*** Considera el autor que el colapso de los servicios públicos venezolanos es consecuencia del abandono en los últimos veinte años.
Por Carlos Ojeda
Desde la antigüedad, se ha tenido información sobre los sistemas de desalojo de aguas servidas y escorrentías. Algunos historiadores hacen referencia a las construidas en Nippur (Irak) alrededor del año 3750 AC. Descubrimientos en los años 1.700 AC (Creta), en centros poblados de Asia Menor y en el Oriente Próximo, describen cómo se utilizaron accesorios de cerámica como conductores de aguas servidas.
Narraciones de cómo, en la antigua Grecia -Atenas y Corinto- se construyeron verdaderos sistemas de saneamiento (conformados por canales rectangulares, cubiertos por losas planas que eventualmente eran parte del pavimento en las calles), forman parte de la evolución sobre el manejo de las obras civiles, para resguardar la salud de los ciudadanos, en tan desarrolladas comunidades.
Desde esa época -hasta las más modernas y conocidas-, podríamos mencionar las cloacas de la antigua Roma (600 A.C.), como también a los conductos subterráneos construidos en París y Londres.
Deshacerse de los residuos y las inmundicias ¡Ya, era un norte en esas civilizaciones! Ellas intuían como un problema, el manejo de las aguas putrefactas. Pero fue en 1842, en Hamburgo, cuando por primera vez se diseñó la primera red de saneamiento moderna. A raíz del nuevo conocimiento universal, se implementaron modernas teorías, que incluían pendientes, condiciones topográficas así como las necesidades de las comunidades. Muchas de esas teorías siguen vigentes. Es decir, la recolección, conducción y disposición de aguas servidas son milenarias. La ingeniería y los avances tecnológicos solo la han masificado para que los ocho mil millones de habitantes del globo terráqueo tengan acceso y disfrute de una vida con mejores condiciones sanitarias.
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En Venezuela, luego de nuestro primer intento por construir una democracia civil -trienio cívico militar- y gracias a que parcialmente logramos deslastrarnos de militares y caudillos, logramos planificar la modernización de todos los servicios públicos en todo el país. Los millones de ciudadanos -en su mayoría, dispersos en la geografía nacional rural- por fin disfrutarían, gracias a la incipiente democracia, de las bondades de una integración nacional, a pesar de las carencias.
Con el nacimiento de la democracia en 1958, se comenzaron a desarrollar todos los servicios planificados. Fue así como en los centros urbanos se desarrollaron grandes acueductos, cloacas, sistemas de drenaje y electrificaciones. Cómo se construyeron avenidas, distribuidores y modernas autopistas. Y cómo se planificó y desarrolló el sistema de generación de energía eléctrica más ambicioso del continente suramericano. El Gurí, Santo Domingo, la Uribante-Caparo. Todas esas obras fueron el estandarte de la hidroelectricidad nacional. También se instalaron una serie de plantas termoeléctricas como energía alternativa. Las plantas termoeléctricas vendrían a complementar el desarrollo de Venezuela, que planificaron los líderes de la generación del 28, por así decirlo.
“La Venezuela democrática y civil transformó la geografía urbana y rural.”
Con la llegada al poder de los gobiernos civiles, post caudillismo y militarismo se invirtió en escuelas. En liceos, universidades, centros asistenciales y hospitales. Se formaron profesionales de nivel nacional e internacional. Se implementó la formación de escuelas técnicas y el INCE. La democracia quiso construir una gran nación. ¡Aún es un deseo colectivo!
La democracia y sus primeros gobiernos quiso atender a la mayoría de las poblaciones que eran netamente rurales (1958–1968). El Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS), con el Dr. Arnaldo Gabaldón al frente asumió la responsabilidad de luchar contra la malaria, el mal de chagas, el paludismo y demás endemias. Su visión sobre el Saneamiento Ambiental tendría un horizonte más amplio, al planificar a nivel nacional el más ambicioso programa de modernización del sector rural.
La construcción de viviendas, acueductos (pozos, bombeo y almacenamiento), cloacas, electrificación y dispensarios médicos, con la adecuada dotación cambió la panorámica de la salud social en los campos. El programar y desarrollar poblados, entre cinco (5) y veinticinco (25) mil habitantes, no hubiese podido hacerlo, sin el concurso de los profesionales y el personal formado con mística y ética, desde la Malariología.
El colapso de las cloacas en los sectores rurales, y en la mayoría de los barrios y comunidades, es la consecuencia de 25 años de abandono y desinversión por parte del sector oficial. La democracia invirtió y realizó su mejor esfuerzo para dotar a todos los pueblos y caseríos de los servicios sanitarios mínimos necesarios. Acueductos, cloacas, electrificación, viviendas rurales, dispensarios, escuelas, vialidad y áreas deportivas. También fortaleció el sistema inmunológico, el apoyo a la niñez, a las madres de menores recursos y a los estudiantes más aventajados, sin condiciones económicas. Todo esto, lo tiró a la cloaca el socialismo del siglo XXI.
La revolución, simplemente no tiene la más mínima idea ni de cómo comenzar a realizar los correctivos, ni de cómo diseñar los servicios para el presente y para el futuro.
El desechar a los miles de ingenieros y técnicos, formados en nuestras mejores universidades por pura mezquindad colectiva, tuvo sus consecuencias. Aún existen profesionales de alta calidad y con firmes principios éticos morales. Ellos les causan urticaria a quienes sólo aprendieron en su academia: “Otra voz”, “Cuento tres y llevo dos”, “Resuelve ese peo”, y “Técnico, fuera de aquí”
El colapso de los servicios sanitarios ya es inevitable. Su vida útil se extralimitó. El pretender los líderes del régimen actual que uniformados sin honor y sin la más mínima capacidad puedan rediseñar unos servicios que originalmente fueron planificados para una Venezuela con una población entre Siete (7) y Doce (12) millones de habitantes es tan utópico, como expresar queVenezuela se arregló.
«Se buscan profesionales honestos, con ética y con principios. Abstenerse uniformados”
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