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Guerra en Ucrania: Crónica de un venezolano en el frente de combate

*** La guerra en Ucrania ha dejado dramáticos reportes de civiles enrolándose en el ejército. Entre ellos, un venezolano que relata a Zeta su aventura en el frente.

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Los combatientes de la Defensa Territorial de Ucrania se identifican con un brazalete amarillo.  Foto cortesía EPA.

Por EDUARDO MARTÍNEZ – Corresponsal en Italia

La guerra en Ucrania solo es cercana para aquellos países europeos que han padecido los embates y dominación del ejército ruso. En Italia, se puede decir que es parcial la preocupación. Interesa a los políticos, y a todos aquellos -que ya no son muchos- que tienen la afición de seguir las guerras en los noticieros y redes sociales.

No sucede lo mismo con el tema de los refugiados, que la Unión Europea (UE) está estimando en cientos de miles en los primeros días de combates. Refugiados que se sumarían a los sirios y africanos que cada día llegan a las costas italianas.

Para Venezuela, el interés solo parece ser de interés real para el régimen, que no pierde la oportunidad de sacar una tajada de los contratiempos de sus ya poco aliados.

Ajenos a esa guerra, los venezolanos han seguido en sus problemas locales, sin saber lo cerca que comienza a ser esta guerra para algunas familias venezolanas.

Un venezolano en Kyiv

“Hoy es sábado, ya cayó la tarde y va a comenzar otra larga noche donde oímos perfectamente -desde los barrios de las afueras de Kyiv- las detonaciones de la artillería pesada rusa que ablanda con obuses, morteros y misiles la defensa que la infantería hace de nuestra capital”.

Así relató, en exclusiva para Zeta, D.M, un venezolano que vive en Kyiv, la capital de Ucrania. Joven profesional casado con una ucraniana, y quienes llenos de esperanza y de las penurias de la crisis venezolana, decidieron fundar su hogar en ese país.

Desde el primer día de la invasión rusa, D.M. nos señaló que oír las detonaciones, incursiones aéreas y bombardeos, no ha amilanado a la población civil. 

“Aún así, todo ucraniano mayor de 18 años y menor de sesenta tiene prohibido salir del Territorio desde el jueves y se encuentra a la orden del ministerio de Defensa. Sin embargo, creo que eso no hacía falta. Nosotros, al igual que otros siete millones y medio, al oír el martes por las redes que probablemente se aceptarían voluntarios, ya el miércoles nos presentamos”. 

Explica que en todo centro militar se vieron colas de cientos de voluntarios. “Mi pareja ucraniana y yo, mostramos mi pasaporte venezolano. A ella la interrogaron bajo juramento sobre el por qué de mi lealtad. A mi me retuvieron 24 horas, entre miércoles y jueves, mientras hacían las verificaciones. El jueves juré lealtad a nuestra bandera de la República Ucraniana”.

“Lo hice conjuntamente con otros 27 extranjeros entre los cuales habían tres venezolanos más (poseen experiencia como bomberos, paramédicos y defensa civil) ante una compañía militar que salía a operar”, agrega en conversación con Zeta. 

El enrolamiento

Este venezolano, convertido en patriota ucraniano, nos cuenta sus primeras experiencias de guerra:

Al terminar el acto, los soldados, tipos verdaderamente duros y que han entrado en combate cientos de veces, nos abrazaron y se fueron nuevamente al frente de combate que hoy sábado bordea Kyiv.

El resto que no aprobó la evaluación sumaria para voluntario con posibilidad de uso de armamento, fue trasladado para el grupo de asistencia general , sanitario y de logística social. 

Nos dieron data de enlace que debíamos bajar a un celular con la información básica respecto a cuál debe ser nuestra forma de proceder en el uso correcto de las armas. 

El resto de nuestra instrucción, nos la está impartiendo, en medio de un frío congelante, el comandante del pelotón de entrenamiento en el cual quedamos asignados mi pareja y yo.

No somos militares pero, estamos armados y dispuestos a defender a nuestras familias con un uso inteligente de ellas. 

Nuestro juramento coincidió con la autorización para la entrega de un pequeño lote de armas, al servicio civil voluntario de Kyiv (18.000 fusiles). Pero entristece decirles que nada más para Kyiv necesitamos al menos un millón más, con su correspondiente bagaje de munición.  

El resto, no estoy autorizado a contárselos por motivos que podrás entender”. 

Los ucranianos frente a los rusos

Para D.M. es bueno que Venezuela sepa que en Ucrania casi toda la población es muy parecida a nosotros. Además, que, aunque tengan familia en Rusia, no se deben confundir a los rusos con los ucranianos. “En dos minutos, se diferencia a un ucraniano de un ruso”, afirma.

Para este venezolano, “Zelensky fué un comediante, pero es una persona muy educada y sumamente sencilla. Nos consta que posee dignidad y entrega de trabajo de veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Eso contrasta con la primera impresión que su humor ocasiona entre nosotros. Eso es lo que lo hizo grande entre su pueblo”, resaltando un “me incluyo”.

Hablando como ucraniano, y eso impresiona, D.M. afirma que Zelensky “rechaza con toda su alma a aquel ruso que pise nuestro territorio portando tan siquiera un arma. Ustedes deben aprender que estamos sometidos a Rusia desde el año 1914 y en la actual guerra desde 2014. A partir de entonces, los rusos intentan someternos otra vez. No han parado”. 

Asimismo, D.M. cita otra diferencia entre los ucranianos y los rusos. “Casi la mitad del batallón que nos recibió y juramentó con su bandera que presenta huecos de tres disparos, son profesionales. Dos de ellos forman parte de un grupo gimnástico que utiliza la electrónica que tiene millones de vistas en la red social YouTube”. 

Los separatistas

Contrastando con la propaganda rusa sobre el tema de los rusos en Ucrania, D.M. asegura que “es una mentira (tan grande) como un sol que existen regiones separatistas”.

Nos advierte que en esa zona -que la prensa internacional califica erróneamente como separatista-  “los pocos que están a favor de volver a unirse a Rusia son un porcentaje muy pequeño, de más o menos un 5%. Pero reciben mucho apoyo económico, militar y publicitario. Es gente de lo peor, que se impone cobardemente a la fuerza sabiéndose apoyados militarmente por el estado ruso”.

“Inclusive, muchos pertenecientes a la antigua delincuencia rusa o son sus hijos. Aquí los llamamos colaboracionistas, pero todos sabemos que ni los rusos de esa zona los quieren”, agrega. 

“Son gente que no puedes comparar ni con nuestros colectivos (en Venezuela), pues casi todos son ex militares con carrera criminal rusa. Vienen de frentes de guerra con traumas o simplemente son  miembros o ex miembros de la mafia. Huyen de Rusia y se vienen a esconder a Ucrania”. 

Una paradoja, es que “es verdad que en dos de sus ciudades la lengua que predomina es el ruso. Pero tampoco es menos cierto que casi todos los rusos de padre y madre rusos que nacen o viven en esa región supuestamente separatista, vienen marcando distancia con el régimen que tienen en su país. No quieren volver de ninguna manera a Rusia por los mismos motivos que los venezolanos que emigramos no volvemos a Venezuela hasta que cambie el régimen político o tengamos la posibilidad de cambiarlo”. 

D.M. afirma que los primeros sorprendidos con la declaración de guerra desde el Kremlin fueron lo rusos que viven en Ucrania. “Atreverse a sustentar la invasión de Ucrania en base a semejante incongruencia y desfachatez”.

D.M. asegura que Anonymous ha estado enviando a Letonia, Estonia y Finlandia las imágenes que reflejan el movimiento tanto de unidades navales en San Petersburgo como de infantería en Rusia y Bielorrusia.  

“Los emplazamientos y unidades que muestran no tiene nada que ver directamente con nosotros en Ucrania. Aún así, nuestros oficiales le dan una lectura que permite ver un plan mayor y un progreso que incluye 300.000 tropas de infantería rusa. Esto constituye un movimiento estratégico mucho más grave, y que está activo. Si accionan sobre éstos países la OTAN no podrá siquiera defenderlos”. 

Del romanticismo a la nostalgia 

Este joven venezolano no puede ocultar lo romántico de su actitud. Todavía no ha llamado a sus padres “porque no sé ni siquiera como disculparme ni qué decirles para justificarme”.

Relata que cosió a su chaleco la bandera de Venezuela y que constantemente besa la última foto que se tomaron “juntos en el  patio de la casa de la abuela, y cargo puesto el crucifijo que me regaló cuando nací”.

A sus padres les envía un mensaje: “No hay vuelta atrás. No voy a cambiar mi decisión aunque les pido perdón con toda mi alma”.

Igualmente explica -antes de irse a cumplir con la obligación que juró con la Guardia Territorial- las razones por las cuales se convirtió en un brazalete amarillo ucraniano. 

«De no hacerlo, sería incapaz como católico, de volver a ver a los ojos a la  mujer que amo. Y aunque ella me perdonara, no podría ocultar ante mí mismo que fui un cobarde dejándola salir sola con un fusil a defender su patria, a defender el lugar donde nació y donde conocí gente encantadora, cariñosa, inteligente, que me recibió como si fuera mi casa.  Todo lo que me concede, al menos, el derecho de  rogarles que hagan un esfuerzo para que ustedes también comprenda que no es inteligente dejar sola a Ucrania”.

Mantenemos en el anonimato, por razones de seguridad, la identidad del venezolano mencionado, y cualquiera otro detalle que permita su identificación.