américa latina maduro díaz-canel ortega castro

Noviembre negro en América Latina

*** Cuatro eventos políticos, tres elecciones y una manifestación política, marcaron un mes en el cual las tendencias totalitarias triunfaron abiertamente en una región que no encuentra la vía para obtener y consolidar unas sociedades prósperas y democráticas, sostiene el autor.

Por ALFREDO MICHELENA

Cuatro eventos políticos, tres elecciones y una manifestación política, marcaron un mes en el cual las tendencias totalitarias triunfaron abiertamente en una región que no encuentra la vía para obtener y consolidar unas sociedades prósperas y democráticas.

Fueron cuatro procesos distintos que muestran la tragedia de una América Latina que no consigue el camino hacia un futuro de libertades en lo político, económico y social.

La pantomima de las elecciones nicaragüenses muestra hasta donde pueden llegar estos gobiernos mafiosos o simplemente delincuenciales, que usando el socialismo como coartada, se imponen sobre sus sociedades para depredarlas no solo económica y financieramente, sino también social y culturalmente. 

Las elecciones de Venezuela muestran como estos malandros en el poder pueden darse el lujo de llamar a unas elecciones, en medio de una crisis humanitaria tal que ha expulsado a una cuarta parte de la población, mientras el resto se sume en la pobreza y la mengua, y ganarlas sobradamente siendo ellos una rechazada minoría. Para ello crean en la oposición democrática la desesperanza mientras promueven la división del voto rival.

Las elecciones en Chile, muestran la descomposición de un país próspero que ha perdido el rumbo al carecer de una dirigencia capaz de evitar la catástrofe, que muchos aseguran se avecina. En un país ultrapolarizado entre la derecha y la izquierda, se presagia que el triunfo de una pudiera suponer la persecución de la otra.

Por último, la brutal represión sobre el pueblo cubano que sólo trató de manifestar en las calles su deseo de libertad, resalta el talante de estos gobiernos totalitarios que ya se han consolidado.

En el trasfondo de todos estos procesos está la incomprensión del reto que estamos enfrentando los demócratas en el continente y la falta de un liderazgo que, en consecuencia, no logra guiar a nuestras sociedades hacia un futuro de prosperidad y libertades.

Los que si parecen que han comprendido la situación son estos gobiernos delincuenciales, que arrastran a cientos de  organizaciones sociales y políticas bajo la coartada de un socialismo que le dará sociedades más justas. Una ilusión que, aunque la historia muestra su fracaso, sigue inflamando el corazón de muchos.

Estos eventos sugieren cuatro estadios de un proceso de regresión democrática. En un extremo, la Cuba que crearon los Castro donde se da una total dominación de la población desde el Estado. Luego las que están en desarrollo, es decir, Nicaragua y Venezuela, que deben adaptarse a las nuevas tendencias del escenario mundial que claman por elecciones, para el perdón de sus pecados. Y la que está al borde del precipicio: Chile.

Nicaragua está en el estadio de imponerse y quebrar la voluntad de sus ciudadanos, por lo que no le importa mostrarse represiva frente al proceso electoral. Venezuela, en un estadio más avanzado, ya puede darse el lujo de mostrar pinceladas de democracia llamando a elecciones que sabe que ganará pues ya ha entronizado la desesperanza y la división entre los que los adversan.

Lo de Chile podría ser el comienzo de este proceso, tal como lo vivimos en Venezuela. Entonces nos agarró la desconfianza en los partidos tradicionales, creímos que instituciones democráticas eran sólidas y estaban más allá de toda duda. De hecho, se optó por aquello de “que se vayan todos los políticos” y que venga un “outsider, un no-político». Es decir, jugamos con el fuego de la anti-política y nos quemamos.

Cuatro eventos que demuestran una tendencia muy preocupante para una región que gritó emocionada: ¡democracia!, al final de siglo pasado y que ahora parece recorrer un camino a la inversa. 

 Las opiniones publicadas en Zeta son responsabilidad absoluta de su autor.