*** Maduro ofrece, descarnadamente, ayudar a los enemigos de Putin: les tiende la mano para paliar la crisis energética. Ve su salvación en el contexto actual.
Por Francisco Poleo
La desgracia de Putin puede ser la salvación de Maduro. Justo cuando el Kremlin ve cómo la invasión a Ucrania se desmorona sobre el campo de batalla y el mundo se prepara para dejar de comprarle energía a finales de año, se le abre una puerta a Miraflores para reinsertarse en el concierto internacional.
Unos salen, otros entran. Es ley de vida.
El régimen de Nicolás Maduro, hasta ahora aislado por la dura política de sanciones y, paradójicamente, dependiente principalmente del soporte de Putin, ya no oculta su interés en congraciarse con las potencias occidentales.
El pasado viernes, Maduro aseguró que está dispuesto a exportar todos los productos necesarios para que Occidente capee la actual crisis energética. Los precios del petróleo pueden volver a dispararse a finales de año cuando en diciembre la Unión Europea deje de comprarle energía a Rusia, advirtió este fin de semana la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen.
«Le digo a Europa y a la Unión Europea, y al presidente Joe Biden, de EEUU: ‘Venezuela está aquí. Venezuela siempre estará aquí y a la orden nuestro petróleo y nuestro gas para estabilizar al mundo y auxiliarlo'», manifestó el dictador venezolano este viernes durante un evento en Petrocedeño, filial de PDVSA en el estado Anzoátegui.
Estados Unidos y la UE son los principales promotores de las sanciones en contra del régimen madurista, cuyos jerarcas han visto cómo se le han congelado cuentas bancarias en las principales economías del mundo, además de impedírseles la circulación en esos territorios.
Por otra parte, Rusia ha sido el principal soporte político del régimen de Maduro a nivel internacional. Moscú ha sido pivote fundamental para que Caracas pueda sortear las sanciones. A cambio, Putin se ha asegurado en Maduro un aliado fundamental para desestabilizar a Latinoamérica. El dictador ruso controla su posición gracias a la influencia del ministro de la Defensa Vladimir Padrino López, ficha putinista y verdadero soporte interno del madurismo.
A medida que Rusia pierde influencia mundial y gana terreno en Venezuela la corriente capitalista, a Maduro se le va haciendo más innecesaria su alianza con Putin y, por extensión, con Padrino, quien habrá que ver si se mantiene firme con Moscú o también se cambia de bando para proteger sus intereses.
Maduro, descarnadamente, afirmó en su discurso del viernes pasado que, con el actual conflicto en Ucrania, Venezuela ha adquirido cada vez más importancia en la «ecuación energética y la estabilidad económica del mundo» y advirtió que con la llegada del invierno en el hemisferio norte la crisis de suministro podría ser «trágica y espantosa».
«Le ratifico a Europa y a EEUU, que nuestro país está a la orden con el petróleo y el gas para estabilizar y auxiliar al mundo. Venezuela está lista y preparada para exportar nuestros productos a todos los mercados que hagan falta», recalcó.
En criollo, Maduro tiende la mano a los enemigos de Putin.
El general invierno se cierne sobre Europa
Las cándidas declaraciones de Maduro se producen mientras los líderes europeos dan tumbos en su toma de decisiones para hacer frente a la crisis económica producto tanto de la resaca de la pandemia como de la invasión rusa a Ucrania.
Si Rusia deja de suministrar petróleo a Occidente, esto podría agravar la recesión en Europa, perjudicar la economía de Estados Unidos y debilitar aún más los lazos transatlánticos, opinan economistas estadounidenses, según reporte de este domingo en The Washington Post.
«Europa se sumergirá en una depresión si Rusia deja de suministrar energía y el precio del petróleo sube hasta 150 dólares por barril. Habrá [también] un posible impacto en Estados Unidos que será malo», aseguró Matthew Slaughter, economista del Colegio de Dartmouth.
«Rusia pondrá fin a su exportación de petróleo antes de aplicarse el tope precios. Esto empujará la economía [estadounidense] a la recesión. Los precios de la gasolina se dispararán hasta los 5 dólares por galón [alrededor de 3,79 litros]. La economía [estadounidense] no podrá aguantar 5 dólares por galón, será abrumador», consideró Mark Zandi, de Moody’s Analytics.
Ante ese escenario, Maduro se ofrece. No podrá suplir completamente el suministro ruso por el paupérrimo estado de la industria energética venezolana, pero sería un alivio significativo. El dictador venezolano sabe que este contexto es la solución perfecta a sus problemas. Occidente le necesita y él necesita que Occidente le retire las sanciones tanto a él como a los jerarcas de su régimen. Está a dispuesto a brincar la talanquera inmediatamente, pero necesita que, del otro lado, le aseguren la vida política a su movimiento.
Washington y Bruselas, por otra parte, también necesitan garantías de que Maduro se mantendrá en el carril. Para eso necesitan la protección jurídica de los negocios que sólo da la democracia, a la cual sólo se puede llegar mediante unas elecciones libres que refunde un país fundamentado en la independencia institucional.
Salvo sorpresa mayúscula, nada de esto se hará público antes de las elecciones estadounidenses de noviembre. Es un tema incómodo para ambos partidos en unos comicios que terminarán siendo muy cerrados, decidido en estados claves como Florida en donde la comunidad latinoamericana, radical con este tema, tiene considerable peso de opinión.
«Son los negocios, estúpido», podría ser el eslogan de la operación.