*** Plebiscito en Chile: las razones detrás del contundente rechazo a la nueva Constitución y el duro revés para Gabriel Boric
Víctor García (La Nación)
SANTIAGO, Chile.- Es el resultado, por supuesto, pero lo sintomático del proceso chileno también tiene que ver con las circunstancias que rodearon el aplastante triunfo del “rechazo”.
La amplia diferencia a favor de la postura que se opuso a la nueva Carta Magna reflejó un fenómeno evidente: que el clima político cambió en Chile y que el ánimo transformador generado tras el estallido social debe contar necesariamente con un cariz aglutinador y no pertenecer ni ser identitario a un grupo específico. Característica que el texto propuesto estuvo lejos de encarnar.
El apoyo del “rechazo” en la Región Metropolitana y en zonas populares también reflejó que la incertidumbre fue una sensación transversal. Conceptos como “plurinacionalidad”, el fin del Senado o los cambios en el Poder Judicial generaron cierto resquemor y la oposición aprovechó –inteligentemente– exponer no solo los flancos débiles de la propuesta, sino también los de quienes estuvieron detrás de ella.
Precisamente, el trabajo de la Convención Constituyente quedó señalado como una de las principales razones por las que ganó el “rechazo”.
Cuestionado desde su puesta en marcha por el desempeño de sus miembros, muchos de ellos inexpertos en política y provenientes de colectivos acéfalos, su trabajo también reflejó una serie de pugnas de poder y un claro alejamiento para percibir la sensibilidad de los chilenos, que también cambió ante el avance de la violencia, particularmente en el sur del país, y el clima de inestabilidad.
En ese contexto, aún es incierto qué pasara con los deseos de plurinacionalidad tras este resultado y si se repite la idea que darles a los pueblos originarios un número tan mayúsculo de escaños, lo que también se podría extrapolar a otros temas que surgieron durante este último año de la mano de la propuesta sobre todo los vinculados con autonomía territorial.
Aquello se evidenció, además, en que temas sensibles como el orden público, la seguridad, el desbande migratorio y la violencia de grupos mapuches en La Araucanía, se agudizaron y golpearon al ciudadano de pie que sí voto a favor de una nueva Constitución, pero que terminó desencantado con la propuesta y que, además, también excluyó a buena parte de la derecha por un sector la izquierda moralizante y que divide el mundo entre buenos y malos.
El futuro
¿Qué le espera a Chile? Al gobierno, de partida, se le desarma la base de su programa de ambiciosas reformas por lo que deberá retroceder para convocar a otras voces y encauzar un nuevo proyecto constitucional, mucho más moderado y menos ambicioso, y que debe incluir a bloques menos afines a los extremos y menos polarizados ideológicamente.
Golpeado por las encuestas en los últimos meses, el presidente Gabriel Boric también quedó expuesto por apostar todas su cartas al triunfo del “apruebo” y el resultado también podría interpretarse como un rechazo a sus seis meses de gestión.
En su primera jugada tras la debacle electoral, ya anunció que convocará a todos los partidos y le entregó la responsabilidad a las voces del “rechazo” para definir un cronograma.
Sin embargo, y por la fortaleza del resultado, sus contrincantes tienen la manija para incluso desactivar las pretensiones de La Moneda con respecto a los plazos que pretende la coalición de gobierno.
Los diálogos se iniciarán desde este lunes, pero queda la duda sobre qué tono tendrán y quién será el interlocutor, ya que el ministro Giorgio Jackson –encargado de esa tarea y uno de los más cercanos a Boric– probablemente tendrá que dar un paso al costado, en un cambio de gabinete que se espera que sea inminente.
Mientras tanto, millones de chilenos optaron por una celebración mesurada y lejos de la efervescencia. Para muchos no hubo motivos para festejar, sino que reflejaron cierta tranquilidad y dejaron en claro que hay otra oportunidad para elaborar una Constitución que sea para todos los chilenos.