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El presidente que lo hizo todo bien y no recibió ningún agradecimiento

*** Lo más desconcertante de la elección en Colombia de un antiguo guerrillero de izquierdas frente a un populista de derechas es lo poco que se ha anunciado el éxito del moderado saliente, según este artículo publicado en The Atlantic.

Por David Frum

¿Qué prefieres? ¿Una anciana estrella de TikTok que se compara con Donald Trump? ¿O a un ex guerrillero marxista que asistió al funeral de Hugo Chávez? ¿Un candidato famoso por sus cambios radicales en las políticas públicas? ¿O un candidato famoso por su intolerancia a cualquier tipo de desacuerdo o disidencia? ¿Uno que explicó sus elogios a la dictadura de Hitler alegando que había confundido a Adolf Hitler con Albert Einstein? ¿O uno cuyo intento de renacionalizar la recolección de basura en su ciudad dejó montañas de basura apiladas en las calles?

Bienvenidos a las elecciones presidenciales colombianas de 2022. La segunda vuelta de la votación de anoche dio la victoria al candidato número 2, el ex guerrillero Gustavo Petro, sobre el número 1, Rodolfo Hernández. Obviamente, cualquiera de las dos opciones habría inscrito enormes signos de interrogación sobre el futuro de una de las democracias más exitosas de América Latina.

Pero hay otro interrogante, uno retrospectivo: ¿Cómo ha llegado Colombia a un dilema tan extraño?

El presidente saliente de Colombia, el conservador moderado Iván Duque Márquez, no pudo volver a presentarse por el estricto límite de un solo mandato del país. En esos cuatro años, supervisó un historial de éxitos políticos sin parangón en la historia reciente de Sudamérica. A cambio, deja el cargo con un índice de aprobación que ronda los 20 puntos, el peor que ha tenido cualquier presidente en la historia de las encuestas colombianas. El partido al que pertenecía ha quedado destrozado y desacreditado.

Entrevisté a Duque el 2 de junio, durante una visita que hizo a Washington, D.C., y lo encontré tan desconcertado como cualquiera por el giro de Colombia hacia el extremismo.

Cuando Duque asumió el cargo en 2018, solo tenía 42 años. Sin embargo, parece tan irritado por el impacto de las redes sociales como los políticos de décadas de edad. «El mundo se ha polarizado mucho», dijo. «Los debates sólidos sobre cuestiones políticas no parecen ser aplaudidos hoy en día. Se aplaude más si se decide adoptar una postura firme, incluso basada en hechos poco sólidos o en mentiras, pero se consiguen muchos likes*. Esa parece ser a veces la tentación que tenemos en la política moderna».

El Presidente Duque se enfrentó a dos grandes retos en sus cuatro años de mandato: la crisis de COVID-19 y el colapso social de la vecina Venezuela. Afrontó ambos retos de forma cuidadosa, equilibrada y bien informada.

En cuanto al COVID, rechazó la desestimación y la negación que propugnan populistas como el mexicano Andrés Manuel López Obrador. Duque no buscó dudosas vacunas chinas para ganar puntos entre los votantes antiestadounidenses, como hizo el presidente izquierdista de Perú, Pedro Castillo. En su lugar, Duque utilizó la sólida relación con Estados Unidos construida por el liderazgo conservador moderado de Colombia. Colombia calificó para las primeras exportaciones de la vacuna de Pfizer desde Estados Unidos y comenzó un programa nacional de vacunación a principios de 2021. A mediados de junio, al menos el 70 por ciento de la población colombiana ha sido totalmente vacunada con vacunas seguras y eficaces desarrolladas por las democracias occidentales.

En cuanto a Venezuela, Duque coincidió con la derecha de su país en que la dictadura de Chávez-Maduro era repugnante y no era un modelo a seguir. Adoptó una línea dura contra la subversión venezolana y las amenazas de exportar la revolución a Colombia. Al mismo tiempo, Duque extendió el refugio a los venezolanos que huían del desastre en su país. Concedió a unos 1,7 millones de venezolanos el derecho a permanecer y trabajar en Colombia durante 10 años, el mayor programa de estatus de protección temporal en la historia del hemisferio occidental.

Al mismo tiempo que hacía frente a estas emergencias, Duque mantuvo la relación comercial de Colombia con Estados Unidos, ratificada por el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y Colombia que entró en vigor en 2012. Gracias a este acuerdo, Colombia ha potenciado sus tradicionales exportaciones de petróleo y café. El país suministra ahora tres cuartas partes de las flores cortadas que se venden en Estados Unidos. Colombia también se ha convertido en el tercer productor mundial de aguacate.

Colombia está saliendo de la pandemia con una de las economías de más rápido crecimiento de América Latina. En el primer trimestre de 2022, la producción colombiana creció a un ritmo anual del 7,5%. Duque utilizó parte de esta riqueza para reforzar el tambaleante sistema de seguridad social del país. Suprimió la matrícula para prácticamente todos los estudiantes de los colegios y universidades públicas de Colombia.

En todo momento, se enfrentó a ataques por hacer peligrosamente demasiado, según la derecha dura, o por hacer ofensivamente demasiado poco, según la izquierda radical.

La sociedad colombiana sigue dividida por las secuelas de la insurgencia izquierdista de los años setenta y ochenta, así como por la alianza oportunista que esas guerrillas formaron con cárteles del narcotráfico como el que en su día dirigió el famoso Pablo Escobar. Un largo proceso de paz dio lugar a un acuerdo firmado en 2016 que concedía la amnistía a los antiguos guerrilleros. Pero el acuerdo fue muy resentido por los muchos colombianos cuyos familiares y amigos habían sido secuestrados o asesinados por los insurgentes. Ese resentimiento se convirtió en la base de una extrema derecha colombiana más militante, un resentimiento que luego se vio reforzado por el sentimiento antiinmigrante, con la afluencia de cientos de miles de venezolanos solicitantes de asilo en Colombia.

El nuevo presidente de Colombia heredará todos estos retos, además de una inflación creciente y una posible recesión en Estados Unidos, el socio comercial más importante de Colombia con diferencia. Por eso no es de extrañar que el presidente Duque recibiera una despedida tan cariñosa del presidente Joe Biden en la gira de despedida de Duque por Estados Unidos. En contraste, el presidente electo Petro ha hecho su carrera explotando las divisiones sociales de su país, no curándolas.

Es posible que los estadounidenses hayan llegado a dar por sentado el reciente, difícil y frágil logro de la paz social en Colombia. El mundo democrático echará de menos al presidente Duque, quizá más de lo que aún sabe.

Las opiniones publicadas en Zeta son responsabilidad absoluta de su autor.

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