Rolling Stone
*** Trump, fanático del chisme, se interesó bastante por la vida privada del presidente francés Emmanuel Macron, al punto de tener material confidencial al respecto, asegura la revista Rolling Stone.
En la lista del FBI de los documentos incautados en la finca de Mar-a-Lago de Donald Trump, el punto 1a figura únicamente como «información sobre el presidente de Francia». Para Trump, ese ha sido un tema de intenso -y chabacano- interés durante años.
En concreto, Trump ha presumido ante algunos de sus colaboradores más cercanos -tanto durante como después de su etapa en la Casa Blanca- de su conocimiento de detalles ilícitos sobre la vida amorosa del presidente francés Emmanuel Macron, según cuentan a Rolling Stone dos personas con conocimiento del asunto. Y el expresidente llegó a afirmar que se enteró de algunos de estos trapos sucios a través de «información de inteligencia» que había visto o de la que había sido informado, dicen estas fuentes.
No está claro si el documento relacionado con Macron que el FBI incautó durante la redada tenía algo que ver con la vida personal del presidente francés. Tampoco está claro si la información sobre Macron incautada en Mar-a-Lago procede de la recopilación de información de los servicios de inteligencia de Estados Unidos o incluso está clasificada.
Pero la mera revelación de su existencia desencadenó un alboroto transatlántico, según otras dos fuentes familiarizadas con la situación. Y las palabras previas de Trump sobre las supuestas «travesuras» de Macron que «no conoce mucha gente» no hicieron más que intensificar esas preocupaciones. Tanto los funcionarios franceses como los estadounidenses trabajaron para averiguar con precisión lo que Trump tenía sobre Macron y el gobierno de Francia, y si algo de ello era de naturaleza sensible, dijeron las fuentes. Los funcionarios de ambos países querían saber si este descubrimiento significaba algún tipo de violación de la seguridad nacional, o si se trataba de un recuerdo frívolo, pero robado.
Un portavoz de la embajada francesa dijo a Rolling Stone que su investigación no había incluido pedir a la administración Biden información sobre los documentos recuperados de Mar-a-Lago.
En sus reflexiones sobre las supuestas indiscreciones de Macron, Trump fue poco detallado y específico, según las fuentes. Y como un notorio vendedor de chismes durante décadas, es difícil saber si algo de lo que dice está basado en la realidad. «A menudo», dice una de las fuentes, «es difícil saber si está mintiendo o no».
Un portavoz de Trump no respondió a las preguntas de Rolling Stone.
La relación de Trump con Macron ha sido a menudo volátil, con el presidente de Estados Unidos etiquetando una vez a su homólogo francés como «mi hombre» antes de que los dos se pelearan durante la época de Trump en la Casa Blanca.
En un principio, Trump señaló su apoyo a la rival presidencial de Macron en 2017, invitando a la ultranacionalista Marine LePen a la Torre Trump y elogiándola en entrevistas. Pero Macron se encogió de hombros ante el coqueteo con su rival e invitó a Trump como invitado de honor a un desfile del Día de la Bastilla en 2017. Trump quedó tan impresionado por la elaborada pompa militar exhibida que le inspiró a pedir un desfile militar propio.
En 2019, las tensiones entre los dos hombres y sus visiones del mundo estallaron. Después de las disputas entre los dos líderes sobre Irán, Siria y la OTAN, se pudo escuchar a Trump criticando a Macron como un «grano en el culo» en una reunión de la Casa Blanca de embajadores internacionales en las Naciones Unidas. La exsecretaria de prensa de Trump en la Casa Blanca, Stephanie Grisham, también escribió en unas memorias que Trump había llamado en privado a Macron «un tipo cobarde» y «ciento veinte libras de furia».
Y el último incidente no es la primera vez que Trump se fija en chismes lascivos sobre la vida privada de líderes extranjeros, asociados y allegados.
Mientras los rivales republicanos J.D. Vance y Josh Mandel se disputaban su apoyo en las primarias del GOP para el Senado de Ohio, Trump difundió personalmente los rumores que había oído sobre la vida sexual de Mandel y describió al candidato como «jodidamente raro». Y la decisión de Trump de respaldar a Vance fue impulsada por un rumor que Trump escuchó de la estrella de Fox News, Tucker Carlson, sobre el supuesto hábito sexual «crónico» de un prominente partidario de Mandel.
Durante la contienda presidencial de 2016, Trump se metió brevemente en la «sala de guerra» de su campaña y se burló de los empleados de nivel medio con una supuesta información sobre un par de presentadores de la MSNBC que aún no habían hecho público su romance. «Saben, nadie más lo sabe, pero yo sé lo del pequeño apartamento de Joe y Mika en el Upper East Side», cotilleó, refiriéndose a los presentadores de Morning Joe, Mika Brzezinski y Joe Scarborough, cuya larga relación pronto se haría pública. «Un día se los contaré todo». Trump ni siquiera conocía los nombres de estos miembros del personal de campaña, pero se sintió cómodo soltándoles esto.
Las fijaciones de Trump se extendieron también a las familias de los líderes extranjeros. Grisham escribió en sus memorias que, después de ver al primer ministro canadiense Justin Trudeau en la televisión a bordo del Air Force One, Trump la apartó una vez e hizo una burda afirmación sobre la vida sexual de la madre del primer ministro canadiense, una afirmación que dejó a Grishham desconcertada.
En sus conversaciones con sus colaboradores, Trump no ofreció una explicación de cómo los espías estadounidenses adquirieron los supuestos trapos sucios de Macron que dice haber visto. Pero la comunidad de inteligencia de Estados Unidos se ha vuelto mucho más cautelosa sobre el espionaje de aliados cercanos en la última década.
Las revelaciones sobre las escuchas estadounidenses a la ex canciller alemana Angela Merkel llevaron a la administración Obama a restringir severamente la recopilación de información de inteligencia sobre los jefes de Estado aliados. En virtud de una directiva de 2014 conocida como PPD-28, el gobierno de Obama prohibió las escuchas a los dirigentes de «amigos y aliados cercanos» en ausencia de «un propósito imperioso de seguridad nacional.» Tras revisar la orden en 2017, la administración Trump anunció que seguiría acatando las órdenes de la era Obama.
No obstante, la información sobre los aliados extranjeros puede seguir siendo objeto de una amplia recopilación de secretos por parte de la comunidad de inteligencia a través de vías más incidentales.
«Aunque el PPD-28 ciertamente limitó el grado en el que Estados Unidos podría recopilar información de forma intencionada y directa sobre ciertos jefes de Estado aliados, existen escenarios plausibles en los que se podría obtener información sobre ellos de forma indirecta a través de la recopilación de información sobre los adversarios y sus redes, humanas o técnicas», explica un antiguo funcionario de la Casa Blanca de Trump a Rolling Stone.