***Colombia se la juega entre la seguridad y la incertidumbre este domingo en las elecciones presidenciales, considera el autor.
Por Francisco Poleo
Colombia elegirá este fin de semana entre seguridad e incertidumbre. La seguridad, sin embargo, no es lo que parece.
Petro ha tratado de darse un baño rosa, tratando de arrimarse a la centro izquierda para hacerse más potable. El Partido Liberal, que representa a la centenaria socialdemocracia colombiana, ha avistado la trampa y no ha caído en ella, marcando decididamente un cordón profiláctico con esta campaña. Estamos ante una vieja táctica de la izquierda cuando su victoria pende de un hilo: ponerse el traje de cordero. Lo hizo Chávez en 1998, cuando llegó a hablar horrores del comunismo, lo mismo que hizo Fidel Castro a comienzos de su tiranía. Ahora le ha tocado a Petro, quien pone su cara más angelical para asegurar que entregará el poder en cuatro años y que ni se le pasará por la mente expropiar. Los colombianos deben recordar que este ex guerrillero es un fruto del Foro de Sao Paulo, suerte de nido del populismo zurdo en América Latina y un poco más allá.
Por eso, Petro representa la seguridad de que la brisa del Socialismo del Siglo XXI barrerá la tierra de Bolívar y Santander. La incertidumbre, que ante este escenario es lo mejor, recae sobre los hombros de Rodolfo Hernández, sujeto extravagante que es un salto al vacío pero que, al menos, garantiza un gobierno ligeramente estable si se confirman nombramientos ministeriales como el de Germán Vargas Lleras en el ministerio de la Defensa y el de Ingrid Betancourt en la cancillería. Con el ingeniero, al menos, Colombia puede enmendar la plana en cuatro años. Con el ex guerrillero no sabemos.
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