Publicado originalmente en El Cooperante.
Por Elizabeth Fuentes
La posibilidad de que el triunfo de Gustavo Petro les derrumbe la vida, amenaza el sueño de los miles de venezolanos que han huido a Colombia escapando del riesgo que significaba el gobierno de Nicolás Maduro para su libertad.
Perseguidos por un juicio que podría culminar en cárcel, los periodistas del portal Armando.Info- Edwald Schafenberg, Roberto Deniz y Josep Poliszuc- debieron pagar con el exilio la valentía de investigar y publicar varios reportajes de investigación sobre los negocios de Alex Saab con las cajas CLAP. Trabajo minucioso que fue la punta del ovillo que culminó con la captura del colombiano y el juicio en una corte de Miami, mientras desde Venezuela el gobierno lo vendía como un defensor del pueblo, le convirtió en diplomático express y hasta intentó condicionar las conversaciones entre gobierno y oposición en México a que Saab fuese liberado y sumado a la lista de negociadores de Maduro.
Ya con varios años en Bogotá, sufriendo algunos los embates del clima y de la soledad, lejos de su familia o sus novias, los periodistas habían aprendido a sobrevivir y trabajar en paz, algo bien difícil en Venezuela. Y si bien es demasiado temprano para arribar a conclusiones que les lleven al pánico, uno de ellos me comentó que su principal angustia es que los empiecen a vigilar: – Imaginaba que esto iba a pasar-, me dice-. Ahora veremos si toca moverse o qué. Mi punto es que esto se va a llenar de inteligencia de Venezuela.Y aunque considera que comparar el triunfo de Petro con el calco del régimen de Venezuela es errado, cree que se avizora un gobierno problemático y conflictivo.
Para otro joven periodista que vive y trabaja en Bogotá, el triunfo de Petro ha sido «una maldición…» y considera lógico que algunos líderes de la oposición venezolana estén pensando en hacer maletas, como Julio Borges quien está refugiado en Bogotá desde el año 2018 y tiene orden de captura desde el año 2020 por presuntamente participar en el atentado con drones contra Nicolás Maduro.
Aunque fuentes confiables aseguran que el hoy Presidente Gustavo Petro se ha reunido con toda la oposición venezolana para calmar las aguas y su discurso luego del triunfo buscó ser tranquilizador. » Muy parecido al de Hugo Chavez cuando ganó», me comenta otro exiliado que mantiene una empresa en Bogotá y amaneció reuniendo a los empleados para explorar el futuro.
En Colombia hay más de 30 empresas venezolanas, incluyendo la fertilizadora Monómeros que está en manos del gobierno interino y recibió hace poco la licencia OFAC – que otorga el Departamento del Tesoro de Estados Unidos- para poder seguir haciendo negocios sin problemas.
«Sería muy arriesgado que Petro se inmiscuya en la administración de Monómeros o la quiera devolver al régimen de Maduro, porque eso haría intervenir al Departamento del Tesoro, le quitarían la licencia y la empresa dejaría de operar como hasta ahora. Petro sería el responsable de la quiebra de una empresa que tiene más de 2.000 trabajadores colombianos y no sería un buen comienzo para su administración».
Por ahora, valga el símil, solo queda esperar. Gustavo Petro lleva demasiado tiempo anhelando el poder y algo le deben decir los dos millones de venezolanos que se han refugiado en Colombia huyendo de la quiebra de Venezuela en manos de un gobierno que se dice de izquierda y la realidad -ese fastidio-, lo está obligando a regirse por las reglas del mercado y abrir otra vez las compuertas a los burgueses, boliburgueses o como se quiera llamar a quienes hacen negocios para obtener ganancias con el daño colateral de generar empleo. Un pecado para Hugo Chavez y Maduro, quien anda recorriendo el planeta para buscar socios.