICS HEADSHOT)

Maduro, bailando en un tusero

*** Con el inicio a la investigación formal de la Corte Penal Internacional se abre otro hueco en la línea de flotación del régimen, el cual este año ha tenido que ceder en lo electoral y aguantar las delaciones y denuncias de sus antiguos socios, incluyendo las de la expresidente Bachelet desde el Consejo de Derechos humanos.

Por ALFREDO MICHELENA

La visita del Fiscal de la Corte Penal Internacional es otro indicativo de que las cosas no están bien para el régimen. Muestra que la presión internacional y el desgaste interno y, por qué no, la acción de las fuerzas opositoras, aunque menguadas, están haciendo mella en las bases que sostienen este mamotreto del horror. Y para ponerlo en términos de derechos humanos (DD.HH.) no sólo el horror de la violación de los derechos y libertades fundamentales, sino también de los derechos económicos, sociales y culturales. Es decir represión, hambre y mengua.

Debilidades

Las señales de debilidad son variadas, las peleas internas del chavismo por los espacios de poder locales y regionales que se presentan en  las próximas elecciones; las luchas por el control del partido y de lo que queda del Estado entre Maduro y Cabello, que van sotto voce; las delaciones casi a diario de los capturados por la justicia gringa e incluso española, que asustan a más de uno; y, por supuesto, las pugnas por el menguado botín del tesoro nacional que echan chispas por varios lados.

Maduro, seguramente aconsejado por los cubanos, decidió acercarse a los límites de la legalidad para tratar de conseguir una legitimidad internacional, que le permita asirse de una botija más grande para repartir y bajar la presión interna -y externa, pues tiene compromisos crematísticos con sus aliados-. Por esto ha decidido jugar a que está haciendo un esfuerzo para recuperar la democracia y el Estado de derecho.

Los DD.HH.

Es decir, trató de repetir la jugada Bachelet, a quien permitió la entrada de una delegación del Consejo de DD.HH. que, por más que denunció las violaciones a esos derechos, tuvo que balancear su estancia con algunos puntos a favor de régimen. Además, las denuncias salen poco afuera de los círculos dedicados a esos temas y no son de actualidad en la prensa internacional. Quizás no ayuden mucho a darle legitimidad al régimen, pero el daño es manejable y como confirmación de eso tiene el caso cubano, que ha surfeado el tema por décadas.

Las elecciones

Maduro también se lanzó en una semiapertura de las condiciones electorales para unas elecciones que, ganen o pierdan, no cimbrará su agarre al poder y sí le dará puntos frente al mundo, en especial si la Unión Europea santifica los comicios. Maduro, de todas formas, sabe que ganará así no tenga mayoría, debido a que ha logrado atomizar a la oposición y fomentar la desesperanza en el electorado que lo rechaza. Es un gambito peligroso, pues si la oposición se uniera coparía la mayoría de los cargos locales y regionales en disputa.

Finalmente, en ese juego macabro por recuperar la legitimidad, Maduro aprobó la visita del fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan.

Crímenes de lesa humanidad 

Ya sabemos que la CPI había concluido que hay suficientes indicios de crímenes contra la humanidad en Venezuela, perpetrados por el régimen de Maduro, y que debía tomar una decisión sobre si pasar o no a una etapa posterior de investigación. Y así lo hizo, indicando que «ha concluido el examen preliminar de la situación en Venezuela y [se] ha determinado que procede abrir una investigación para establecer la verdad», como se anunció en un memorándum de entendimiento que firmó el fiscal Khan con Maduro.

Frente al avance de una investigación formal para determinar la perpetración de crímenes contra la humanidad ya decidida por fiscalía de la CPI, Maduro manejaba dos opciones: ni recibir al fiscal ni colaborar con él o tratar de complacerlo y bailar pegado- como se dice en Venezuela- para tratar de  dilatar un desenlace en su contra. Y, mientras tanto, mostrar que “no tiene nada que ocultar”, como lo declaró. A su favor tiene el tiempo y las medidas dilatorias que pueden retrasar un procedimiento que, de por sí, es muy lento. El ejemplo más cercano es el de Colombia.

Varios “conejos”

El régimen de Maduro está asando varios conejos al mismo tiempo y, como dice el dicho, alguno se le puede quemar. Pero para eso debemos entender que es justamente en esas aperturas en las que hay que actuar para que se le “quemen los conejos». De lo contrario, se consolidará una imagen de apenas un gobernante autoritario en una democracia imperfecta o incluso de dictador benigno, con el cual la comunidad internacional terminaría entendiéndose por encima de una oposición menguada.

Maduro está en la cuerda floja o “bailando en un tusero”, como decimos en Venezuela. Sin embargo, está de nuestra parte rematar la faena y desatar toda la fuerza posible para hacerlo caer, dando la pelea en cada tablero, en cada coyuntura, en cada oportunidad que se presente para apurar la lucha por nuestro derecho a la democracia y a la libertad.

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