*** Cuando el presidente del París Saint-Germain evitó el castigo en una investigación de la UEFA, algunos se preocuparon de que su poder y sus amistades le consiguieran un trato especial.
Por Tariq Panja-The New York Times
Había sido una noche eléctrica de la Liga de Campeones en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid, en la que el Real Madrid remontó para eliminar al Paris Saint-Germain. El partido de marzo había sido promocionado como un choque entre los nuevos ricos del fútbol y la aristocracia europea. Y el Real Madrid, como representante de la vieja guardia, había triunfado. Pero por poco.
No obstante, una vez que acabó, el presidente del Paris Saint-Germain, Nasser al Khelaifi, estaba furioso. Y casi en cuanto el árbitro hizo sonar su silbato, Al Khelaifi comenzó a moverse.
Él y el director deportivo del PSG, Leonardo, fueron directamente a los vestidores que utilizaban el árbitro Danny Makkelie y el resto de oficiales del partido. No es raro que los miembros del lado perdedor expresen su frustración en torno a una derrota o busquen respuestas. Sin embargo, Makkelie, un juez muy experimentado de los Países Bajos, sintió que lo ocurrido en la zona de túneles en Madrid superó todos los límites de lo aceptable.
Después del partido, en un informe que revisó The New York Times, Makkelie escribió que Al Khelaifi y Leonardo “mostraron una conducta agresiva e intentaron entrar al vestidor del árbitro”. Makkelie anotó que, incluso después de que les pidió que se retiraran, Al Khelaifi y Leonardo “bloquearon la puerta”. El presidente después “golpeó a propósito la bandera de uno de los asistentes y la rompió”, escribió el árbitro.
Los sucesos crearon una crisis para el órgano rector del fútbol europeo, la UEFA. Al Khelaifi es uno de los hombres más poderosos del fútbol europeo, un ejecutivo cuya multiplicidad de roles —entre ellos un lugar en el consejo directivo de la UEFA y la presidencia de una empresa de medios que hace llegar cientos de millones de dólares al fútbol europeo por medio de acuerdos de transmisión— desde hace tiempo ha generado inquietud sobre un posible conflicto de intereses.
Lo que ocurrió después tan solo incrementó esas preocupaciones entre administrativos y rivales. No habían pasado 24 horas del incidente cuando la UEFA anunció que había abierto una investigación disciplinaria. Y luego no sucedió nada más.
Pasaron semanas. Luego meses. Otros incidentes que habían ocurrido en los partidos de la UEFA posteriores al juego entre el Real Madrid y el PSG fueron investigados y juzgados. Sin embargo, la investigación de la UEFA sobre Al Khelaifi —quien además de su cargo en el PSG, uno de los clubes más ricos de Europa, también es el presidente de beIN Media Group, la empresa con sede en Catar que es uno de los socios más importantes de la UEFA— no terminaba.
Recién en junio, tras el término de la temporada del fútbol europeo, después de que se había disipado buena parte de la atención sobre el incidente, la UEFA publicó discretamente un párrafo breve que apareció en la página cinco de un documento de seis en el que se daba una lista de los resultados de casos disciplinarios recientes: la UEFA dijo que iba a inhabilitar a Leonardo —quien para entonces había salido del PSG— por un juego por violar “las reglas básicas de conducta decente”.
Curiosamente, no se hacía mención a Al Khelaifi, que según el informe del árbitro había tenido un comportamiento peor. La UEFA se negó a dar detalles de su investigación, o a indicar por qué Al Khelaifi había evitado el castigo. También dijo que el retraso podía explicarse: simplemente había dado prioridad a las investigaciones que implicaban a equipos que aún competían en sus torneos.
El PSG no quiso hacer comentarios.
A la gente versada en asuntos disciplinarios al interior de la organización no le sorprendió el resultado. Alex Phillips, un ejecutivo de la UEFA durante casi dos décadas, cuyo puesto más reciente en la organización antes de salir en 2019 fue como presidente de gobierno y cumplimiento, le comentó al Times que incluso sintió que el momento de la resolución había sido intencional. “Esperaron a encontrar un momento tranquilo para enterrarlo con la esperanza de que la gente lo olvidara y no lo recordara”, mencionó Phillips.
Insinuó que el mecanismo disciplinario de la UEFA se ha visto socavado en los últimos años. “Los llamados órganos judiciales independientes están en realidad lejos de serlo, y en su lugar se utilizan ahora como una herramienta de poder para asegurar resultados específicos”, dijo Phillips. “Se le dice al público que son decisiones independientes cuando en realidad no lo son”.
El caso de Al Khelaifi llega en un momento de una sensibilidad particular para la UEFA. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea emitirá un fallo el próximo año después de que un grupo de clubes cuestionó el papel de la UEFA como reguladora y organizadora de competencias. Si pierde, su hegemonía sobre cómo se organiza el negocio multimillonario del fútbol europeo (y quién puede hacer ese trabajo) podría estar bajo una grave amenaza.
El caso de la gresca en el túnel de Madrid tampoco es la primera vez en la que el PSG ha logrado un resultado favorable tras una investigación de la UEFA. En 2018, el club enfrentaba la posibilidad de ser excluido de al menos una temporada de la Liga de Campeones después de que se descubrió que había violado regulaciones de control financiero de la UEFA. No obstante, al PSG se le perdonó un castigo humillante —y caro— después de que la administración de la UEFA se puso del lado del equipo y en contra de sus propios investigadores.
Desde entonces, las relaciones entre Al Khelaifi y la UEFA tan solo se han fortalecido.
Al Khelaifi surgió como un socio principal de la UEFA en 2021, cuando la organización repelió con éxito la propuesta de un grupo de los equipos más grandes del fútbol europeo para crear una Superliga separatista.
No obstante, si la Superliga hubiera tenido éxito, de un solo golpe habría saboteado a la Liga de Campeones, el principal motor financiero de la UEFA y la competencia que considerada generalmente como el máximo evento de clubes en el deporte mundial.
Sin embargo, en vez de apuntarse a la Superliga, Al Khelaifi dijo que el PSG estaba del lado de la UEFA y cabildeó en público y en privado para ayudar a sofocar la revuelta. Esa labor ha tenido su recompensa: Al Khelaifi pronto fue elevado a presidente de la influyente Asociación de Clubes Europeos (ECA, por su sigla en inglés), una organización que reúne a más de 200 clubes importantes que es parte de un emprendimiento de la UEFA para vender los derechos de la Liga de Campeones y otras dos competencias de clubes… y del cual beIN Sports es uno de los principales clientes.
“Hay un claro conflicto de intereses”, opinó Miguel Maduro, expresidente de gobierno en el órgano rector del fútbol mundial, la FIFA. “Que sea presidente del PSG podría no ser un conflicto, porque los clubes deben tener un representante en la UEFA. Pero el hecho de que la UEFA tenga intereses económicos serios con él y viceversa le da una influencia excesiva. Nadie que tenga intereses económicos relacionados con la UEFA debería estar en su junta”.
Phillips, el ex directivo de la UEFA, dijo que en su día trató de impedir el ascenso de Al Khelaifi al comité ejecutivo, pero encontró poco apoyo entre sus colegas.
“Hay un artículo sobre el conflicto de intereses en los estatutos”, relató Phillips que dijo a los miembros del personal. “Ustedes lo pusieron allí, ¿por qué no lo aplican?”.
El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, desde hace tiempo ha desestimado esas inquietudes e incluso ha insistido en que Al Khelaifi, un catarí que es un confidente cercano y ocasional compañero de tenis del gobernante del país del golfo Pérsico, permaneciera en su junta mientras enfrentaba un caso de corrupción en Suiza (Al Khelaifi fue absuelto en el caso a inicios de este año). Esta semana, mientras los máximos influyentes del fútbol europeo se reúnen en Estambul para el sorteo de la Liga de Campeones de esta temporada, es probable que Ceferin y Al Khelaifi, en su papel de presidente de la ECA, sostengan conversaciones bilaterales sobre el futuro del juego.
Esa influencia no ha pasado desapercibida entre rivales que ya están recelosos de la riqueza del PSG. En una entrevista previa con el Times este verano, otro ejecutivo de un equipo que participa en la Liga de Campeones esta temporada, Joan Laporta del Barcelona, lamentó que los clubes como el PSG, que cuentan con respaldo de un Estado, sean capaces de ofrecer el doble del dinero que otros equipos, como el suyo, pueden ofrecer en el multimillonario mercado de transferencias de jugadores.
Mientras tanto, Maduro comentó que las acciones de la UEFA han “creado sospechas” de que el PSG opera bajo un conjunto distinto de reglas. Maduro describió el resultado del caso de financiamiento 2018 como “increíble”.
“Tienes a la dirección política de la UEFA que se pone del lado de un club en contra de su propio organismo independiente, socavando la aplicación de las reglas”, dijo. La mayoría de los miembros de las comisiones que investigaron y dictaminaron sobre el PSG en su caso de cumplimiento financiero han renunciado o han sido sustituidos.
Desde entonces, la UEFA ha nombrado a Sunil Gulati, el expresidente de US Soccer, para que encabece su organismo de investigación financiera. Gulati y Ceferin entablaron amistad cuando ambos fungían como miembros del consejo de liderazgo de la FIFA.
Es Gulati quien tendrá la tarea de implementar las nuevas regulaciones de control financiero que ya había anunciado la UEFA este año. Sin embargo, esas reglas son más flexibles que las regulaciones anteriores y han sido renombradas para enfatizar cómo la UEFA ya no depende de ellas para promover un campo de juego nivelado en sus competencias. Lo que se había llegado a conocer como el sistema del Juego Limpio Financiero ahora se conocerá como regulaciones de “estabilidad financiera”.
Tariq Panja cubre algunos de los rincones más sombríos de la industria del deporte mundial. También es coautor de Football’s Secret Trade, una revelación sobre la industria multimillonaria de comercio de jugadores de fútbol. @tariqpanja